CAPITULO XXIX

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Claudia no pudo dormir, estaba demasiado inquieta y temerosa. ¿Y si Dedrick no regresaba? ¿Y si nunca más volvía a ver a Lucio? ¿Cuántas vidas se sacrificarían en esta odisea? ¿Sería que perdería a los dos hombres que amaba? ¿Se quedaría sola y se vería obligada a casarse con Virgilio o cualquier otro hombre que su padre decidiera? Caminaba por los alrededores de la aldea cuando los divisó, dos jinetes se acercaban con un tercer caballo que llevaba sobre su lomo un cuerpo a lo largo. Su respiración se detuvo, ¿Cuál de los dos no había regresado con bien? Dejó que se acercaran y vio con alivio a Dedrick cabalgar junto a Almar pero entonces ¿Quién era el que venía en el otro caballo? con horror reconoció a Lucio.

-¿Está muerto? -Pregunta casi sin aliento.

-No, sólo inconsciente, lo llevaré a la cabaña de Uta para que lo revise.

El hermoso rostro de Lucio vislumbraba una palidez casi transparente, sus labios estaban agrietados y sus ojos se marcaban en profundas ojeras negras. Su cuerpo lucía moretones, seña de que lo habían golpeado repetidamente.

Los ojos de Claudia se humedecen al ver el estado de Lucio, no se percató hasta que Dedrick desmontó que éste estaba herido.

-¡Te hirieron! -Exclama con real preocupación.

-Ha sido sólo un rasguño.

-Debes ir con Uta también.

-No Dietlinde me atenderá.

-Yo puedo hacerlo, déjame ayudar.

-No. -Contesta Dedrick con rudeza. -No es necesario, ve con tu prometido.

-Entiendo. -Contesta ella, dolida por la forma en que él le había hablado. Sin decir nada se va detrás de Almar. Dedrick siente como el corazón se le parte, pero sabe que estaba haciendo lo correcto.

-"Dedrick" -La voz alarmada de Adelka lo regresa de sus pensamientos.

-¿Estás bien?

-Lo estaré cuando tu madre me eché un ojo.

-Ven apóyate en mí. -Los dos se alejan a paso lento.

La mañana fue transcurriendo, los heridos traídos al igual que sus muertos. Lamentaciones de dolor se escuchaban por toda la aldea, el luto visitaba sus hogares.

Virgilio entró a la choza donde Uta ya había limpiado a Lucio y curaba sus heridas, él semiconsciente tomaba de los brebajes que ella le daba. Cuando Claudia lo vio entrar, para sorpresa de Virgilio, se dirigió a él y lo abrazó, éste se quedó anonadado sin comprender este comportamiento, pero correspondió al abrazo.

-Gracias a los Dioses estás a salvo.

-¿De verdad te preocupaba mi bienestar?

Las palabras de Virgilio ofenden visiblemente a Claudia.

-Claro que estaba preocupada, ¿Por qué no habría de estarlo?

-Creí que tu única preocupación era que Lucio retornará y ele aquí.

-Ignoraré tus palabras, ya que el agradecimiento ahora es más fuerte que mi enojo por la forma en que te has expresado.

-¿Cómo está?

-No lo sé, llevo tiempo sentada como una simple espectadora, él despierta de vez en cuando pero vuelve a caer en un profundo sueño.

-Estará bien. -La voz de Uta los toma a ambos desprevenidos.-Es un joven fuerte, se recuperará.
-Ven Claudia. -Uta extiende su mano tomando la suya. –Háblale le ayudará.

Claudia se acerca y acaricia sus cabellos.

-Lucio si me escuchas, aquí estoy, no permitiré que nos separen de nuevo, regresa a mi amor, te necesito. -Las lágrimas se desbordaban cayendo al suelo.
–Abre los ojos por favor, háblame.

-"Claudia" -Las palabras salieron como un susurro.

-Sí aquí estoy.

Lucio abre los ojos pero no completamente, trata de vislumbrar a Claudia pero su vista esta borrosa.

-No te esfuerces, estás a salvo mi amor.

-No te vayas. -Vuelve agregar Lucio entrando otra vez en la inconciencia.

-No me moveré. -Responde ella con alegría y sonriendo entre sollozos.

Virgilio los deja solos y sale de la choza, ése momento era suyo y él estaba de más.

***************

-Quédate quieto Dedrick.

Dietlinde se impacientaba porque él se movía constantemente.

-Lo lamento, no puedo evitarlo.

-Tengo que cocer, así que será mejor que muerdas algo.

Adelka le aproxima un cinturón de cuero que coloca en su boca. Dietlinde desinfecta la herida con licor y comienza a cocer. Dedrick oprime tanto el cuero con sus dientes que su rostro se enrojece del dolor pero resiste hasta el final.

-Listo, dice Dietlinde satisfecha.
–Dale la botella para que disminuya el dolor.

Adelka le entrega a Dedrick la botella de licor y éste comienza a beber con sorbos pronunciados.

Afuera los aldeanos atendían a los heridos, ya sea romanos o de los suyos, se olvidaron las rencillas y al menos por ese instante prevaleció un ambiente de cooperación y solidaridad.

Al caer la noche varios tumultos de piedra habían sido elevados y sobre ellos descansaban los restos de los caídos. Mujeres lloraban a sus esposos y existía un ambiente de tristeza y melancolía. Uta hizo el ritual para que los muertos encontraran su camino en el más allá y Virgilio e Ilse llevando antorchas se acercaron prendiendo fuego a los cuerpos. En los romanos como era su costumbre colocaron denarios en los ojos de sus muertos para que pudieran pagarle a Caronte cuando llegaran al inframundo. En total once buenos guerreros perecieron, cinco romanos y seis germanos.

-¿Cómo procedemos ahora? -Julio se dirigía a Virgilio.

Dejaremos que lloren a sus muertos como nosotros a los nuestros. ¿En qué estado se encuentran los heridos?

-Resistirán, pero hay unos que no pueden cabalgar requerimos una carreta para llevarlos.

-Y la tendrán. -Ilse estaba justo detrás de ellos, no la habían escuchado aproximarse.

-Mis condolencias por su padre.
-Expresó Virgilio sinceramente.

-Ha muerto con honor, como un guerrero defendiendo algo en lo que creía, acepto su condolencia.

-Permítame decirle que es una mujer de admirar.

Ilse sonríe y agrega: -Lo acepto también, a pesar de venir de un romano.

Virgilio le devuelve la sonrisa.

-Quédense el tiempo que necesiten, son bienvenidos.

-Lo agradecemos pero prefiero no abusar de su hospitalidad, nos iremos en cuánto nuestros heridos puedan ser trasladados.

Ilse acentúa con la cabeza y se une al resto que veía elevarse las grandes llamaradas mientras que consumían los restos mortales de su padre.

Claudia: Belleza Indomable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora