Capítulo 12

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-Hola Bonita -Ian le dijo sonriendo.

-Hola -sonrió también.

-Y bien, ¿Vas a ir conmigo este fin de semana? -enserio deseaba que sí.

-Sí -respondió Enif viendo a sus ojos que al escucharla brillaron más.

-Genial porque no quería tener que secuestrarte -dijo divertido.

- ¿Podrías decirme a donde vamos? -preguntó la ojiazul.

-No y mejor entra ya a clase que estamos un poco tarde -dijo viendo al edificio.

La joven siguió su mirada y se dio cuenta que casi ya ni había estudiantes en el patio, no quería llegar tarde, le prometió a sus padres no causar problemas y ahora por él los tendría.

-Oh no, no puedo llegar tarde -corrió puertas adentro mientras el chico la veía sonriendo.


Miércoles y jueves pasaron volando y el castaño nunca había deseado tanto que llegue el viernes.

Los padres de Enif habían creído en ella y la coartada de Clarisa había funcionado.

La joven de ojos azules estaba en su habitación preparando una pequeña mochila con lo que necesitaría el fin de semana fuera de su casa.

Aproximadamente a las siete y treinta de la noche se despidió de su familia quien le advirtió que sepa comportarse y contestar a todas sus llamadas y luego de un sermón bastante extenso subió al auto de Clarisa que se había ofrecido a recogerla en su casa para hacer más creíble su mentira.

El lugar de encuentro era el Campus ya que nadie sospecharía, allí el castaño las esperaba para llevarse finalmente a Enif a su casa pues saldrían el sábado muy temprano así que ella se quedaría a dormir con él; no literalmente.

-Cuida bien a mi amiga galán, recuerda que todos creen que estará conmigo y no quiero problemas -le advirtió la pelirroja.

-No te preocupes antorcha , yo siempre trató bien Enif -contestó llamándola por el apodo que se había inventado a causa de su cabello rojo.

-Eres un bastardo -respondió la chica con odio.

-Ya basta los dos -intervino Enif- Será mejor que nos vayamos antes de que se maten -sugirió.

-Tienes razón, Adiós antorcha -le revolvió el cabello y se llevó la mochila de la ojiazul al auto.

-Ya no estoy tan segura de dejarte ir con él Enif -se arregló su coleta.

-Sólo le gusta hacerte enfadar, gracias por tu ayuda -le sonrió.

-De nada, ahora ve antes de que me arrepienta -la abrazó y le deseó buena suerte.

-Nos vemos el domingo, yo te aviso la hora -comentó la más pequeña.

-Está bien, Adiós -la abrazó lo última vez y ambas caminaron a sus respectivos coches.

- ¿Quieres comer algo antes de ir a casa? -preguntó Ian cuando ya subió al auto.

-Sí por favor, tenía muchas cosas que hacer hoy y no he tenido tiempo de comer -le contó al chico que ahora tenía una cara seria.

-Enif no puedes estar saltándote las comidas, te puedes enfermar -la regañó.

-Lo sé, pero enserio debía terminar todo antes de venir -habló esperanzada a ver cambiar su gesto ceñudo.

-Eso no lo justifica, pero ya que ¿Pizza? -preguntó girando en una intersección.

-Me encantaría -respondió Enif.

Un golpe de adrenalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora