Al volver, me mostró un papel levemente arrugado. Era un volante que indicaba la fecha y la hora de un baile que daría lugar en un restaurante en la ciudad.

—Mamá me lo dio porque quería que asistiera con alguien, pero como ya no tengo a nadie a quien llevar, no asistiré —explicó—. Lleva a Ashley.

—¿No es muy... formal? —la miré.

—Un poco, nada más.

—¿Crees que le guste? —ella asintió.

—Será romántico y si ella es exactamente como me has dicho, te aseguro que le gustará.

—Pues... gracias —le sonreí y ella me devolvió el gesto.


Continuamos con la clase de francés y, horas después, me marché. Tenía que preparar todo para la noche. Llegué a casa más temprano de lo normal y, cuando cerré la puerta, escuché el sonido que indicaba que algo había terminado de calentarse en el microondas, ya saben, ese "pip" que se repetía infinidades de veces.

Me asomé en la cocina y encontré la espalda de un hombre. Sí, el único hombre que no tenía autorización de entrar a mi apartamento, pero aún así lo hacía.

—Thomas, ¿quisieras avisarme cuando vas a venir y ahorrarme los sustos? —me quejé y me senté en el sofá.

—Vine a hablar contigo, pero no estabas, entonces entré y me dio sed, así que encontré un té como el que preparaba mi abuela, así que se me antojó y lo preparé —explicó, sentándose en el sofá frente a mí con la taza en mano.

—Dos cosas. Uno —alcé un dedo—, esa taza es de Lorianne. Dos —alcé un segundo dedo—, el té que te estás tomando también es suyo, así que si llegara ahora mismo, te mataría de un solo golpe.

—No se enterará —alzó sus hombros y siguió bebiendo el té.

—Sí lo hará y, cuando lo haga, me culpará a mí. Mañana temprano puedes venir por mi cadáver —mi amigo rió sonoramente—. Como sea, ¿qué querías decirme?

—Invité a Jenna a cenar esta noche.

—Vaya, eso es genial, te felicito.

—Así que si quieres acompañarnos a ella y a mí, puedes ir —sonrió—. Ah y puedes llevar a Ash contigo.


Empecé a reír a carcajadas por la expresión que tenía su rostro a la hora de decir esa broma.

—¿De qué te ríes?

—De tu... —me detuve— Espera, ¿no bromeabas? —negó con la cabeza— Ah. Disculpa.

—No quiero ir solo con ella, me asusta que sea una chica horrible física, emocional y sexualmente —lo fulminé con la mirada—. ¿Qué?

—No seas un idiota. Si ya la invitaste, asegúrate de que pase una noche por lo menos pasable... y que no quede ebria.

—¡Acompáñame! —suplicó.

—No. Iré a cenar con Ash también.

—¿A dónde? —preguntó curioso.

Bienvenida Otra VezWhere stories live. Discover now