— Yo no puedo aceptar esto — dijo mirando el hermoso prendedor en forma de media luna que brillaba en su interior — No tienes por qué regalarme algo para pedirme disculpas, no puedo aceptarlo — devuelve la caja a su dueño, él no ve ese gesto de buena manera.

— Por favor acéptalo, si quieres no te lo pongas... solo guárdalo— señala hacia la puerta, Madeleine no dice nada más y se retira.

Madeleine regresa a su habitación toma el gesto de Sebastián como poco caballeroso al sacarla de su habitación y hacerla regresar sola, aunque no espera de él mucho, antes de continuar detiene sus pasos al notar la puerta principal abierta el viento se cuela ligeramente, decidida a cerrarla se acerca, observa el lugar que antes estaba lleno de gente y ahora es solo silencio y soledad, la noche está tomando su mayor auge y el bosque se ve tan obscuro y tétrico no como otros días, un escalofrío la recorre toma la perilla dispuesta a cerrarla, pero un gruñido retumba todo a su paso principalmente su corazón, le ha reconocido, es Alexter sin duda, deja la cordura de lado y corre hacia la penumbra del bosque sin importarle nada más algo le anuncia su corazón y es el miedo la que la hace correr.

—¡Madeleine! — Sebastián salió detrás de ella gritando su nombre, pero ni eso la detiene... el mayor acelera su paso frenándola de golpe — ¿Qué pretendes? Es peligroso — gruñe mostrando su parte lobuna con sus ojos a medio cambiar — Ve a la casa ahora — ordena moviéndola en dirección a la casa, pero ella no desea obedecer necesita saber de él, antes que pueda contrariar al alfa, Alexter aparece entre la obscuridad bañado en sangre, con la mirada perdida y el tono amarillo vibrante de sus ojos tintados de rojo carmesí, respira pesadamente y sus manos las lleva en puños ensangrentadas con las garras visibles — Madeleine, llévate contigo a Alexter ahora, que atiendan sus heridas, yo iré a ver que ha pasado — ordena al final, Madeleine se acerca en automático al mayor de los Itreque y toma una de sus manos él no opone resistencia y camina siendo guiado por ella.

Al regresar a la casa se escuchan aullidos por todo el bosque, la soledad se llena de ruido de gente y de hombres que corren en diferentes direcciones, Carlos manda los grupos repartiéndolos por diferentes secciones, don Guillermo está atento a todos, él solo mira con cuidado cuando Alexter pasa por su lado sin mirarla, Madeleine discute con ella misma de a donde llevarlo, decide su habitación recordando que ahí tiene un pequeño botiquín de primeros auxilios, es lo único que puede hacer ahora y esperar.

— ¿Alexter que ha pasado? — lo sienta en su cama, entra el baño saca todo lo que necesita, una toalla mojada y otra seca, con dudas limpia su rostro y nota que la sangre no es de él, su cuerpo está intacto solo con algunos aruñones en su costado derecho, retira su camisa que está completamente destruida y continúa limpiando hasta desinfectar algunos cortes, como era de esperarse sus heridas se están curando por si solas al no ser tan aparatosas — En unas horas desaparecerán por completo ¿Qué paso? — lo mira buscando alguna respuesta, pero su mirada sigue perdida.

— Ellos... ven-vendrán — habla con mejor claridad — ellos mata... — desea continuar, pero toma con sus manos su cabeza apretándola con fuerza Madeleine puede ver que algo le duele, tiene los ojos cerradas y su cuerpo se tensa, aprieta la mandíbula con tanta fuerza que jura que se la romperá si no se relaja, ella no sabe como ayudarlo, no sabe como frenar su dolor, pero desea hacerlo.

— Por favor Alexter, no te hagas daño — pone sus manos sobre las suyas invadida de su dolor, él se mueve con agresividad, pero aun así ella no se retira — Alexter — habla suavemente con cariño, no sabe de dónde agarra el valor de pasar sus manos hasta su cuello acomodándola firmemente al no ver rechazo de su parte se sube en sus piernas acomodando las suyas a cada costado recargándose en la cama con sus rodillas, sin duda en otro momento no se atrevería a hacer algo así, pero sus movimientos no están siendo pensados, solo sentidos — Tranquilo, nada malo pasara — dijo con cuidado acariciándole, su respiración se agita y abre los ojos de golpe para verla, el color amarillo está presente a todo su esplendor sin los tintes rojos, la mira fijamente y un escalofrío la recorre combinado a un calor que invade todo su cuerpo, se da cuenta de que sus labios están muy cerca y como un imán es atraída a ellos, sus labios acortan el espacio sobrante y lo besa, fue un beso corto casi fugaz, pero ha sido su sorpresa por el atrevimiento la que la ha separado inmediatamente recriminándose de cómo ha podido hacerlo, Madeleine se pone de pie asustada mirándolo, angustiada por lo que él está pensando de ella, su cuerpo comienza a temblar por la vergüenza, desea disculparse, pero no puede las lágrimas la traicionan, siente un pesar en su pecho, pero él se levanta y camina hasta donde esta ella y toma su mano que mantiene en su rostro ocultándose de él, lleva la otro a su mejilla acariciándola levemente obligándola a que lo vea, recarga su frente en la suya, Madeleine puede sentir su respiración cálida y ese tacto la estremece, su corazón late a mil por hora y sabe que él puede sentirlo porque cierra los ojos para después abrirlos y separarse un poco, casi nada, vuelve a mirarla fijamente y acaricia su mejilla con su pulgar — Alexter...— repite su nombre a susurro entre ambos, esta vez no puede frenarse desea besarlo, desea sentir sus labios de nuevo, vuelve a besarlo, un beso cálido, uno que siente como si fuera el primero en su vida y el único, él la abraza con fuerza que le roba sus pensamientos y su mente queda en blanco, le besa con más pasión y un gruñido se escucha en lo bajo desde su pecho, la levanta en brazos hasta llevarla a la cama y acostarla en ella se acomoda sobre ella sin dejar de besarla, sus reparaciones se agitan y las caricias suben de tono, más demandantes entre ambos, pero él se frena de golpe alejándose de ella.

— Yo no, per-perdon... — no termina de hablar y sale de la habitación.

Madeleine mira al techo buscando aclarar su mente «¿Cómo he podido besarle?» divaga en sus pensamientos, envuelve su cuerpo entre la colcha buscando ocultándose de la realidad, pero es inevitable ha pasado y siente pena de ella «Mis ilusos sentimientos que me ciegan una vez más»se repite una y otra vez hasta que caer rendida de tanto llorar.     

El alfa enamorado ✔🐺🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora