23.- Halloween ctm (Especial de halloween)

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— ¡Martín! ¿Y ese milagro que andai por acá? — le pregunta abrazándolo.

— ¿Y ese quién es? — me pregunta en un susurro el aweonao de mi pololo. Que lindo suena, mi pololo.

— Es el primo de la Génesis.

Esperamos en silencio los cuatro de que los familiares terminen su conversación y entraron. ¿Qué estaba haciendo este acá? A mi y a la Arlett nos cae como las weas, es demasiado arrogante, se jura mino y siempre pero SIEMPRE las caga.

— A este weon le querían sacar la chucha, asi que anda arrancando. Se va a quedar con nosotros hasta el Domingo— declaró la Génesis. Inmediatamente me ahogué y comencé a toser atrayendo la atención del Martín.

— ¡No me lo creo! — exclamó — Panchita, ¿Estai pololeando? — me preguntó al ver como el brazo del Ignacio me tenía de la cintura — Espera espera, ¿él es el "perro maraco culiao"?— preguntó para después reírse escandalosamente pero paró en seco.
— ¿Le contaste lo que pasó entre nosotros el halloween pasado? — preguntó subiendo y bajando las cejas.

Conchetumare.

Miré al Ignacio que miraba al Martín como si fuera a mandarlo a la China de una sola pata en la raja. Le hice una seña bien piola al Fabian para que me ayudara, si no juro que estos dos se matan acá mismo.

— ¿Y si seguimos viendo la película mejor? Estaba en la mejor parte po cabros — sugirió el Fabian, de lo nervioso que estaba se parecía al vamo a calmarno.

Milagrosamente le hicieron caso y nos sentamos nuevamente a ver la película, pero podía notar el enojo del Ignacio desde la manera en como estaba sentado hasta en cómo suspiraba cada cinco minutos.

— Permiso cabros, me dio sueño —  dijo de repente poniéndose de pie — ¿Es la pieza de la derecha cierto Fabi? — preguntó.

— Si— le respondió. Apenas le dijeron eso se fue, sin despedirse de nadie.

— Uf que rico, por fin se fue el abuelo ¿Sigamos viendo la película Panchita de mi corazón? — dijo como si estuviera aliviado sentándose en el lugar que antes ocupaba el Ignacio.

— Contigo ni a la esquina conchetumare — le contesté enojada y me fui donde el Ignacio. Llegué decidida a tocar la puerta pero me detuve... esta es la primera vez que peleamos ¿Qué se supone que tengo que hacer? Si lo dejo pasar y no le digo nada se va a enojar y si lo persigo y trato de explicarle también se va a enojar.

Por la cresta que es difícil pololear weon.

Golpeé la puerta suavemente — ¿Mi amor?

No me respondió.

— ¿Ignacio?

Lo mismo.

Suspiré y apoyé mi cabeza en la puerta de madera resignada a que no me fuera abrir la puerta. Todo por culpa de ese aweonao del Martín. De verdad que me caía como el pico, es demasiado insoportable en todos los sentidos de una persona.

De repente un "conchetumare" me sacó de mis pensamientos cuando vi que me acercaba al suelo pero los brazos del Ignacio detuvieron mi caída y ahí me quedé, estática entre sus brazos. Él me ayudó a enderezarme pero aún así no dejaba de tocar mi brazo del todo y me quedó mirando directo a los ojos, sinceramente odiaba que hiciera eso, porque siendo él sentía que podía ver en lo más profundo de mi pero justo ahora, la mirada que me estaba dando no era la que yo esperaba, era como si tuviera pena mezclada con mucha rabia.

Cuando -nuevamente- salí de mis pensamientos mi cara estaba muy cerca de la suya, demasiado cerca que hasta podía sentir su respiración chocando en mis labios.

Weona yeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora