Capítulo 11.Parte 1.

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                                                                                                     11

Raven aspiró una fuerte bocanada de aire cuando la fragancia más rica que hubiera olido nunca flotó hasta su nariz desde la bufanda gris que estaba envuelta alrededor de su cuello. Con dedos agiles subió la bufanda hasta que tapo también su nariz mientras disfrutaba de la picante esencia de roble y bosque que se negaba a desprenderse de la prenda.

El gran suéter negro, varias tallas más grande que su talla, que estaba usando en ese momento también desprendía más de la picante esencia. Raven se sentía completamente arropado y envuelto en una segura y agradable sensación.

Él se recostó más en el blanco sofá y subió sus piernas hasta alinearlas con su pecho y después las rodeo con sus brazos. A pesar de estar usando calcetines y de que la casa tuviera calefacción, sentía las puntas de los dedos de los pies y manos, fríos como carámbanos.

Un gran árbol de navidad estaba en una de las esquinas de la sala y debajo de él, sobre la alfombra y sobre la mesa de café, habían un sin muero de envolturas de regalos echas pedazos.

Por alguna razón, Raven solo pudo enfocarse en esas cosas de la habitación, como si estuvieran resaltando y brillando mientras que el resto se veía borroso y desenfocado.

Extraño.

Raven pronto olvido esos pensamientos cuando un peso se dejó caer a su lado en el sofá. Un brazo musculoso cayó sobre sus hombros de manera posesiva y él fue atraído rápidamente hacia un firme pecho.

Raven escondió una sonrisa detrás de la bufanda mientras se fundía en el medio abrazo. Él cerró los ojos mientras pasaba un brazo sobre la cintura esculpida y extendía su mano a través del material del suéter azul y verde. Otra mano encontró la suya y ambas se entrelazaron firmemente. Más de ese aroma a roble y bosque llego hasta Raven y el enterró su rostro en la fuente del aroma y en donde era más fuerte y cautivante: el cuello.

Tan cálido. Tan acogedor. Contigo... no siento frío nunca más.

La nariz de Raven recorrió el delicado cuello y el cuerpo a su lado se estremeció en una risa silenciosa.

Tanta paz.

Raven abrió los ojos y alzo sus ojos para ver el rostro de la persona que lo hacía sentir tan bien y tan en paz consigo mismo.

Sin embargo, antes de que pudiera obtener un buen vistazo, su vista se oscureció.

Repentinamente Raven se encontraba acostado sobre su espalda. Cuando su vista se aclaró, él se encontró mirando a un cielo blanco azulado dividido en retazos debido a las copas de los arboles cubiertos de nieve que interrumpían su vista.

Él no podía ver el sol en el cielo. En realidad, hacía mucho tiempo que no era capaz de ver el sol.

El mundo a su alrededor estaba cubierto de un blanco cegador, el suelo, los árboles, el cielo. Todo era completamente blanco y asfixiante.

Él estaba acostado sobre la nieve y esta le picaba la piel de su espalda y brazos como si de cuchillas se tratara. La bufanda y el suéter habían desaparecido y él podía sentir que solo estaba usando una simple camiseta y jeans, sus pies también estaban desnudos y cubiertos por una fina capa de nieve.

Raven rodo a su lado y se convirtió en un ovillo mientras rodeaba su cuerpo con sus brazos. Él temblaba incontrolablemente mientras el frío entraba dentro de él, internándose profundo hasta sus huesos y congelando su alma.

Una pareja de lobeznos de color negro como la noche apareció a su lado. Ambos ladraban, gruñendo y corriendo a su alrededor, tratando de atraer la atención de Raven mientras la nieve caía del cielo, cubriendo su cuerpo como si formara parte de él.

Pronto los lobeznos desaparecieron y también lo hizo todo lo demás.

Solo quedo Raven, completamente solo en medio de una blancura infinita que lo cubría todo y a todos.

Solo, siempre solo.

Dios, hay tanto frío. Me estoy congelando.

Que alguien me ayude, por favor, ya no puedo más.

*****

La respiración de Raven era jadeante y dificultosa mientras se quedaba mirando al techo sobre él.

Eso, ¿fue un sueño o una alucinación?

Su cuerpo estaba temblando y él sentía mucho frío, no importaba que las ventanas estuvieran cerradas y que la habitación tuviera calefacción, Raven se sentía como si estuviera desnudo dentro de una bañera llena con agua del ártico.

¿Cuánto tiempo había pasado?

El débil olor del desayuno siendo cocinado llego hasta su nariz, despertando sus adormilados sentidos.

¿Clark aún no se había ido? ¿Era él el que estaba haciendo el desayuno o... era Sebastián?

Raven sentía su pecho oprimido, los latidos de su corazón ralentizados mientras sus ojos volvían a cerrarse.

Su mente era un lio brumoso, no podía pensar con claridad y los recuerdos del día anterior estaban manchados e indescifrables.

Raven lucho por abrir los ojos de nuevo mientras sentía su espalda y su camiseta empapadas en sudor, sin duda mojando el colchón también.

Él no podía hacer que sus miembros se movieran, mucho menos levantar su cabeza. Ni siquiera podía lograr que sus ojos se mantuvieran abiertos.

Estaba paralizado, completamente paralizado.

Un olor cobrizo impregnaba el aire y... entonces comprendió.

Sus brazos estaban laxos a sus costados, los dedos de sus manos se sentían entumecidos y un dolor sordo latía en sus muñecas.

El olor de la sangre era espeso y denso, y Raven pensó en la navaja en el bolsillo trasero de sus jeans de la que nunca se deshacía.

No era sudor lo que empapaba su espalda y las sabanas de la cama.

Era su sangre.

Todo se me ha ido de las manos, pensó mientras sus ojos se cerraban de nuevo, esta vez definitivamente.

La Tortura de Raven. Los Orígenes y la Guerra de los dioses 2 Corregida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora