Especial

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—Ve y háblale —me alienta Max una vez más—. Si no lo haces, yo lo haré.

—Déjala en paz, solo vas a aterrarla aún más con toda forma directa.

Max sonríe y ambos seguimos mirándola como dos idiotas.

Hace una semana que la veo todos los días en clase, una semana en donde la única vez que escuché su voz fue el primer día, cuando se presentó delante de todos.

La observé todo el tiempo, es algo escalofriante, lo admito, pero no lo sé, ella me gusta bastante. Bueno, no sé si es gustar, pero me llama mucho la atención.

Ella sigue sentada al lado del rarito, se que le habló algunas veces, pero eso es todo.

La campana suena y ella va a sentarse en la banca del patio, o en cualquier otra banca, pero está sola, completamente sola.

—Bueno... ¿Vas a hacerlo o no?

La miro una vez más, está de perfil a nosotros, tiene ese cuaderno con flores en mano, después veo como se voltea en nuestra dirección y nos mira un instante, pero luego aparta la mirada con prisa.

Mierda, acaba de vernos mientras que la observamos como si fuese un animal exótico. Bueno... No es un animal exótico, pero es una chica exótica.

Todavía no vino a coquetearnos. Y creo que es eso lo que más nos llama la atención a Max y a mí.

—Solo ve... —dice Max una vez más.

Suelto un suspiro, me pongo de pie y la campana suena.

Mierda.

Todos comienzan a moverse en dirección al pasillo y ella es una de las primeras en desaparecer entre la multitud.

—No te pongas así, en el siguiente le hablas.

—Esto espero. Creo que está huyendo de nosotros.

—Motivos le sobran. La estuvimos viendo toda la semana como si fuésemos a secuestrarla.

La clase de biología acaba y antes de que todos se pongan de pie, estoy parado delante de su pupitre. Me siento como un idiota, la corbata está molestándome y creo que empecé a sudar. Es ridículo.

—Hola —balbuceo cuando ella me mira. Está sonrojada y aprieta con fuerza su cuaderno, como si alguien fuese a quitárselo.

—Hola.

Se pone de pie y trata de avanzar, pero un impulso en mi hace que la detenga.

—¿Eres Iana, cierto? —pregunto de manera estúpida.

—Sí... Iana Cole.

Mierda de nuevo. No tengo idea de que decir. Jamás había pasado por todo esto, es incómodo. Nunca tuve que hablarle a una chica. Ella siempre son las que me hablan.

—Bueno... Soy... Soy Álex, Alex Eggers, y el que está allá —me volteo en dirección a Max y lo señalo—. Es Max, mi mejor amigo... Y creemos que... Bueno... ¿Quieres estar en el grupo para el proyecto?

Ahora ella tiene los ojos abiertos de par en par y me mira.

Por Dios.

Sus ojos son muy azules, como el cielo, y es extraño pero sus cejas oscuras y su cabello rubios son algo muy llamativo, me siento como un imbécil viéndola.

—Los grupos son de dos personas, y tengo compañero —me señala el pupitre del rarito y me sonríe levemente—. Gracias. Tengo que irme...

Ella llega hasta la puerta, donde está Max esperándome, sale rápidamente y yo trato de alcanzarla, pero hacer eso sería extremadamente estúpido.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora