08 ➸ "Se estaba quedando sin tiempo." (último capítulo)

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Lunes. 26 de septiembre, 2016. JFK International Airport. 1:00 pm.

La gente apretaba el cuerpo escurridizo de Bieber mientras él corría por los pasillos del aeropuerto a la velocidad que podía, sintiendo como llevaba a su corazón en la garganta, el cual palpitaba con fuerza y velocidad, obligando a dar grandes bocanadas de aire para no quedarse sin refuerzos para seguir corriendo.

Parecía que el tiempo no jugaba a su favor: mientras más rápido corría, el tiempo se le escapaba de sus manos dejándolo con una sensación de mal estar por todo el cuerpo, el cual lo recorría como la sangre por sus venas. Sin embargo, no perdía la esperanza de encontrar al amor de su vida en alguna de las tantas puertas que aquel inmenso aeropuerto poseía. No sabía ni a qué hora salía su vuelo, ni de qué portal podría salir puesto que había sido tan idiota como para pasar por alto la cartelera con los horarios de los vuelos en el salón principal, pero no iba a volver hacia atrás. no iba a rebobinar entre sus pasos porque se estaba quedando sin tiempo. Sin embargo, corría por el mismo carril que la gente que caminaba con rapidez hacia su próximo vuelo, acompañados de sus maletas y bolsos de viaje.

Sus ojos estaban levemente vidriosos y llenos de lágrimas, al igual que los negros nubarrones que decoraban el cielo de Nueva York en esa tarde: estaba a punto de explotar en millones de lágrimas que podrían confundirlo con una de las nubes del cielo estadounidense. El largo pasillo del lado norte estaba lleno de gente, pero eso no le impidió para seguir corriendo bajo las miradas atentas y curiosas de aquellos que estaban absortos en sus pensamientos y fueron asustados pro las duras pisadas del joven de ojos miel.

A la distancia, y por pura percepción, podía ver como un guardia formado estaba a su disposición, inspeccionando con signo de alerta al muchacho que corría como desquiciado en su dirección, antes de llevar su mano hacia su cinturón, donde tenía sus elementos que podrían ayudarlo a alejar aquel joven de allí y obligarlo a salir del establecimiento.

"Señor, está prohibido correr por estos pasillos. Si no se tranquiliza, me temo que voy a tener que pedirle que abandone el edificio." Su tono de voz no hizo más que provocarle un escalofrío que recorrió su columna vertical antes de obligarse a si mismo a calmarse y mantener la calma si no quería ser echado del aeropuerto.

"¿Sabe de dónde salen los vuelos hacia Londres?" Con pura desesperación denotando en su voz, el hombre frente a él bajó sus manos, soltado un suspiro antes de aclarar su garganta y acomodar las hombreras de su traje policial.

"Me temo joven, que el vuelo hacia Londres sale de dos pasillos más arriba." Murmuró antes de asentir con su cabeza y pasar la mano por su larga barba, mientras con su mano libre le indicaba las instrucciones para subir por las escaleras de emergencias que lo llevarían más rápido hacia el pasillo central.

Y corrió. Corría como si su vida dependiera de ello, corría porque su corazón se iba muriendo con cada paso que daba, y corría por cada recuerdo que atemorizaba el recuerdo de su amor. Corría porque él tenía la culpa de esa situación, y corría porque no quería estar solo. Corría porque amaba a Cassandra, y corría porque sabía que ella también lo amaba. Corría porque su "yo" de diecisiete años lo alentaba a seguir corriendo para re encontrarse con la chica de sus sueños, exigiéndole que no vuelva a lastimarla y le diera la felicidad que ella merecía. Sus dedos temblando, sus piernas reaccionando inconscientemente hacia la subida de los escalones y sus ojos fijos en su próximo objetivo: la puerta de salida hacia el siguiente pasillo.

Su mundo paró en el preciso momento que sus ojos azules chocaron contra los propios. Sintió como volvía a respirar con calma, aunque su chica estuviera frente a él, plasmada y tomada del brazo de otro, quien lo miraba como si de un fantasma se tratase.

"¡Cassandra!" De pronto, tan sólo existían ellos dos. Cassandra con su mirada fija en él, y Justin caminando a paso apurado hasta llegar a ella y rodear una de sus muñecas con su mano para tirarla contra su cuerpo y abrazarla, como si dependiera del toque suave de ella para no decaer en depresión.

"Justin, ¿qué haces aquí?" Murmuró ella en un suspiro ahogado, separándose de él casi de inmediato para mirarlo con astucia, manteniendo su otra mano fija en el manubrio de la maleta, acercándola a su cuerpo para crear un espacio de distancia entre su cuerpo y el ajeno. "Vete, no estás aquí. Deja de atormentarme." Sollozó antes de cerrar los ojos y dejar caer su cuerpo contra la pared más cercana, sintiendo como Oliver rodeaba su cintura con uno de sus brazos para evitar que cayera al piso.

"Cassandra, no puedo dejarte ir sabiendo lo mucho que te amo, y lo mucho que me amas." Susurró ente pequeñas respiraciones, pidiéndole al acompañante de su mujer con la mirada que los dejara hablar a solos por unos minutos, teniendo en duda si podría ganar esta guerra o no. "Cassie, amor, mirame por favor. No me hagas esto, por favor. Necesito tenerte nuevamente conmigo, no sé qué hacer de mi vida si no te tengo conmigo, soy un maldito desastre sin mi pequeña brújula que alumbre mi norte."

Sus ojos celestes era un mar de recuerdos, aunque se encontraban llenos de olas satánicas que lo empapaban con culpabilidad, llevando una mano hacia su mejilla para limpiar la lágrima rebelde que caía por ella al mismo tiempo que se arrodillaba a su lado.

"Justin, déjalo. Ésto ha terminado hace mucho tiempo." Logró murmurar entre sus lágrimas, mientras miraba a aquella persona que tan feliz la había hecho en un pasado, a pesar de los malos ratos. "Es tarde para arreglar lo nuestro, y aunque te ame, no quiero reconstruir lo que alguna vez tuvimos. Cielo, nuestro amor es como el agua, no sirve si se estanca, y no existe para estar contenido, por eso mismo al agua siempre hay que dejarla fluir. Te querré mil años más si eso fuese posible, pero mi corazón no quiere seguir escociendo por no saber si mañana me vas a querer o si me vas a dejar. Estoy cansada de este por venir que me tiene caminando en la cuerda floja de nuestro amor."

Ambos querían hablar, pero no podían por las lágrimas agolpadas en sus ojos que revolvían su pechos con fuerzas. Los dos estaban pálidos y se miraban como si tuvieran poemas para decirse, sin embargo, las palabras sobraran en aquel momento. Era un amor correcto, en un momento incorrecto.

"Primer llamado para el vuelo de Nueva York con destino a la ciudad de Londres, Inglaterra ."

No le importó que estuviera Oliver frente a él, puesto que tomó sus mejillas con fuerza y logró pegar su labios a los cereza de su chica, olvidándose por un momento de lo que estaba a punto de hacer y decir, olvidando que odiaba las despedidas y olvidando que, posiblemente, sería su último beso hasta la próxima vida que le deparara el destino. Sus labios se movían fluidamente contra los ajenos que estaban mojados levemente ante las lágrimas que sus ojos reprendían por segundo.

"Segundo llamado para el vuelo de Nueva York con destino a la ciudad de Londres, Inglaterra ."

Se separó de ella para dejarla tomar aire, antes de toma ambas de sus manos y posicionar su frente contra la de ella, intentando clamar el dolor creciente que sentía en su pecho. Pero estaba preparado, y necesitaba hacerlo.

Ahora comprendía que su felicidad no estaba ligada a la suya. Que necesitaba conocer el mundo exterior y detonar ciudades con esa bella sonrisa que solo ella poseía. Con la sonrisa atorada de recuerdos -de su primer encuentro, su primera cita, su primer beso y su primera vez-, soltó una risa cargada de nostalgia y se paró de su lugar para acercarse a Oliver y palmar su hombro.

"Cuídala hombre, estoy dejando mi corazón en tus manos." Logró decir antes de ver como el susodicho le daba una sonrisa de lado y ayudaba a su ex mujer a pararse de su lugar para abrazarla y tomar sus maletas, indicándole el camino hacia la zona de embarque.

"Enamórate y quiere a quien tu corazón te indique, pero no te olvides de mí. " Murmuró antes de ver como aquel menudo cuerpo se alejaba en la distancia.

Y la dejó ir. La dejó ir pese a que se sintiese muriendo. Muriendo sin morir, de la manera más dolorosa, lenta, callada y sin ruido: porque la muerte por amor es tan violenta que se lleva tu alma y te deja en pedazos que son imposibles de juntar.


Fin.

ESTOY LLORANDO DESDE QUE EMPECÉ A ESCRIBIR EL CAPÍTULO. Díganme que no soy la única.

Begin Again 2. ➸ j.b | OSWhere stories live. Discover now