Dimos vuelta a la derecha en un pasillo menos frecuentado que los anteriores que habíamos pasado, luego uno más a la izquierda y Claire entro en la primera puerta con un letrero de Dirección colgado en ella, se acerca a una señora de no más de cuarenta años, le pregunta por los horarios de los Harrison, ella se levanta de su lugar y camina hasta una estantería de donde toma tres carpetas de plástico duras de diferente color, se las pasa y dice que ahí están los números de los casilleros asignados, después salimos de ahí.

― Ok, aquí están sus horarios ―revisa cada carpeta, saca una hoja de papel y después nos pasa el indicado a cada uno―... Louis te toca en el aula doscientos doce, segundo piso: historia. Tamara te toca el aula doscientos trece, igual segundo piso: Química. Y Maya, te toca la misma clase que a mí: cálculo en el aula doscientos diez.

― ¿Eres buena en cálculo? ―le pregunto, mientras trato de seguirle el paso, « ¿Cuándo se nos adelantó tanto?» me pregunto mentalmente.

― Sí, lo suficiente para no reprobar. Ni te emociones, que es muy difícil para alguien llegar a copearme. ―me sonríe con suficiencia al creer que iba a darme por vencida tan fácil.

― No importa, lo que sé hacer, lo sé hacer bastante bien, y copear es una de ellas, aunque no siempre lo hago, pero se me da muy bien. ―digo, ésta vez sonriendo con la misma sonrisa de suficiencia que ella me dio.

― Bueno, pero quiero advertirte que yo también tengo cosas guardadas bajo la manga, cosas que aún no descubres ―dice, mientras sigue con su paso al frente, guiándonos.

Volvimos al pasillo principal, pero ésta vez seguimos derecho, subimos unas escaleras que se encuentran a unos escasos tres metros del cruce de pasillos, arriba también hay muchos estudiantes, algunos recargados en el marco de las puertas y otros más en los casilleros. Saber que hay miradas sobre mí solo me hace sentir un poco más nerviosa de lo que suelo estar mí primer día de clases, no me gusta ser el centro de atención. Trato de no hacer caso a las miradas que se posan, no solamente el mí, también sobre mis hermanos, pero parece que a ellos ya no les afectan o saben como pasar desapercibidos ante tantas miradas.

Quizás fue porque mientras caminaba no preste la debida atención por estar sumida en mis pensamientos, o por los nervios que tengo por todas las miradas que están sobre mí, que no me di cuenta que alguien me había puesto el pie para que cayera o simplemente por torpeza naturalmente mía que estuve a punto de estrellarme contra el piso, pero nunca recibí ese impacto tan esperado, porque segundos antes de que mi cuerpo chocara en el piso, los brazos de alguien me alcanzaron a sostener evitándome una vergüenza más, pero todo fue lo suficientemente rápido, que lo único que pude hacer fue cerrar mis ojos y mantenerlos arrugados, sin saber quién me ha salvado, poco a poco me fui tranquilizando. Al notar que no me suelta, abro mis ojos lentamente hasta encontrarme con unos resplandecientes ojos azules, entre unas largas pestañas, tez blanca, cejas pobladas, nariz perfecta y labios tentadoramente rojos.

― Gracias ―susurro lo más audible que puedo para que me escuche.

Mi vista viaja desde sus resplandecientes ojos azules a nuestro alrededor, percatándome de que todos no están mirando, ésta vez no son unos cuantos, son absolutamente todos los que se encuentran en el pasillo, me pongo aún más nerviosa de lo que ya estoy por seguir en sus bazos. Carraspeo un poco y parece entenderlo, porque lentamente comienza a levantarme.

― No, no te preocupes, fue un placer evitar que te cayeras ―dice sonriendo, luego de enderezarnos― Me llamo Williams, pero me puedes decir solo Will.

― Claro ―sonrió, empiezo a sentirme un poco más nerviosa, no soy muy buena hablando con chicos guapos y más si son desconocidos― Mi, mi nombre es Maya o Grace, como gustes. ―le sonrío― so-soy nueva aquí.

∞SECRETS∞Where stories live. Discover now