2- Prensa Amarilla, Ojos Plateados

560 44 2
                                    


      Cuando Harry se alejó lo suficiente del número 12 de  Grimmauld Place, se apareció. Tenía que comprar polvos flu cuanto antes, odiaba tener que entrar por la cabina de teléfono. El problema estaba en que no podía aparecerse ni en Grimmauld Place ni en el Ministerio, por eso ante la falta de polvos flu tenía que correr unos metros, aparecerse y usar la puerta de servicio. Mientras introducía las monedas en el teléfono para activar la entrada, se recordó que pasaría hoy mismo por la Botica de Slug y Jigger a comprar botes y botes de los polvos verdes. Esas carreras mañaneras para evitar llegar tarde le recordaban a sus años en Hogwarts, sobre todo a los primeros cuando iba con Ron de un lado para otro pero nunca encontraban el aula que les tocaba a tiempo. Como esa ocasión en la que llegaron tarde a Transformaciones y creyeron que McGonagall no les había pillado. Qué caras se les quedaron cuando el gato que vigilaba desde el escritorio resultó ser la profesora.

      La mente del chico se iba más y más lejos por momentos.  Ahora se preguntaba cómo era posible que a los alumnos de primero no se les proporcionara un mapa o algo por el estilo para orientarse por la escuela. En lugar de eso, era como si el personal docente les dijera "Pasadlo bien deambulando por un castillo enorme y antiguo que está lleno de cosas que podrían mataros, niños. Veremos a los que sigan vivos en la cena, buena suerte y gracias por vuestra atención"

      El movimiento del ascensor mágico le devolvió a la realidad. Sacudió la cabeza. Qué raro se le hacía recordar ahora esos días. Antes de que el peligro fuera real.

Antes de la Guerra.

      Comenzó a sentir una presión en el pecho. Ya al despertar notó algo extraño pero era como si aumentara de intensidad. Ya le había pasado más veces y estaba seguro de que algo iba a pasar. El qué... bueno, no tenía la más mínima idea.

      Por fin, el ascensor anunció con su clara voz que había llegado a su destino: el Departamento de Seguridad Mágica. Ubicado en el segundo piso del Ministerio, este departamento era probablemente el más importante de los 9 que albergaba el edificio. Era donde se encontraban las instalaciones de la policía mágica, conocidos como Aurores, entre otras cosas.
Harry salió del ascensor y dobló la esquina, encontrándose con las puertas de roble que cruzaba cada día para llegar a su oficina. Entró saludando con la cabeza a sus compañeros y subordinados mientras se recolocaba la placa con el emblema que denotaba su posición laboral, que se había medio caído con tanta carrera. Fue directo a su despacho, que se encontraba al fondo de la oficina en la que estaban dispuestos los cubículos del resto de los Aurores.

      Cerró la puerta y contó mentalmente de 5 a 0. Estaba por llegar a la última cifra cuando la puerta se abrió de par en par y la cabellera roja de Ron Weasley asomó en el despacho del moreno.

"¡Buenos días, Harry! Te has puesto un calcetín de cada color"- dijo el pelirrojo ofreciéndole una taza de lo que parecía ser café. Menos mal, porque lo necesitaba, salvo que no sabía si bebérselo o echárselo por encima.

"Hola, Ron"- contestó Harry, cerrando de nuevo la puerta y mirándose los pies. Un calcetín negro y uno de un verde chillón que no sabía en qué momento había comprado. Sinceramente, le dio igual. Cogió la taza que le daba su compañero.

      Cuando el ojiverde se alistó en el cuerpo de Aurores a los 17 años, su mejor amigo le siguió sin dudar. Le seguiría hasta la muerte. Aunque en realidad, eso ya lo había hecho.

"Tío, no sabes el revuelo que hay aquí desde ayer"- comentó Ron mientras sacaba un paquete de grajeas del bolsillo de la túnica.

"No es para menos"- En realidad, Harry tenía la esperanza de que las cosas ya se hubieran calmado. Qué estúpido. Quería preguntarle a su amigo si había vuelto a casa ayer, pero las profundas sombras bajo sus ojos le dijeron todo lo que necesitaba saber. En vez de eso, preguntó - "¿Aún no se han llevado a esos radicales a Azkaban? "

Nuestra(s) Nueva(s) Vida(s)Where stories live. Discover now