Capítulo 25

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Iris está nerviosa, puedo notarlo, pero trata de relajarse. Me mira fijo, suspira y después observa mi erección.

Verla así me pone cada vez peor, esto es una locura, pero no quiero y no puedo detenerlo. Ver sus senos así, tan blancos, firmes, sus pezones duros... Ver su cabello rubio casi perfecto, y esa boca... Estoy malditamente loco porque lo haga.

—Acércate, Iris —susurro a duras penas. Ella lo hace, sigue de rodillas, tiene sus manos apoyadas sobre mis muslos, pero acerca su rostro al mío.

La beso dulcemente, trato de quitarle todo el miedo, acaricio su mejilla levemente y muevo un poco más mi boca junto a la suya. Ahora estoy malditamente embrujado y ella también. Nos empezamos a besar con deseo, con pasión. Este beso es la mismísima tentación y lujuria. Ella me enciende aún más, mi erección comienza a doler y necesito que lo haga de inmediato.

—Te ves hermosa, Iris —susurro, rozando mis dedos levemente por sus pezones—. Voy a hacerte muchas cosas que te van a encantar, quiero que grites mi nombre como lo hiciste el otro día... —Paso mis manos por sus hombros, su cuello, sus labios, y me detengo ahí. Tengo el dedo índice y el mayor sobre su boca, ella me mira, pero después veo una chispa, esa chispa que encenderá esto aún peor.

—Mójalos —ordeno, mirándola fijamente. Ella abre la boca y yo cierro un poco los ojos cuando chupa mis dedos.

Mierda... No podré aguantar esto por mucho tiempo.

La tomo del brazo, me muevo como puedo y la siento en el sillón. Voy a tener que empezar el juego, pero no me importa hacerlo. Quiero que confíe en mí, que pierda la vergüenza, que se libere y haga todo lo que quiera, y lo que yo se lo pida también.

—Alex... —tiene la respiración agitada, los ojos abiertos de par en par y ahora su cabello está alborotado.

—Voy a empezar yo, Iris —informo con una sonrisa.

Acerco mi boca a sus senos y comienzo a besarlos levemente. Besos inocentes, dulces, besos que hacen que ella cierre los ojos y se refuerza solo un poco.

Me encantan esos senos tan blancos, me provocan deseos de golpearlos unas cuantas veces y verlos ponerse rojos...

Respiro sobre su piel, jugueteo con su cuerpo, con las sensaciones, y después devoro su pezón derecho. No me importa parecer desesperado. Lo estoy disfrutando y ella también. La oigo jadear y gemir unas cuantas veces y eso me incita a hacerlo mucho más.

Lo muerdo levemente, lo estiro y después vuelvo a chupar. Ella está sin aliento, se retuerce y admito que me gusta verla así.

Mis manos acariciando su cintura, sus piernas y su sexo por encima de la tela de su pantalón que empieza a molestarme.

Hoy no me voy a controlar, le daré todo lo que ella quiere y más, muchísimo más.

—¿Quieres que siga, Iris? ¿Quieres que te bese aquí? —toco su entrepierna y ella asiente muchas veces, rápidamente.

Sonrío con malicia, beso su vientre unas cuantas veces y después desabrocho su pantalón.

—Oh, por Dios... —susurra, moviendo unos mechones de pelo de su cara—. Hazlo de una vez, por favor.

—Iris se mueve rápidamente y se quita su pantalón y la ropa interior de algodón sin que yo haga nada. Me toma por sorpresa de nuevo, pero me encanta verla así, tenerla así.

Miro su cuerpo y trago el nudo que tengo en la garganta, ella está ahí, esperando que yo le haga lo que sea.

—No tienes idea de todo lo que voy a hacerte, Iris —susurro una vez más.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora