Capítulo 9. Parte 1

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Raven observó a través de la ventanilla de la camioneta como los arboles pasaban a su alrededor. Su brazo estaba apoyado sobre la abierta ventanilla, sus dedos enfriándose mientras fingía surfear con su mano al aire que se movía rápidamente sobre su piel. El ambiente estaba impregnado con el aroma de los arboles húmedos y el frío característico del invierno que se acercaba cada vez más rápido.

Los instintos de Raven se tensaron.

Nunca le había gustado el invierno, siempre estaba plagado de recuerdos que prefería poder olvidar, y el frío en su interior se hacía cada vez severo con cada capa de nieve que caía a su alrededor.

El camino por el que transitaban en ese momento estaba lleno de baches cada cierto tramo, pero de alguna manera, eso hacia la experiencia mucho más divertida según Raven.

Nunca antes había recorrido un camino tan tranquilo y apacible como ese, en donde los únicos sonidos que se oían eran el del motor de la camioneta y el de los animales que estaban escondidos entre los frondosos árboles a ambos lados de la carretera.

Aunque, ahora que lo pensaba, últimamente había muchas cosas que Raven estaba haciendo que no había hecho nunca antes, como por ejemplo, estar fascinado por cierto hombre de cabello negro que le hacía perder la cabeza.

Él miro hacia el otro lado de la camioneta a través de su visión periférica, observando la manera en que Sebastián sostenía con habilidad el volante de la camioneta, su postura relajada mientras miraba hacia el frente con la confianza y seguridad de alguien que había recorrido ese camino cientos de veces antes.

Disimuladamente la mirada de Raven recorrió los rasgos de Sebastián mientras esté conducía tranquilamente.

Desde el momento en el que Raven había visto a Sebastián se había percatado de que era un hombre hermoso, pero con todas las cosas que habían pasado, Raven no había logrado obtener un buen vistazo del chico. Ahora, sin embargo, el objeto de su obsesión estaba completamente a su alcance para poder observarlo y detallarlo.

Había muchas cosas en Sebastián que Raven se había perdido en su observación inicial, pero que ahora resaltaban a la vista debido a la poca distancia. Una de esas cosas eran las pequeñas arrugas que habían en las esquinas de sus ojos, también estaban las líneas alrededor de su boca que hablaban de que era alguien que reía mucho, o los pequeños lunares negros en su cuello, justo debajo del rastro de barba que le estaba comenzando a salir, y la forma de sus cejas, las cuales eran largas y ligeramente curvadas cerca del final.

Eran simplemente cosas ordinarias a las que normalmente nadie prestaba atención pero que a Raven le resultaban únicas y atrayentes.

Sus dedos ansiaban llegar hasta el otro hombre y trazar con sus dedos un camino en su cuello mientras contaba los lunares, sus labios hormigueaban por llegar y besar las líneas de expresión en el rostro de Sebastián al mismo tiempo que contribuía a agregar nuevas líneas de felicidad a las ya existentes.

El aura que rodeaba a Sebastián era tranquila y brillante, atrayendo a Raven como una polilla hacia la luz. Sin embargo, para Raven, Sebastián era como el fruto prohibido, hecho para ser observado pero no para ser tocado. Porque, Raven lo sabía, una vez que pusiera sus manos sobre Sebastián estaría completamente condenado.

Pero, aunque él sabía que no debía acercarse a Sebastián más de lo necesario, eso no evitaba que su pecho se apretara con un anhelo que rayaba en la locura.

Eso era lo que más odiaba, cuando sus deseos crecían hasta el punto en el que amenazaban con ahogarlo.

Sintiendo como su piel comenzaba a picar, Raven despego su vista de Sebastián y rodeo su pecho con sus brazos mientras un nudo crecía en su garganta.

La Tortura de Raven. Los Orígenes y la Guerra de los dioses 2 Corregida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora