1. Gelsey I: Bienvenidas a Léiriú

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Por fin, después de tanto tiempo, vuelve Léiriú. Ojalá os guste el capítulo ^^

Este se lo dedico a Noelia porque fue la primera en comentar en Léiriú II :DD Por cierto, ella escribe fantasía también y por lo que he podido leer, lo hace muy bien ;) 

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«Me complace anunciaros que los últimos esperanzadores rumores son ciertos: ¡Las tropas de Kra Dereth se están retirando! La luz vuelve a salir y nosotros podemos volver a soñar.»

(General Shem, El escorpión colmilludo).

GELSEY I: Bienvenidos a Léiriú

Cuando uno saltaba a través de un agujero mágico acompañado de un extraño monstruo rosa, un bufón siniestro, una misteriosa mujer que me buscaba para que le hablara de su misteriosísimo pasado entre otros seres inverosímiles, ¿qué cabría esperar que habría al otro lado?

La nada que nos devoraba se convirtió de repente en un tobogán gigante por el que bajábamos a tanta velocidad que lo único que podíamos hacer era dejarnos llevar y, tal vez, ésa era la clave para llegar a Léiriú: dejar de intentar ser amos del mundo que nos rodeaba y simplemente permitir que el destino fluyera. El tobogán era más bien una metáfora del abandono de la cordura por su otra cara de la moneda y en vez de divisar su fin, tan solo se complicaba más el recorrido, convirtiéndose en un complicado lazo. En algún momento, aparecieron ramificaciones; podía ver a los demás deslizándose por recorridos diferentes al mío y me embargó la ominosa sensación de que había sido devorado por una criatura horrible y que nos encontrábamos en sus tripas.

Cuando ya pensaba que me deslizaría por un tobogán sin fin por toda la eternidad, empecé a detenerme suavemente, era el final del trayecto. Y tras poner los pies en lo que yo creía que era el suelo, un manto de estrellas se extendió debajo de mí. Las había de todo tipo, desde moribundas hasta recién nacidas. De ellas empezaron a brotar flores y enredaderas de mármol que crecían y se desarrollaban a toda velocidad, conformando a mi alrededor una cúpula inmensa. 

La cúpula tenía varios estrados a diferentes niveles de altura y todos empezaron a llenarse de feéricos. Me rodeaban. Las vestimentas de toda esa gente me resultaban excéntricas, sus rostros, sin embargo, eran un amalgama borroso de varios colores, no podía definir ni uno solo. Salvo el de una mujer. 

Era muy elegante pese a las gemas brillantes que engalanaban su complicado peinado, sus brazos y sus tobillos. De todas las hadas que yo había conocido, solo Idril y las proscritas que se cortaban las alas llevaban joyas. Pero había algo en el rostro afilado de esta mujer que me transmitía serenidad. Las luces se apagaron, pero los vestidos de toda esa gente brillaban en la oscuridad. De repente, me abrazaron unos brazos fluorescentes y me sentí como en primavera. No una primavera cualquiera, sino la de mi espíritu. Así es como debía de haberme sentido una vez, cuando aún era inocente y me creía capaz de trascender a la nieve más azul. Gracioso, porque aún tenía la ilusión de cambiar el mundo. 

Terminó el abrazo de la mujer y comprendí que me hallaba en un juicio, en un juicio de lágrimas. Sobre la tarima más alta e imponente, me reconocí a mí mismo. Llevaba una delicada tiara dorada sobre mi larga cabellera caoba. Me miré a los ojos y me sonreí con una sonrisa cruel que yo jamás habría sido capaz de componer.


Entonces me desperté en otoño.


La ilusión de Fehlion (Léiriú #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora