Capítulo III

4.5K 223 13
                                    


Al escuchar la voz, Cristina se apartó bruscamente, dejando a un Dionisio deseoso de más. Incapaz de atreverse a mirarlo a los ojos, Cristina le dio la espalda y Dionisio no pudo reprimir una sonrisa de satisfacción.

-Buenas noches -volvió a decir aquella voz. Dionisio reconocía esa voz. Era de uno de los meseros que había contratado para aquella cena.

Dionisio abrió la boca para decirle algo a Cristina, pero prefirió callar, en su lugar, inhaló profundamente y fue a ver al mesero.

Cristina por su parte estaba muy avergonzada consigo misma, se sentía culpable por lo ocurrido momentos antes ¡Por Dios, había besado a un hombre que no era su marido! ¿Cómo pudo haber sido capaz de tal bajeza? ¡Estaba casada! ¡Su marido merecía respeto!

*Dios mío... ¿Qué hice?* se preguntó angustiada, pero en el fondo de su ser, la horrorizaba darse cuenta de que el beso había sido de su agrado.

Sí, le había gustado el sabor, la calidez y la forma de besar tan pasional de Dionisio. Le había gustado la forma en que sus labios se movían a un único ritmo, la forma en que sus brazos se ajustaban a la perfección al abrazarlo por el cuello, la forma en que Dionisio la rodeaba por la cintura, estrechándola más cerca de él, haciendo que las caderas de ambos estuvieran en contacto en una sinfonía casi perfecta...

*¡¿Pero qué estoy pensando?!* se preguntó horrorizada.

Ella no tenía que pensar esas cosas, no tenía que gustarle el toque y los besos de un hombre que no fuera su marido.

*Dios mío...* jadeó internamente.

¿Acaso un beso contaba cómo infidelidad? Se preguntó con culpabilidad.

-¿Cristina? -Era Dionisio. Cristina seguía de espaldas pero escuchaba sus pasos acercándose cada vez más.- ¿Estás bien?

No. No lo estaba. ¿Cómo podría estarlo después de lo ocurrido? Si aquel hombre, fuera quien fuera, no hubiera llegado a tiempo, no quería pensar que hubiera pasado después... Lo mejor sería irse.

-Eh... Sí, sí... -dijo nerviosa, pasándose una mano por el cabello. Armándose de valor, se giró y se enfrentó a su mirada.- Por favor, llévame a mi casa.

-Pero, Cristina... Aún no hemos cenado.

Cristina apretó la mandíbula.

-Dionisio, después de lo que acaba de ocurrir no puedo quedarme.

Él la miró con diversión y le dedicó una media sonrisa.

-No pasó nada malo.

Ella no le devolvió la sonrisa, en su lugar levantó la barbilla de forma desafiante.

-¿Un beso no es algo malo? -preguntó.

-Si lo que quieres es que me disculpe por haberte besado... lo siento. No lo haré.

-Te recuerdo que soy una mujer c-a-s-a-d-a. -deletreó la última palabra, con los dientes apretados.

-¿Y? -dijo casi con cinismo. Suspiró y se fue acercando lentamente a Cristina.- Yo no tengo ningún problema con que usted sea una mujer "prohibida".

Cristina lo miró como si se hubiera vuelto loco.

-¿Pero qué está diciendo? -preguntó incrédula y enfadada.- ¿Es que acaso va por la vida besando a mujeres casadas? -preguntó aún más enfadada con la idea.

*Celos...* le dijo su mente.

*¡Por supuesto que no!* se respondió a sí misma.

-No, Cristina. -le sonrió divertido.

Ella respiró aliviada por su respuesta y eso la molestó más.

-Entonces le suplico me lleve a mi casa.

-Cristina...

-Dionisio, por favor entiende -lo miró casi suplicante.- Esto no puede ser, yo amo a mi marido, lo único que puedo ofrecerte es mi amistad... nada más.

-Yo ya te expliqué que no tu quiero amistad.

-Entonces, lo siento. -dijo, caminando hacia la puerta.

Dionisio la detuvo, tomándola del antebrazo. Ella no se giró a verlo.

-¡Está bien, está bien! -Dionisio aprovechó y la sujetó con ambas manos por sus antebrazos, acercando su rostro al cabello de ella el cual despedía un aroma agradable.- Por favor, Cristina... -Murmuró con voz ronca contra su cabello.- Quédate a cenar. -suplicó.

Cristina cerró los ojos ante los escalofríos que le provocaba el toque de Dionisio junto al tono grave de su voz.

-Pero...

Dionisio la hizo girarse hasta quedar frente a frente.

-Si lo que quieres es una velada como amigos, así será y si lo que te preocupa es que te vuelva a besar... prometo no tocarte durante toda la cena. Te juro que sabré comportarme.

Cristina calló un momento, sabía que lo correcto era retirarse, irse a su casa en donde la esperaba su mari...

*¿Tu marido?* se burló su mente *En tu casa no tienes a nadie que te esté esperando*

El saber esa verdad le dolió, quizá fue por ello que decidió darle una oportunidad a Dionisio, solo esperaba no arrepentirse después...

-Está bien, Dionisio... Me quedaré a cenar -sonrió.

Dionisio le devolvió la sonrisa.

<<<

La Mujer Que Yo RobéOù les histoires vivent. Découvrez maintenant