Caminamos por un callejón hasta encontrar una puerta cerrada que daba a un gran edificio. Shawn sacó una llave y abrió la puerta. Me tomó de la mano y caminamos por la oscuridad. Confié en el plenamente, cuando susurraba ''gira a la izquierda'' o ''cuidado, hay un escalón bastante grande''.

Al fin paramos y me soltó la mano, dejándome sola en medio de la oscuridad.

—¿Shawn? No veo nada. —esperé su respuesta, pero no llegó y me empecé a asustar.— ¿Shawn? —empecé a buscar mi móvil en mi bolso para intentar alumbrar algo, pero un gran chasquido hizo que parase, seguido de otros tres. Con cada chasquido se encendió un gran foco alumbrando la gran sala.

Estábamos en un teatro.

Me eché a reír sin explicación. ¿Me había llevado a un teatro?

Me encontraba justo en el medio del escenario. Debajo de mis pies se encontraba una cruz blanca hecha con algún tipo de cinta. Del lateral izquierdo apareció una figura y suspiré aliviada al ver que era Mendes.

—¡Me has dado un susto de muerte! —me quejé a la vez que me reía. Golpeé su hombro y este rió.— ¿Cómo has conseguido la llave? —pregunté observando el increíble teatro.

—Tengo contactos. —se encogió de hombros sonriente.

Durante las siguientes dos horas hablamos sin parar. Había traído una cesta con cafés y muffins y ambos estábamos disfrutando de la merienda y la compañía. De vez en cuando me decía alguna cosa bonita disfrazada de comentario agudo y procuraba no ponerme roja. ¿Qué me estaba pasando con ese chico?

—¿En qué te inspiras para escribir tus canciones?

—Uff, no sé. A veces una canción sale entera de una chica que haya visto por la calle. O por una pareja. O por viejas historias que viví yo. Pero casi siempre son inventadas. Es como ser escritor: creas una historia de la nada y le pones música.

¿Veis a qué me refiero?

—Es genial. Debería escuchar tu disco entero. Cam me enseñó unas cuantas canciones una vez y me gustaron todas, la verdad.

—Me encantaría saber tu opinión sobre el nuevo disco. Saldrá pronto a la venta. —sonrió feliz.— ¿Y a ti? ¿Cómo supiste que querías trabajar con niños?

—La verdad fue a causa de una pelea con mis padres. Necesitaba dinero y vi un cartel por algún lado. Al principio fue necesidad, pero descubrí que me encantaban. No puedo esperar a estar dando clase a un grupo de pequeñajos.

—Tengo una amiga que también estudia educación infantil, en Toronto. Dice que todo el mundo piensa que es una chorrada, que sólo hay que estudiar números y colores, pero que la parte psicológica es muy difícil. De todas formas, también le encanta.

—Nunca he conocido a nadie que lo estudiase. Toda mi familia está metida en la medicina. No tenía otra opción.

Shawn frunció el ceño y sonrió.

—Siempre hay otra opción.

—No para mis padres.

—¿Estás aquí, no? Siempre la hay. Aunque hubiese impedimentos en el camino, ahora estás aquí, y vas a hacer lo que te hace feliz. Eso es lo realmente importante. —me sonrió con tanta ternura que me derretí por dentro. Y cuando me di cuenta de ello miré el techo incómoda.— ¿Le has dicho a Cam que... ?

—No. —le interrumpí.— Es que no lo entendería. Está haciendo esfuerzos por ser menos celoso, pero no creo que haya avanzado tanto en tan poco tiempo. Preferiría... esperar.

—Esto no es nada malo. —dijo Shawn tomando mi mano. Hice serios esfuerzos para no apartarla de golpe por la impresión. Una cosa es que Cam, el chico con el que he crecido, me de abrazos, o me haga cosquillas. Y otra muy diferente que un chico nuevo en mi vida me tome de la mano. Tan pronto. — Sólo somos dos amigos conociéndonos un poco más. —sonrió dulce y traté de olvidarme de todo lo demás.

No podía compartir el resto de mi vida con una decena de gatos, por mucho que Cam insistiese en que esa opción le gustaba mucho más.

—Debería ir yendo. —miré la hora y me levanté, pidiéndole perdón con la mirada. Me gustaría quedarme más tiempo, pero la Universidad no está abierta hasta las nueve de la noche.— Me lo he pasado muy bien. Esto ha sido... —miré el teatro divertida. Había dejado muy claro por mensaje mi miedo a que nos viesen en algún sitio juntos.— sorprendentemente efectivo. —ambos nos reímos.— Nos vemos pronto. —no sabía muy bien cómo despedirme, así que opté por darle un rápido beso en la mejilla y salir de allí lo antes posible antes de ponerme roja como un tomate.

¿Eso había sido una cita?

Fame » Old Magcon BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora