17. Si weon.

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— ¿Ya sabis con quien vas a ir? — preguntó mi mamá cuando estábamos tomando té.

—Eeeh, más o menos — contesté — ¿Mamá no está helado el pan? ¿Lo dejo en el horno mejor? — pregunté inmediatamente después queriendo cambiar de tema.

— Gabi suélta la pepa, no cambies el tema — me pilló el Camilo. Quedate callao saco e' wea.

— ¿Gabi?.

— Ni la Fabi ni la Arle pueden... pero el Ignacio quiere ir — respondí rendida ante estos dos.

— ¿Quiere o va a ir?.

— No sé.

— Camilo deja a tu hermana tranquila.

— Dile que venga nomas, no me lo voy a comer — bromeó haciendo reir a mi mamá.

[...]

Las siguientes dos semanas se basaron en insistencias del Ignacio para ir al matrimonio conmigo y el último Viernes terminé cediendo.

— ¿Puedo ir contigo? — me preguntó por milésima vez. Estábamos en la última hora del Viernes, o sea, biología.

— Ignacio cállate que nos van a retar — me reía de su insistencia.

— Si no me dices que si voy a seguir. Y dime Nacho mujer oh.

— Supongo que tienes el traje listo ¿Cierto? — pregunté bajito para que no nos escuchara la profe.

— Obvio — contestó y el muy tonto no se dió cuenta hasta unos minutos después — Calmao ¿Eso fue un si? — me miró serio. Yo lo miré y me puse a reír.

— Si Ignacio, vamos a ir.

— ¡BIEN CONCHETUMARE!

— Díaz, Gómez ¿Me harían el favor de salir de la sala? — dijo la profe después del grito del Ignacio — Ah, joven Díaz, la anotación no se la saca ni su mamá, ahora los dos para afuera.

Miré mal al Ignacio y el solo se reía mientras guardaba sus cosas en la mochila y obvio, no faltaron los sapos que se pusieron a pelar.

[...] El día del matrimonio...

— Camilo ven, teni la corbata mal puesta — lo llamé y le arreglé la corbata.

— ¡Gabi llegó el Nachito! — gritó mi mamá. Yo solo tenía el peinado hecho, aún me faltaba ponerme el vestido.

— ¿Puedes abrirle? Tengo que ponerme el vestido.

— Ya — contestó y corrí a la pieza, con cuidado me puse el vestido que me costó mas que la chucha abrocharlo, los zapatos que no tenían el tacon tan alto si no me iba a sacar la chucha y me puse un poco de rimel y labial rojo, si, rojo maraca intenso. Bueno, no tanto.

Mientras hacía todo eso escuchaba como mi mamá le metía conversa al Ignacio. Que vergüenza bajar, te apuesto que me saco la chucha bajando las escaleras.

— ¡Gabi ya nos vamos! — me llamó mi mamá. Antes de salir tomé mi celular, los audifonos, el cargador y el labial para meterlo todo en una carterita mas inutil que la chucha, pero mi mamá me obligó a usarla.

Cuando llegué abajo sana y salva mi mamá me apuntó el camino hacia el living diciéndome que él estaba ahí.

— ¿Gabi? — me llamó cuando sintió mis pasos y se levantó del sofá.

Oh dios, mi tanga voló a Júpiter.

¿Está intentando matarme?
Bien, pues está funcionando.

Weona yeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora