18- Quidditch, Sospechas y Medidas Desesperadas.

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Draco jamás pensó que volvería a montar en escoba. Es más, llegó a pensar que nunca volvería ver siquiera una. Pero ahí estaba él, escabulléndose de su apartamento con ropa sospechosamente deportiva y a una hora infernal de la mañana (aunque eso en él era algo muy común) porque Harry le había mandado un mensaje en el que solo ponía "Quidditch". Un poco más y se cae de la cama.

La mujer que limpiaba el portal, con la que solía coincidir por sus horarios infrahumanos, no pudo ocultar su asombro al ver a Draco sin un traje de marca puesto. Pero fue cuando Draco le sonrió de oreja a oreja y le dio los buenos días entusiasmadamente en vez de su habitual saludo matutino (una suave, imperceptible, inclinación de cabeza) cuando la pobre mujer tuvo que apoyarse en la fregona para no tropezarse.

Draco abrió la puerta, dispuesto a pasar una mañana que sabía que recordaría y atesoraría en su mente para siempre, pero algo le detuvo; Harry.

- "¡Harry! ¡Hola, qué pronto has...!"- Draco no pudo seguir porque Harry le tomó por la cintura y le levantó como el que coge un folio para plantarle un sonoro beso de "buenos días".

Draco se rio (en serio, casi una carcajada) aún en volandas y le devolvió el beso a Harry, que parecía igual de alegre que él, antes de volver a pisar tierra firme. En este punto, creo que es justo decir que la pobre mujer de la limpieza estaba a bien poco de sufrir un shock.

- "¿Qué? ¿Estás listo?"- preguntó Harry levantando las cejas sugerentemente.

- "¿Tú que crees?"- fue la respuesta de Draco. Harry le tomó de la mano y se giró hacia la petrificada señora de la limpieza.

- "¡Adiós!"- dijo el moreno, saliendo por la puerta alegremente con Draco.

- "Hasta luego..."- dijo la mujer con una sonrisa involuntaria en el rostro. –"Ya era hora de que ese chico sonriera un poco, por el amor de Dios..."

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Una respiración profunda, sí señor, esa era todo lo que necesitaba. El aire allí, en esa pequeña colina, parecía más puro que el del mismo cielo.

- "¿Cómo descubriste este sitio?"- preguntó Draco, aún con los ojos cerrados y respirando profundamente una vez más. El claro estaba relativamente próximo a Grimmauld Place, pero lo bastante lejos (y lo bastante escondido) como para sentir curiosidad.

- "Solía venir aquí a despejarme la mente, usualmente volando a toda pastilla, cuando... Bueno, cuando la Orden discutía hasta el punto de lanzarse hechizos entre ellos, o cuando no podía dormir pensando en que quizás era la última vez que viera a mis amigos, o..."

- "O sea, cuando todo era una mierda."- acotó Draco. Harry se limitó a asentir con una mueca de resignación.

- "Me gustaría darle un matiz un poco más alegre a este lugar."- comentó Harry casi en un susurro. –"Por eso lo he elegido. Este claro me hacía sentir más seguro, más en paz... y, no sé, quería estar aquí contigo."- Draco le acarició el brazo comprensivamente y le miró con una pequeña sonrisa.

- "Quieres decir que querías que te diera una paliza al Quidditch aquí, ¿no?"- fanfarroneó para aligerar el ambiente. Harry bufó. –"No sé si eso lo convertirá en un ligar más alegre para ti, aunque para mía sí, desde luego."

- "Ni pienses que tienes una oportunidad, Malfoy. Llevas años sin ejercer de buscador."- le picó el moreno, lanzándole una escoba y una sonrisa torcida.

- "¿Te parece bonito desmoralizarme así?"- echaron a andar hacia el centro del campo improvisado y la emoción de jugar al Quidditch después de tantos años empezó a aflorar en el estómago de Draco.

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