Capítulo 35

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(Escucha la canción mientras lees si quieres llorar un poco)

Abro la puerta del apartamento con los ojos llenos de lágrimas. Mis piernas están temblando y jamás me sentí tan triste y tan llena de valor al mismo tiempo.

Son un poco más de las once, las luces están apagadas y solo me detengo un segundo para ver esa foto en la sala de estar, de ambos, sonrientes, felices, abrazados y mirando a la cámara con el Big Ben de fondo.

No puedo creerlo, no quiero creerlo, pero sé que es lo correcto, lo único que debo hacer para empezar a liberarme, es esto, acabar con ese problema que yo siempre creí que era mi única solución y salvación.

Limpio una lágrima que escapa y camino con miedo hasta la habitación. Las luces están encendidas y oigo el sonido particular del canal deportivo.

Tengo que hacer esto, quiero hacer esto, pero ni siquiera sé por dónde comenzar.

Hay dolor, hay enojo, hay miles de cosas que quiero decirle, pero que al mismo tiempo no servirán de nada.

Me asomo a la puerta, él está ahí, viendo su celular, pero nota mi presencia y no me dice nada.

Esto será más difícil de lo que creí.

—Hola... —susurro desde el umbral.

—Hola —responde en el mismo tono que yo, no me mira, no hace nada.

Esto no es lo que quiero, tal vez nunca lo voy a querer, necesito otra cosa y esto no va a funcionar.

—¿Cómo te fue?

—Bien, el cliente está conforme con mis diseños.

Alex deja su celular a un lado y por fin me mira.

—Me parece bien.

Cruzo toda la habitación sin dudarlo, entro al armario y un ataque de ansiedad me invade por completo. Sólo estoy aquí perdiendo el tiempo, debería esperar hasta mañana para que todo sea más fácil, pero siento que tengo que salir de este apartamento ahora, sin dudarlo, porque sé que si no lo hago ahora que tengo valor, no lo haré nunca más.

Rápidamente me quito el vestido y los zapatos, me coloco unos pantalones de Jean, zapatillas y una camiseta de algodón, ato mi cabello, me subo a la estantería de la derecha y tomo mi maleta más grande.

Trato de no hacer mucho alboroto, pero cada vez me desespero más, no quiero estar aquí, está vez se realmente lo que debo hacer y solo quiero cruzar las puertas de salida sin más.

No quiero esto, ahora lo sé.

Tomo algunas prendas, lo necesario para sobrevivir por unos días. Toda mi ropa está aquí, toda mi maldita ropa.

Coloco lo que puedo en la maleta con prisa, nada extravagante, solo lo básico, cuando la lleno por completo me aseguro de tener la carpeta con todos mis papeles importantes, la coloco encima de la pila y la cierro.

Tomo mi chaqueta de cuero, acomodo otros mechones de cabello que se soltaron y cuando estoy lista salgo hasta la habitación y lo miro.

Tengo lágrimas en los ojos una vez más, esto me dolerá, porque es imposible que no me duela, pero tengo que hacerlo, voy a hacerlo sin pensar demasiado. Quiero esto, ya no lo quiero a él.

—¿Qué haces?

Él se pone de pie de inmediato, me mira de pies a cabeza y noto que tiene los ojos abiertos de par en par, está confundido y solo me mira.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora