Capítulo 11

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       Al llegar arriba se habían unido dos parejas, una formada por la recién llegada rubia y por Carlos y la otra por Allyson y la jefa, se podía escuchar de fondo el sonido de objetos varios chocando contra el suelo, quejidos, suspiros y labios toparse voraces, se notaba que ninguno de los presentes perdía el tiempo pues en un abrir y cerrar de ojos, la recién venida había sido estampada contra una de las dos peinadoras que se encontraban en el amplio ático de la habitación por el único chico en ella, los labios de este habían invadido la boca de la de dorados cabellos y la de ella parecía adaptarse a la de él mientras sus manos se deshacían de la camiseta de pijama del muchacho casi a los tirones.

       Por el otro lado, la más bajita había aferrado sus manos al cuello de la otra camiseta del colorido (cabe resaltar) conjunto y estaba tirando de ella hacia abajo en busca de sus labios igualmente arrancándole a la jefa una pequeña exclamación de sorpresa que dejó satisfecha a la otra muchacha, quien aprovechó el momento de distracción para dejar una suave pero prolongada mordida en el labio inferior, Stef cerró sus ojos por una milésima de segundo y al volverlos a abrir se le podían notar ligeramente dilatados.

       —Maldición, Allyson, detenme ahora porque después será muy tarde —su voz se oía bastante ronca, su pequeña amiga simplemente sonrió con un brillo travieso surcando por su mirada.

       —Tú fuiste la que nos mandó a venir contigo y nosotros aceptamos, fue un mutuo acuerdo.

       Recordó y con otro beso hambriento evitó la objeción que habría salido de la boca de Stef, esta no habló más, solamente dejó que Ally la atrajera hasta quedar acostadas y "enrolladas" en la esponjosa alfombra, Estefanía coló sus manos debajo de la bata de dormir sobando su abdomen y sintiendo una vez más aquella piel, pronto, a ellas dos se unió la otra pareja, Carlos toqueteaba las curvas de la rubia mientras la rubia introducía una de sus manos en la cinturilla del short de él y la otra palpaba los senos de la más alta debajo de la camisa de pijama y por encima del sujetador apretando de vez en cuando, si antes en el cuarto se oían sonidos, en esos momentos si no estuviera insonorizado, quizá habría sido una madrugada un poco (muy) ruidosa, claro que sí.

       Poco bastó para que las prendas comenzaran a sobrar y posteriormente, a volar por la habitación, pese a que algunas no eran prendas enteras sino partes de ellas, poco les importó a sus dueños este hecho, ahora estaban dominados todos por sus instintos y el momento pasional que estaban viviendo, Carlos realizó una fugaz pausa, misma que aprovechó para abrir con sus manos ágiles y toscas el conocido por todos paquetito, enfundándose el preservativo e invitando a cualquiera de las tres chicas, luego de haber sido estimulada lo suficiente, la más baja fue voluntaria para aquella "especial hazaña", el de cabellera azabache la envolvió por la cintura pegándola a su fornido cuerpo y mientras repartía húmedos besos en el cuello de su actual víctima se iba adentrando en su cavidad generando algunos gemidos ahogados en esta, que se arqueara de puro placer, se moviera para crear fricción entre ambos cuerpos y que se escucharan colisionar entre ambos.

       Sin embargo aquello no quedó ahí, la rubia se había posicionado detrás de la más pequeña en tamaño mientras masajeaba sus pechos y pezones con bastante maestría, aumentando así los jadeos y gemidos provenientes de la garganta de Ally. Por su parte, Stef se había unido a la rucia pero de forma silenciosa colocó una de sus piernas entre las suyas con el propósito de que las mantuviera sutilmente abiertas mientras con su mano emprendía camino ascendente desde el muslo hasta sus pliegues y ahí se instaló, causando estragos en el terreno ajeno y extrayéndole guturales ruidos a su dueña...

       Al día siguiente, las cuatro personas que se hallaban en el espacio, amanecieron en una posición y lugar diferente cada uno. Carlos estaba acostado junto a la esquina del ático, Ally yacía en el sillón reclinable al lado de esa esquina pero lo ocupaba a lo ancho y no a lo largo como se pensaría, Stef permanecía en la alfombra bocarriba y la rubia en una hamaca a la que quizá la jefa la había alcanzado a depositar minutos antes de que le agarrara el sueño igual que a los presentes, la primera que despertó fue Estefanía, la cual arrugó la frente viendo alrededor y sonriendo al recordar la aventura de hacía solo dos pares de horas. La segunda en comenzar a removerse fue la chica aún desconocida para todos, seguidamente, abrió sus ojos también algo desorientada, pero igualmente una sonrisa se pintó en su rostro.

Lealtad por SangreWhere stories live. Discover now