Anécdota 2.

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Paul.

Dormir a Paris había sido todo un reto durante los primeros seis meses. A decir verdad me gustaba más cuando estaba dentro de mi y no podía hacer ningún sonido, ahora despertaba cada dos horas llorando, y lo peor era que no sabía que hacer, aunque tenía de ayuda a John. 

    Los gritos de mi hijo me despertaron de nuevo justo cuando estaba a punto de poder conciliar el sueño, solté un bufido y me enrollé en las sabanas, dándole una patada a John para que despertara -Ve a ver a tu hijo- le ordené, pateándolo en la espalda -Arg ¿Podrías dejarme dormir?- preguntó molesto, en búsqueda de la cobija, mientras que los lloriqueos de Paris viniendo de su cuna no cesaban. Solté un bufido y me resigné a levantarme de nuevo, caminé arrastrando los pies hasta la cuna de mi bebé y lo tomé entre mis brazos con cuidado. 

   Me sorprendí mucho al sentir su cuerpo caliente, de inmediato la preocupación se hizo presente; comencé a arrullar a Paris un poco -Espera, espera, ya voy- le pedí, caminando hasta donde estaba John -¡John!- grité para hacerme oír sobre el llanto de Paris, pero su papá ni siquiera se movió -¡John Lennon! ¡Paris tiene temperatura!- volví a gritar, ahora un poco más desesperado. John de inmediato abrió los ojos y se puso de pie. 

   -¿Qué tiene qué?- preguntó, tomando a Paris en sus brazos -¡Tiene temperatura! ¡Debemos de llamar a Johan!- me apresuré a lanzarme contra el teléfono, tecleando el número que ya sabía de memoria a causa de mis llamadas frecuentes para preguntar por como debía de tratar a Paris. Después de tres tonos, Johan contestó -¿Ahora que pasa, Paul?- preguntó adormilado -¡Paris tiene temperatura! ¿Qué hago?- 

    -Dale un baño, Paul, con eso debería de sentirse mejor, y si no, llévalo al hospital- sentenció Johan, y colgó. Sabía que estaba haciendo un gran esfuerzo por aclarar todas mis dudas, tomando en cuenta que estudiaba día y noche, pero en ese momento no evité sentirme enfurecido. -Prepara la tina, John, debemos de bañar a Paris- anuncié a John, que parecía desesperado por calmar a nuestro hijo. 

    -¿Bañarlo? ¿A esta hora? ¿No crees que será peor?- preguntó este, moviendo frenéticamente a Paris de un lado a otro. -¡Dije que prepares la tina!- exigí, John salió refunfuñando hacia el baño, y yo me quedé desvistiendo a Paris, e intentando hacer que se entretuviera un poco, aunque sin buenos resultados. -Ya está lista- anunció John, saliendo del baño con su pijama un poco mojada. -Te prometo que te vas a sentir mejor, Paris- le dije a mi bebé, que no dejaba de patalear y llorar. 

   En un principio, cuando tocó el agua con sus pies, se resistió a ser bañado, haciendo que tanto John como yo termináramos mojados por sus pataleos que salpicaban el agua, pero finalmente Paris cedió y dejó que lo bañáramos. Lloró por unos minutos más, hasta que pareció sentirse mejor y comenzó a jugar en el agua, riendo un poco. Tomé su temperatura y me alivié al darme cuenta de que ya estaba bien. -Bien, bebé, es hora de que salgas de ahí- dijo John tomando la toalla que George le había regalado a Paris. 

   Paris pareció molestarse por salir del agua, y comenzó a tomar a John del cabello -¡Oye! ¡Suéltame!- Paris comenzó a reírse y a patalear en el agua, mojando aún más a John, mientras que yo comenzaba a reírme. -¡Ah, Paul! ¡Quítamelo de encima!- reclamó John, intentando hacer que Paris soltara su cabello, pero en vano. Las gafas de John terminaron resbalando de su nariz y estas cayeron al agua. Pareció que Paris entendió lo que había sucedido y comenzó a reírse más fuerte. 

    Finalmente John logró zafarse del agarre de Paris -Eres igual que tu padre, Paris- reclamó John, mientras Paris chapoteaba un poco más en el agua, ajeno a los reclamos de John -Al menos ya se siente mejor- contesté, tomando a Paris entre mis brazos y cubriéndolo con la toalla, mientras secaba su cabello. -Ponle el pañal, voy a buscar otra pijama para él- le ordené a John, acostando a Paris en nuestra cama. John soltó un bufido y comenzó a intentar cumplir mi orden. 

    -¡Maldita sea!- gritó este, haciendo que me girara hacia donde estaban. Rápidamente encontré el causante del grito de John: Paris se había orinado en su camisa. Comencé a reírme por la expresión de asco de John, pero sobre todo por la risa de Paris, que no dejaba de patalear -Se ve olvidó decirte que se hace del baño si le da frío- comenté entre risas. Me apresuré a colocarle bien el pañal a Paris, seguido de su pantalón de pijama, mientras John soltaba maldiciones en el baño. 

    -Eres un bebé malo, Paris- le dije a mi hijo una vez que terminé de vestirlo -Pero debo de admitir que fue muy gracioso- comencé a peinar su cabello un poco, y este comenzó a bostezar. -Ven aquí, vas a dormir hoy conmigo- acomodé a Paris entre las cobijas, con cuidado de que no fuera a caerse, y este comenzó a cerrar los ojos. Me acomodé a su lado y este se enrolló en mi pecho, aferrándose a mi pijama. John volvió del baño un poco después, ya con ropa limpia, y se acostó al otro extremo de la cama, dejando a Paris en medio. 

   -Es demasiado travieso- comentó John, cerrando los ojos -Creo que le gusta hacerte bromas, a mi nunca me ha hecho algo así- comenté, acariciando el cabello negro de mi hijo, mientras veía como sus ojos castaños, iguales a los de John, comenzaban a cerrarse. -Ya verá cuando sea grande, a ver quién le hace bromas a quién- comentó con cierta gracia John, quedándose dormido lentamente, al igual que Paris. 

    Ambos durmieron toda la noche, por suerte Paris no volvió a tener temperatura, pero aún así no pude dormir, lo revisaba constantemente y me aseguraba de que estuviera perfectamente bien. Criar a un bebé no era nada fácil, pero créanme, valía la pena. 

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¿Qué les pareció? A mi se me hizo algo tremendamente tierno escribir esto <3 

(Las demás partes las voy a publicar dentro de un mes, ya saben)

Paris Lennon-McCartney.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora