Six (part II)

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Aquellos dos bajo el manto de la noche y la neblina espesa que solo deja a la vista una sombra de aquel restaurante chino. Con un sudor frío recorriéndolos y el corazón acelerado empujaron la puerta para abrirla. Xiumin y Chen podían sentir un montón de ojos sobre ellos desde el momento en que abrieron el negocio, actuaron como si ellos pertenecieran a aquel lugar. Esta era la primera misión que D.O les daba, el Dios de ambos, ellos preferían morir antes que decepcionar a su deidad.

Caminaron con un confianza fingida y eso hizo que disminuyeran un poco las miradas sobre ellos, pero debajo de aquella fachada arrogante tenían ganas de vomitar.

Chen mantuvo sus manos dentro de sus pantalones, sus dedos agarraban las monedas que D.O les había dado lejos de aquel lugar escondido en el relleno del algodón de su sillón beige. Ninguno de los chicos de tras de él podían creer que su ídolo les diría alguna vez la dirección de su departamento, menos las ubicación de su llave de repuesto.

Con pasos pesados finalmente llegaron al pasillo donde solo había un teléfono público colgado en la pared. Al mismo tiempo ambos chicos se miraron entre sí, eran consientes de que quizás no regresarán después de entrar a la porquería contaminada que era el Ring.

Con un valor reciente descubierto se dirigieron hacia la cabina acordándose a la descripción de D.O les había dados. Introdujeron dos monedas de oro en la ranura del teléfono.

En el momento que las piezas de oro tocaron contra la bóveda de las monedas comenzó a sonar el teléfono. De inmediato ambos niños se miraron entre sí viendo cómo sus pechos subían y bajaban, podían escuchar los latidos de sus corazones. Xiumin le indicó a Chen tomar el teléfono.

Después de una profunda respiración al aire, aún que solo fuera un poco el encubierto logró ocultar su nerviosismo antes de colocarse el teléfono en su oreja.

—Para los que comen el pan de la maldad y el vino de la violencia —dijo la voz del otro lado de la línea.

Completo el apotegma.

—De los labios las gotas de miel adulteras, es tan suave como el aceite pero es tan amargo como el veneno, afilado como una espalda de doble filo —Chen concluyó tranquilo y sereno aún que su mente era todo lo contrario.

El corazón de Chen se detuvo cuando la otra línea colgó. ¿Qué había hecho mal? Había citado las palabras que D.O le había dicho, estaba seguro de eso. La bilis del estomago estaba apunto de reventársele cuando un crujido resonó en sus oídos. Ambos miraron hacia arriba para ver el supuesto cartel de cuarto de lavado abriese solo un poco. Chen y Xiumin se encontraron entrando a él lentamente.

Una vez que termino de abrirse se dio paso a una avenida circunvalar donde se introdujeron antes de que se cerrará.

Sin decirse una sola palabra ellos corrieron hacia adentro, apenas y lograron deslizarse por aquella fina entrada, después de eso el portal de cerro de golpe. Los dos intercambiaron una mirada de autosatisfacción a medida que descendían un montón de escalones, pero conforme caminaban hacia delante, la piel se les ponía de gallina y la sangre se les helaba.

Percibieron jaulas y jaulas de cuerpos desnudos que arañaban por su salida con la piel y los huesos sobre las barras de metal. El llanto de un bebé hizo eco y dos pares de ojos se giraron a mirar de forma simultánea una barra de madera llena de recién nacidos acomodados cuidadosamente, cada ruido chirriante que se hacía por cada uno de los movimientos de los bebés dejaba a los chicos paranoicos esperando a cuanto tiempo duraría la barra antes de romperse. Pero lo que hizo que se les secara la boca, fue el letrero de aquel vendedor calvo que estaba sosteniendo: "Recién nacidos menores de 3 meses $500 c/u"

JUST A HOBBY (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora