Capítulo 4

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Llego al sexto piso del gran edificio sudando. Corro hacia el otro maldito recibidor y una chica de cabello corto me escanea de arriba abajo con desaprobación. Sí, lo sé, parezco una pordiosera, pero eso no importa ahora.

—Buscó a Lana Cole —le digo entre jadeos.

—Iana —me corrige.

—Sí, ella. ¿Dónde está?

—Pasillo seis, mesa de diseño dos —murmura mientras que teclea en la computadora.

Corro por todo el lugar y tropiezo con una chica. Por mi culpa se le caen todos los papeles al piso y la oigo insultarme a lo lejos.

—¡Lo siento! —le grito a modo de disculpa. Encuentro el pasillo seis y luego veo a Lana, es decir Hannah, es decir... Bueno a ella.

—¡Lana!—grito de inmediato. Ella se voltea y me detengo al ver que tiene los ojos rojos y las mejillas empapadas—. Es decir... Iana, Eh... Yo...

—Llegas tarde... —murmura secándose las mejillas con el dorso de su mano. Está apoyada sobre el escritorio y hay unos cuantos pañuelos manchados de delineador y rímel encima de unos papeles. Verla llorar me desconcierta y solo puedo sentirme culpable.

Me acerco de manera cautelosa y luego apoyo mi mano en su hombro.

—Te he traído tus diseños —le digo para ver si eso la anima, pero al oír esas palabras comienza a llorar de nuevo.

—Me despidieron... —dice con un hilo de voz. Cierro los ojos y siento como el alma se me cae a los pies.

—¿Qué...? Es mi culpa... —murmuro con un nudo en la garganta. Ahora yo también quiero llorar con ella. Soy una estúpida y Alex me mandará a volar cuando lo sepa. No volveré a verlo jamás.

—No es tu culpa —dice, tomando otro pañuelo descartable. Se limpia la nariz y eleva su mirada hacia mí. Ver sus ojos castaños así me desconcierta y me siento la peor persona del mundo. No es la misma chica sonriente de esta mañana—. Adelantaron la reunión porque el cliente llegó antes y... ¡La estúpida del pasillo siete me robo el lugar!

—Lo siento, esto es...

—No es tu culpa —asegura—. Fui una tonta por olvidar esa carpeta... Estaba segura que la había dejado en el coche... Y ahora no tengo trabajo, mis padres se decepcionarán de mí...

Me muevo incómoda sin saber que hacer o que decir. Este tipo de situaciones no son para mí.

—¿Quieres que le dé una golpiza a la estúpida que te robo el lugar? —pregunto con una sonrisa. Logro hacerla reír aunque su risa se mezcla con el llanto.

—Gracias por hacerlo, Iris —me dice con el tono de voz cargado de dulzura. Si yo estuviese en su situación, ya le habría partido la cara a la del pasillo siete y probablemente el edificio estaría en llamas ahora mismo.

—¿Segura que estarás bien? —

—Iré a casa a descansar... —dice tomando algunas de sus cosas—. Ya no tengo nada que hacer aquí.

Debo admitir que siento una punzada de celos al ver como toma un portarretratos, con una hermosa foto de ella y Alex abrazados y sonrientes para la cámara.

—Cariño... —susurra el sujeto que provoca que mis celos aparezcan de la nada. Ella lo ve y comienza a llorar de nuevo, él abre sus brazos de par en par y ella se lanza a ellos mientras que oculta su cara. Agacho la mirada sintiéndome completamente incómoda. Solo quiero irme.

—Lo lamento, amor —dice él y cierra los ojos al oírla sollozar mientras que sus hombros se sacuden por el llanto—. Tengo el resto del día libre... —le informa con una dulzura en su tono de voz que me derrite a mi—. Podemos estar juntos, nos quedaremos en casa y...

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora