12- Tratamiento Médico.

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Ser el jefe de Aurores era a veces un castigo. Al final, uno se acababa hartando de ver cuántas malas personas había aún por el mundo. La parte positiva era encerrarlos, claro, pero era alarmante ser testigo de toda la maldad que aún no había sido erradicada. En esta ocasión, Harry y Ron acababan de descubrir la guarida de la que pensaban que era una bruja que se dedicaba a raptar a niños de no más de cinco años. Pero, lo que al principio parecía un simple caso de secuestro de menores en el que Harry se había dejado la piel, acabó resultando ser algo mucho más oscuro y horripilante.

Cuando encontraron el bosque dónde se escondía esa fanática de las artes oscuras, no tardaron nada en montar un operativo para abordar la cabaña. Encontrarían a los siete niños que había secuestrado, la inmovilizarían y la dejarían en manos del Winzengamot y, al final, en las de Azkaban. Esperaban encontrar a los niños allí; no habían aparecido los cuerpos, al fin y al cabo, ni tampoco se había puesto en contacto con las familias. No los secuestraba por dinero, quería a los niños para algo en concreto. Algunos de los niños eran mestizos, otros eran hijos de magos, pero no de familias importantes. Lo único que tenían en común era la edad y que poseían magia.

El equipo de Aurores cubrió el terreno con protecciones mágicas para deshabilitar los trasladores que hubiera por allí y para evitar las apariciones e irrumpieron en la vieja casucha, decididos a pillar a esa bruja. Pero al ver lo que pasaba allí, al darse cuenta de lo equivocados que habían estado, se es heló la sangre. La mujer a la que habían estado buscando durante las dos últimas semanas estaba llena de porquería y sujetaba un viejo y mellado cuchillo por encima de su cabeza. Y frente a ella, una niña que tendría tres años y que miraba con ojos desorbitados a los Aurores, estaba amarrada de pies y manos con cadenas encantadas, su llanto ahogado por la mordaza que cubría su boca. Cuando la mujer se dio cuenta de lo que estaba pasando, profirió un grito agudo y bajó el cuchillo con un movimiento rápido, hacia la niña.


-"¡No!"- gritó Harry, adivinando lo que iba a hacer esa infame. –"¡Expulso!"


El hechizo golpeó a la bruja en el estómago, provocando que saliera disparada hacia atrás y se golpeara fuertemente contra la pared trasera de la casa. Intentó levantarse, pero Harry se le echó encima. Y entonces se dio cuenta de algo que le rompió el corazón. La bruja estaba pegajosa, una sustancia oscura y sucia le empapaba la piel. Era sangre. Y no parecía suya. La mujer pataleaba e intentaba zafarse de Harry, pero él le lanzó un desmaius tan fuerte, que la cabeza de la bruja rebotó contra el suelo al caer, haciendo un ruido sordo. Ron estaba liberando a la niña atada en una especie de altar improvisado, que lloraba y se aferraba al pelirrojo como un náufrago a un tablón de madera, mientras el resto de Aurores conjuraban Finite Incantatem y otros encantamientos para evitar trampas o maldiciones y buscaban al resto de los niños.


-"Le has dado fuerte."- le dijo Ron, aún con la niña en brazos.


-"Debería estar agradecida."- contestó Harry, mirando a la andrajosa mujer inconsciente con ira. –"Tendría que haberla matado."


Ron no dijo nada ante ese comentario, simplemente sostuvo con fuerza a la niña y la sacó de la casa.

Encontraron vivos a tan solo tres de los siete niños desaparecidos, contando con la niña a la que salvaron del ritual. Mantenía escondidos a los otros dos en un sótano subterráneo que descubrieron gracias a un encantamiento que revelaba cualquier presencia humana que hubiera en los alrededores. Eran otra niña de tres años y su hermano, de apenas un año de vida. Cuando Harry les encontró, el niño comenzó a llorar y su hermana, aguantando las lágrimas, se puso delante de él, protegiéndole con su pequeño cuerpo. Cuando vio el emblema en la capa del hombre de ojos verdes, lágrimas de alivio se corrieron por sus mejillas.

Nuestra(s) Nueva(s) Vida(s)Where stories live. Discover now