Enojo

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Feliz octubre 👻🎃🎉
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El menor entró al cuarto del príncipe por donde acostumbraba a hacerlo. El pelirosa ya lo estaba esperando sobre la cama con un plato con algunas galletas. Antes de que Marshall pudiera saludarlo, Gumball habló:

—Espero que este tipo de galletas te guste, no sabes lo que me costó traer tantas sin que me preguntaran por qué.— explicó mirando al vampiro, quien asintió y se acomodó en la cama a su lado.

—Gracias— le sonrió. Marshall no había dejado de estar feliz en todo el día desde que hizo nuevos amigos. Tomó una galleta con centro de mermelada de fresa y la metió en su boca.

Los niños no siempre son buenos ocultando sus sentimientos, y a menudo les gusta comunicarlos, pues no sienten que deban esconder cómo se sienten. Así que Gumball, sin pensarlo muy bien a la hora de decírselo, simplemente lo soltó:

—¿Te molestó que mis amigos te anduvieran tocando?— preguntó Gumball con inocencia.

Marshall frunció el ceño y siguió masticando mientras negaba con la cabeza.

—Si quieres— continuó el príncipe —Puedo hablar con ellos para que no anden tan cerca de ti. Quizás te guste que algún otro amigo ande cerca tuyo.

Marshall tragó —¿Te refieres a ti? ¿A que tú estés más cerca mío?

—Quizá— respondió esquivando la pregunta —O tal vez prefieras que sea como ellos y ande cerca de ti. No estamos acostumbrados a eso pero podría intentar.

Marshall estaba confundido. ¿Acaso Gumball estaba diciéndole que quería estar así de cercano a él como lo estuvieron Pine y Kenneth esa mañana?

Negó con la cabeza y ser acercó a él, poniendo una mano sobre la rodilla de príncipe.

—No tienes que hacer eso. A mí me gustas como eres y me gusta cómo nos llevamos— respondió sonriéndole cariñosamente.

Las mejillas del pelirosa se tornaron rojizas y su estomaguito dio un vuelco. Le devolvió la sonrisa.

—Vale, perdón. Sólo quería que estuvieras más cómodo.

—No hay problema, Gumball— le respondió y tomó una galleta del plato —Come una, están muy ricas— dijo a la par que ingresaba la galleta delicadamente dentro de la boca de su amigo.

Eso sólo ayudó al mayor a sonrojarse más y reírse. Cuando terminó la galleta decidió seguir preguntando qué tal le habían parecido los niños y si le gustaría seguir comiendo donde siempre se han visto.

Era bastante notable que con el paso de las semanas y los meses, los niños habían adquirido más confianza el uno con el otro, además de haber formado una estrecha relación pese a sus diferencias. Marshall estaba consiente de que antes era muy tímido para realizar cualquier actividad cerca del príncipe, y que ahora no debía pedir siquiera permiso para acceder a su habitación. Y estaba feliz de eso. Marshall estaba muy feliz con su vida actual, y había olvidado por completo que pronto sufriría un cambio, pues su atención estaba centrada, no tanto en su vida social, sino en un niño bonito de pelo rosado.

Gumball, quien ya había pensado en escenarios futuros, más de una vez se preguntó a donde llegaría esta relación, en qué punto habría conflictos, si sus papás se enterarían, si alguna vez podrían salir juntos acompañados de Pine y Ken, si serían amigos de mayores. Había pensado en todo eso, pero había dejado los pensamientos incompletos, sin final, sin saber en qué acababa, usualmente se dormía antes de pensarlo.

En este momento no estaban pensando en eso, estaban pensando en ellos y en lo alegres que se sentían juntos, pensaban y analizaban lo que el otro decía, se comunicaban. Y todo les parecía tan bonito.

Marcas de amor ✧ GumshallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora