Anoche vi lo desesperada que estaba ella por tener intimidad. Nunca me había sentido tan deseada bajo la mirada lujuriosa de alguien, y Lauren no estaba tratando de ser discreta sobre lo mucho que estaba apreciando mi cuerpo y lo mucho que quería tocarme. Pero ella también estaba nerviosa. Su inexperiencia era evidente en la duda de sus acciones, pero eso no importó. Ella es increíble. Me hace sentir increíble. Sé que no será la última vez que me hará sentir así, y espero que con tiempo y paciencia, yo también pueda hacerla sentir así.

El melódico canto en voz baja de Lauren a mi izquierda me saca de mis pensamientos. Colors of the Wind, de Pocahontas, es la canción. Descanso mi cabeza en el respaldar del asiento y absorbo el hermoso sonido. Después los clásicos de El Rey León comienzan a sonar y Lauren y Emelia cantan apasionadamente, dejándome sin más opción que unirme a ellas.

Llevarnos bien y disfrutar nuestra compañía es algo que se nos dio fácilmente a las tres desde el principio, algo que probablemente no esperábamos, pero por lo que estamos muy agradecidas. No toma mucho esfuerzo para reírnos cuando estamos juntas simplemente porque todas lo único que sentimos es felicidad. Aún cuando no estamos tratando de entretener a Emelia, siempre estoy feliz estando cerca de Lauren.

Entre la alegría y la emoción que brota de nosotras con la música, no he sentido ningún tipo de tensión entre Lauren y yo. Considerando lo íntimas que fuimos la noche anterior, no hemos permitido ninguna clase de incomodidad o vergüenza entre las dos, ni siquiera antes de empezar el día con Emelia. Pero la tensión siempre encuentra la manera de colarse si un pequeño factor cambia la situación.

La canción por ejemplo.

Lauren y yo no cantamos la siguiente canción, solo intercambiamos pequeñas miradas, las dos muriendo por decir algo. Solo Emelia canta (trata) cuando comienza a sonar Kiss The Girl de La Sirenita. No se sabe la letra, pero ella piensa que sí. Lauren y yo nos reímos de lo adorable que es nuestra hija, pero cuando coincidieron nuestras miradas, no pudimos resistir seguir mirándonos.

Espero que ella quiera besarme tanto como yo quiero hacerlo. Sé que ninguna dará el paso ahora porque Emelia está presente. Besarnos frente a ella la confundiría y haría preguntas para las que no tenemos respuesta.

No me da tiempo de pensar en la tensión o el hecho que en serio quiero hacer algo que sé que no puedo ahora, pues justo cuando termina la canción, Lauren se estaciona frente a un gran complejo. Letreros afuera anunciando tiendas y restaurantes dentro.

Una vez más Lauren rodea el vehículo para abrirnos la puerta a mí y a Emelia, ayudando a la pequeña a bajarse. Emelia se agacha para amarrarse los zapatos que se había quitado en el auto. La estoy mirando, observando la determinación en su rostro, cuando Lauren une sus labios con los míos.

Antes de poder tomarme el tiempo de disfrutar la suavidad de su boca, ella se aleja, su mano aún acunando mi mejilla y su pulgar acariciando mis labios. Me da otro beso rápido y se asegura de que Emelia siga distraída con sus zapatos. Se agacha frente a ella y vuelve a enseñarle cómo hacerlo.

*
— ¿Fabricar un oso? ¿Tu otra sorpresa era fabricar un oso? —Le pregunto a Lauren ante su sonrisa aniñada cuando bio el gran letrero de la tienda.

— No es cualquier Build-a-Bear, Camz. Este es el mejor y el más grande de América. Oh, y además hay una increíble pizzería a lado, ¡así que sssh!

— Eso suena genial, Lauren. —Sin pensarlo me inclino y le beso la mejilla. Las dos nos sorprendemos con mi gesto frente a nuestra hija.

— Bueno —me sonríe tímidamente y toma la mano de Emelia—, entonces vamos, princesa. ¡Vamos a fabricar un oso!

The Donor (Traducción)Where stories live. Discover now