Capítulo 6

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Ian se quedó petrificado en el pasillo.

¿Cómo qué Jake odiaba a Enif?.

Aunque eso explicaba por qué no quería que nadie sepa que es su hermana. El castaño se sintió terrible, nunca debió obligarla a decirle la verdad, ahora entendía la actitud temerosa de la joven.

Mierda, fue un completo idiota.

Tenía que arreglar las cosas. No iba a dejar que se cumpla lo que Gustavo le dijo. Él no quería ser un problema más para esa hermosa chica de ojos azules. No quería lastimarla, es más desde que discutió con ella en la biblioteca y luego escuchar lo que Jackson le dijo no había dejado de pensar en sus labios, en su ojos y en la grandiosa velocidad a la que latía su corazón cuando la tenía cerca.

Pero en ese momento no había nada que hacer, Enif no estaba bien y si iba a buscarla sólo empeoraría la situación.
Bastante enojado consigo mismo subió a su auto y fue a casa, mañana la buscaría y le pediría perdón por haber sido un tonto.

Enif pasó muy callada en la biblioteca, casi ni habló y la mayor parte del día se pasó ordenando cajas en el depósito, cuando ya era la hora de salir tomó sus cosas y simplemente con un Hasta mañana se despidió de sus compañeros.

No debió decirle a Ian la verdad, debió callar como siempre lo hacía, pero ese maldito chico tenía algo que Enif no podía descifrar y ese era el motivo por el cual la verdad salió de sus labios sin ningún filtro.
Ian no era bueno, Ian la dejaba inquieta, Ian hacía que su presión sanguínea se acelerara y le costara respirar.

¿Cómo lo hacía?, ¿Qué es lo que quiere?.

Bajó del taxi y sacó las llaves de su casa para poder entrar, saludó educada a su madre y subió a su recámara. Dejó todo en el escritorio y empezó a estudiar para los exámenes del otro día, lamentablemente su mente no estaba atenta. La mirada de lástima que Ian tenía cuando le gritó la verdad la dejó terriblemente mal, ella sabía que era débil, quizá hasta innecesaria pero esto ya era el colmo; lástima, eso sentía Ian por ella.

Cerró el libro de un golpe y dejó que las saladas lágrimas bajaran por sus mejillas. No que quería aceptarlo, no quería admitir que el tiempo en que él la miraba escondía otro significado.

— ¡Enif!, la cena está lista —llamó su madre.

Tampoco quería bajar allí, no quería saber nada de Jake, entonces recordó que si no baja a cenar todo sería peor pues le reprocharían sobre su comportamiento y ya no quería seguir dando explicaciones.

— ¿Qué tal ha ido tu día Enif? —le preguntó su padre.

Jake soltó su cuchara llamando la atención de Enif y con la mirada le ordenó que se callara.

—Bien, he rendido los exámenes muy bien y en el trabajo pasé tranquila —le sonrió.

—Me alegro mucho por ti hija, sabía que no nos defraudarías después de haber tenido tanto tiempo para estudiar —le contestó Robert luego de beber un poco de jugo.

—No te preocupes papá, todo va bien —lo último lo dijo muy bajito.

La cena transcurrió con los halagos hacia Jake que le había ido genial y que seguramente su paseo a las montañas ya estaba más que asegurado.

Ayudó a limpiar todo a su madre y se quedó un momento más en la cocina preparándose un té.
Con la taza azul en su manos subió dando pequeños sorbos a su bebida y cuando ya llegó a su puerta Jake salió del cuarto de lavado.

— ¿Debería decir gracias por no acusarme? —dijo con el cesto de ropa vacío en su mano.

—No —le respondió sin verlo y entró a su cuarto. Se puso el pijama y siguió con sus tareas y estudios por un largo, largo tiempo.

Un golpe de adrenalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora