Capítulo 7: La llave

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Camino hacia la habitación también, siguiéndolo, tragándome el miedo e intentando ser valiente. Estas situaciones en las que verdaderamente nada sucede no merecen que seas presa del pánico. Él está a punto de entrar a la habitación, pero algo extraño sucede.

Momentáneamente su gruñido se detiene, se lame la boca y me mira con curiosidad. Lo miro con el ceño fruncido ¿Cómo puede estar asustado y enojado y de repente estar tan tranquilo?

Bosteza y se va corriendo hacia la habitación de papá.

Me quedo de pie mirando la habitación. No veo sombras, no veo nada. Pero el miedo se convierte en tranquilidad, justo como le acaba de pasar a Win. Es demasiado extraño. Hace un instante me bajaban escalofríos y ahora sólo miro la puerta entreabierta y la oscuridad que esconde, sin sentir nada. Mi anillo café lentamente se torna azul claro y el frío que sentía hace un rato desaparece.

Entro a la habitación de papá, extrañada.

—¡Qué susto me han metido ustedes dos! —exclama papá—. Emma, estás tan amarilla como el cabello de Winter, ¿qué te sucede?

A pesar de estar más calmada a la vez me siento frustrada. Las cosas que veo él nunca las nota.

—Bueno, papá... ¿Dejaste la puerta de la habitación principal abierta? —digo.

—¿Por qué habría de entrar allí? No quiero ver peras ni fantasmas —responde mientras le da un gran mordisco a su sándwich.

La sola mención de lo último me pone piel de gallina y toda la tranquilidad que sentía se esfuma de repente, el miedo aparece de nuevo.

—No estoy bromeando, papá. Winter comenzó a actuar extraño y le gruñía a la habitación. La puerta estaba entreabierta cuando subimos. —Hablo tan rápido que no sé si me está entendiendo.

Se levanta, con las cejas levantadas, y sale de la habitación.

Winter ya está profundamente dormido en la cama, como si nada hubiera pasado.

Papá vuelve a entrar después de un momento, cerrando la puerta tras de sí.

—Emma, la puerta de esa habitación está cerrada.

Siento como si la tierra me cayera encima. Lágrimas se asoman por mis ojos a medida que mi corazón late con más rapidez de lo normal.

—Pero... —balbuceo, confundida—. Papá, ¿puedo dormir aquí esta noche?

—Me recuerdas un poco a cuando estabas pequeña, ¿sabes? —dice con la mirada perdida—. Después de que murió tu mamá... solías actuar así.

Lo que dice me sorprende. No tengo muchos recuerdos de esa época. Fue hace mucho tiempo ya. Ni siquiera recuerdo su rostro, su voz...

—Sí puedes dormir aquí, hija. Tú duerme en la cama con Win y yo dormiré en el sofá en el que estoy sentado. ¿Te parece?

Asiento.

Me recuesto con Win, sin preocuparme por ir por mi pijama. Después de todo, ¿a quién le preocuparía eso en este momento?

Vemos una película de comedia, pero no me río. Otro pensamiento vuelve a mi mente.

—Papá, ¿viste hoy a un hombre extraño en la subasta?

—Bueno, habían muchos hombres extraños —responde con una risa.

—Sí, pero no ese tipo de extraño —señalo—. Era un hombre alto. Tenía puesto un sombrero, abrigo y guantes, todo negro.

Se lleva la mano a la barbilla, pensativo. Menea la cabeza mientras bosteza.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Where stories live. Discover now