—Levántate, tenemos que salir de aquí —dijo, secamente.

 — ¿Quién es usted? —pregunté.

 —No hay tiempo para preguntas ahora, ¡¡levántate y corre!!

Al momento que dijo eso, el hombre se levantó, ésta vez con mucha ira. Sus brazos, escondidos debajo del cuero, ahora se estaban incendiando y, aunque tuviese lentes oscuros, podía ver su mirada, sus ojos eran oscuros y su mirada infundía terror.

 —¡¡Corre!! —apremió la mujer.

Al instante, los dos corrimos en dirección contraria de la casa. Corríamos lo más rápido que podíamos sin parar. No sabía quién era ése hombre, pero no era muy estúpido para saber que tenía que escapar de él.  En una ocasión, volteé a la casa, nos encontrábamos en la esquina de la cuadra siguiente y el hombre hizo otro movimiento de manos y otra bola de fuego salió hacia nosotros. Volvió a hacer más movimientos y más bolas de fuego salieron.

  — ¡Cuidado! —grité, pero era tarde. Una bola de fuego alcanzó a la mujer y salió disparada hacia delante. Rápidamente me acerqué a ella y la ayudé a levantarse, no sin antes esquivar las otras bolas de fuego.

 — ¿Se... encuentra bien? —pregunté tímidamente.

 —No tendremos tiempo de escapar... —dijo, evitando mi pregunta—. Agarra mi brazo —dijo, y al hacer eso, se llevó la otra mano al bolsillo de su saco. Sacó una especie de monóculo y en la lente pude observar un bosque. Acto seguido, todo a nuestro al rededor empezó a disiparse. Todo comencé a emborronarse. Sentí como si alguien nos agarraba de la cabeza y nos levantaba del suelo. Miré hacia abajo y ya no estaba la calle y las casas. Nos encontrábamos en  un lugar blanco, no sentía el suelo, así que supuse que estábamos flotando. Después, un ambiente tétrico comenzó a formarse en frente nuestro. Se veía como si fuese polvo y luego tomase forma. Al formarse, vi que nos encontrábamos en un bosque, pero no cualquiera. Era el mismo que había visto en el monóculo. Los árboles eran altos y se veía neblina, como aquellos bosques de películas de terror.

 Al momento de... terminar de transportarnos, varias personas se acercaron a nosotros y formaron un círculo alrededor nuestro. La mujer se acercó al círculo y entró en la formación. Me sorprendí por eso y a la vez me asusté, aunque con lo que ha sucedido, no creo que sea lo más impactante. Observé la gente que se encontraba ahí, conté dos hombres y cuatro mujeres (incluyendo con quien me encontré) y a alguien con una sudadera con la capucha puesta y lentes oscuros. Creí que era el mismo hombre que me había encontrado, pero no, éste era más joven.  Pasaron algunos segundos en donde todos me seguían observando hasta que hablé:

 — ¿Qui... quiénes son...ustedes? —pregunté  nerviosamente.

 —Nosotros somos Los Elegidos —habló el hombre al lado de la mujer que encontré. El hombre era alto y robusto. Su mirada era seria con unos ojos marrones muy oscuro y tenía la piel blanca. Llevaba un sobretodo negro encima de una camisa gris y un pantalón negro. Podría tener entre 40 y 50 años.

 — ¡La Legión de los Superhéroes!- bromeó un hombre de no más de 30 años. Se encontraba a mi derecha. Llevaba una sudadera de color roja y jeans azules. Su cabello estaba revuelto y era de un color castaño claro. Su piel se veía bronceada, o no sé si era un efecto por la niebla. Su mirada era divertida, parecía estar disfrutando eso. El hombre me saludó alegremente y yo desvié la mirada hacia el primer hombre que volvió a hablar

 —Calla, Frank —dijo, refiriéndose al hombre alegre—. Bueno, como has oído, somos como una especie de superhéroes y necesitamos tu ayuda.

 — ¿Mi... ayuda? —pregunté en tono de burla—. ¿Cómo que mi ayuda? Nunca me piden ayuda....

—Pero nosotros sí —habló la mujer que me encontró—. Soy Ingrid, mucho gusto —dijo, acercándose a mí y alzando su mano para estrecharla. Yo hice ademán de estrecharla pero dudé, no conocía bien a ésa... a Ingrid. Como no estreché su mano, Ingrid la bajó y volvió a la formación

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin