Capítulo 15

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Despedida.

Hoy sería el entierro de mi abuela. Toda esta situación todavía se me hace difícil de asimilar. Pensar que hace dos días la fui a visitar al hospital y ahora no está. Me dijeron que se estaba recuperando favorablemente y ahora esto.

Joel no se había separado de mí en estos dos días que habían pasado. Ha estado a mi lado todo el tiempo brindándome apoyo. Ayer vino Alan y lamento que Joel y él se hayan tenido que conocer en esta situación. Ahora me estaba vistiendo para ir al entierro. Creo que un traje negro, unos tacones del mismo color y unas gafas oscuras servirán. No me esforzaré en maquillarme ya que no he echo nada mas que llorar. Salí de mi habitación para encontrarme con mi padre, vestido formalmente de negro. Nos dirigimos unas miradas tristonas para luego bajar a la planta baja y encontrarnos con mis primos y a mis tíos, todos vestidos iguales. Mi tía abrazaba a su esposo fuertemente mientras lloraba. Lo más que me indignaba de esta situación es que nadie había venido a visitarla en cinco malditos años y ahora todos estaban tristes porque la abuela se fue. Miré a todos y luego salí de la casa hacia la camioneta de mi padre. Si, me iría con el solo por hoy. Sólo trataba de hacer la paz aunque sea por hoy. Luego de varios minutos en la carretera llegamos al cementerio. Caminé a una de los asientos vacíos y me dispuse a mirar al sacerdote quien se preparaba para comenzar con su discurso. Vi que Eduardo, uno de mis primos, se sentaba a mi lado.

-¿Cómo estás?

¿Es broma?

-Mal. - contesté sin ganas de discutir.

-¿Cómo han estado las cosas estos cinco años que no nos hemos visto?

-Todo ha estado bien, igual que siempre. - contesté.

El me miró y entendió que no tenía ganas de hablar. Cuando miré hacia al frente vi que el sacerdote abría su Biblia y se aclaraba la garganta para comenzar a hablar.

-Estamos reunidos en esta hermosa tarde para honrar la memoria de Julie Aravena. Una gran madre, hermana, abuela y tía.

Me desconecté totalmente del mundo cuando el sacerdote comenzó a hablar. Aún no podía creer que no la vería nunca más. Que ya no me regañaría, ni me aconsejaría, que no tendría más pláticas con ella. Miré al cielo buscando una explicación del por qué de su partida pero me sentía estúpida al no recibir respuesta alguna.

-Patricia La Santa. - dijo el sacerdote sacándome de mis pensamientos. Era mi momento de ir al frente.

Me levanté y caminé hasta al frente donde minutos antes se encontraba el sacerdote y suspiré mirando a todas las personas que tenían sus ojos clavados en mi. - Bueno, no soy muy buena dando discursos. En realidad eso lo heredé de mi abuela así que esto será un poco corto y breve. Mi abuela era una gran persona. Siempre llevaba una gran sonrisa a pesar de todas las situaciones y a pesar de sus años también. Para mí era más que mi abuela. La consideraba mi madre y mi amiga. Era de esas personas que si hacías algo mal te lo diría sin pensarlo y te aconsejaría si era necesario. Recuerdo aquella noche cuando tenía 11 años que comenzaban a caer rayos y truenos y que estaba realmente asustada. Me escabullí hacia su habitación porque tenía miedo y como no despertaba me acomodé a su lado. A las seis de la mañana me desperté en el suelo ya que me había empujado de la cama, razón por la cual desde entonces prefería dormir con el perro. - dije robando algunas risas - Se que esperaban algo dulce pero no soy una persona sentimental. Lo único que puedo decir es que mi abuela era una gran persona y una gran mujer que me inculcó grandes valores y a pesar de no estará más con nosotros siempre estará en mi corazón. - dije mientras se me quebraba la voz - Descansa en paz abuelita.

Terminando ese pequeño discurso, pasó mi padre a decir unas palabras y luego comenzaron a bajar el ataúd a la gran tumba. En ese momento sabía que no aguantaría más y comencé a llorar fuertemente mientras veía como poco a poco bajaban el ataúd. En ese momento sentí una mano en mi hombro. Me voltee para ver a Joel. El me sonrió débilmente y yo lo abracé fuertemente.

-Ten. - me dijo suavemente dándome una rosa blanca la cual lancé al vacío. Joel pasó su brazo por mis hombros dándome un abrazo de lado. Traté de sonreírle débilmente sin poder evitar que lágrimas salieran de mis ojos.

-Se fue, Joel. Se fue. - susurré poniendo mi cabeza en su hombro.

-Se fue a un mejor lugar. - acarició mi mejilla - ¿Vez esas nubes que están ahí? - preguntó señalando al cielo y yo asentí - Ella te está mirando desde ahí. Desde ahora siempre va a estar a tu lado aunque no la veas, siempre recuerda eso.

Yo lo abracé otra vez y dejando que las lágrimas viajarán libremente por mis mejillas. Estuvimos así un rato hasta que mi padre me llamó y nos fijamos que éramos los únicos que faltaban en marcharse del cementerio.

-Patricia, ya nos vamos. - dijo mi padre acercándose.

-No se preocupe, señor. Yo la llevaré a su casa más tarde. - dijo Joel comprometiéndose.

-Bien, te espero en casa. - me dijo y luego se marchó.

-Creo que alguien quiere verte. - me susurró Joel al oído y yo me voltee para ver a Alan.

Rápidamente me lancé a él y lo abracé fuertemente. El se quedó en silencio mientras acariciaba mi cabello. Yo me separé de él para limpiar mis lágrimas y tratar de sonreír aunque solo salió una mueca.

-Vamos. - dijo Alan pasando su brazo por mis hombros para luego caminar hacia Joel.

-¿Que haremos? - pregunté.

-Compraremos unas oreos con leche y nos sentaremos a ver la nueva temporada de Teen Wolf. - dijo Alan. Se veía que me conocía bien.

En serio no sabía que haría sin Alan y ahora sin Joel. Joel me ha brindado gran apoyo y Alan siempre está ahí para animarme cada vez que es necesario. Alan es el chico más importante en mi vida mientras Joel va en proceso. Ambos significan muchas cosas para mí y aprecio que estén a mi lado ahora que más los necesito.

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Bad Girl - Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora