Capítulo 21

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Pasaron mas de dos años y, al revés del comienzo del capitulo 19, debo decir ahora que sentía que habían pasado apenas minutos desde que había vuelto a ver a Nadia la ultima vez. Al menos así parecía extrañarla. Como el primer día. Nada de olvido ni desinterés.

Pero lo que hace que luego de dos años tenga algo de la historia que contar, es que además de no haber ni olvido ni desinterés, ya tampoco había odio.

Me había costado muchas discusiones, muchas corridas por parte de la policía, muchas horas sin dormir dentro de las fábricas hablando con los trabajadores. Muchísimo más que lo que parecería ser si uno solo tiene en cuenta el calendario.

Entonces me decidí y enfrente la posibilidad de que Nadia se haya mudado y nunca más volver a verla.

Fui hasta su departamento en Ramos y aguarde mucho tiempo mirando la puerta.

¡Podría tan solo salir y hacérmelo mas fácil!, pensé.

Pero no fue así, por supuesto.

Toque el timbre y me alivio escuchar su voz.

No se había mudado y volvería a verla en cuanto salga del ascensor que se veía a penas por los vidrios de la puerta.

Y sonreía. Me vio y sonrió. Supe enseguida que tendría esa imagen siempre como un retrato en mi memoria. Nadia saliendo casi torpemente del ascensor, sonriéndome.

Me abrazo y me invito a pasar. Yo no podía decirle nada. Me sentía nuevo. Otra vez.

Quería contarle de mi nueva forma de ser, de mi nueva forma de luchar, de entender y hasta de escribir, pero estaba sin aliento. Sin pensarlo la abrace con fuerza. Ella sonrió una vez más y me abrazo con fuerza también.

"¿Que por qué me había ido así?" "¿Que por qué no había vuelto?" "¿Que si había encontrado su segundo capítulo?" Eran todas las frases que puedo ofrecerles en lugar de un prolijo dialogo.

Hasta que Nadia abrió la puerta.

Y pude ver a un pibe joven que estaba adentro.

Y luego me dijo que era su novio. Y me vio mal. Y le pidió a Sebastián, ese fue el nombre que escuche, que se fuese, que debía hablar conmigo. Y me aturdía cada vez mas la escena de verme salir corriendo aquella noche donde me sentía incomodo. Y que el pibe se iba y me saludaba amablemente, como si fuese su amigo. Y Nadia hablaba en un idioma extraño. Y me daba vuelta todo. Y Nadia de una cachetada me volvía a mi cuerpo.

– ¿Estas mejor? - me dijo al rato.

Le moví la cabeza diciéndole que si y pude hablar.

– Perdona, debería irme. Creo que si tuve una chance de que te enamores de mi la perdí el mismo día que te deje de regalo el ultimo capitulo de todos mis libros.

Ella se sentó mas cerca mío. Me miro con la misma cara que puso la primera vez que me hablo.

– No- dijo- Nunca tuviste chances de que me enamore de vos. Desde los 15 años estoy enamorada de Sebastián. Que hayas salido corriendo esa noche no cambio nada nuestro futuro. Ojala haya cambiado el tuyo.

Yo levante mis hombros y mi pecho, como recibiendo, gestualmente, cada una de las palabras crudas y secas de su boca.

Pero extrañamente no sentía que Nadia quería ser dura conmigo, sino que simplemente esa era su forma de decir la verdad. Y se lo agradecí sonriéndole.

Eso pareció ablandarla un poco ya que me abrazo y me dio un beso. Yo le sonreí otra vez más.

– Y vos tampoco estás enamorado de mí, quedate tranquilo – dijo.

– ¿Que? Si Nadia. Vine para decirte justamente eso...

– No - me interrumpió – vos sos diferente. Vos amas las ideas. Eso te hace el hombre más grande. - Me acaricio la cara y continuo - Y ahí me podes tener siempre. Como yo a vos.

– No Nadia, te quiero a vos.

Mientras tanto ella lo negaba con su cabeza varias veces.

Yo le estuve insistiendo que si, y ella que no. Hasta tal punto que se volvió gracioso.

Al rato sonó el teléfono y Nadia me pidió que me vaya.

Yo le dije que por que y ella me contesto que porque era peligroso. Le dije de quedarme. Me dijo que no. Le dije que no tenia donde ir y me asuste muchísimo al escuchar a Nadia decirme que me debería ir si o si.

Yo permanecía clavado a la silla hasta que me dijese que ella iba a estar bien.

Entonces me dijo que no iba a pasarle nada, que me quede tranquilo, que ya estaba acostumbrada a esos llamados, que eran por precaución, pero debía irse antes de las 12 de la noche.

Faltaban más de dos horas y cuando vio el reloj se tranquilizo un poco.

– Pasa por acá la semana que viene – me dijo

Yo no me movía.

Fue cuando se dio cuenta de que necesitaría mas excusas para convencerme de que me fuera, que me dijo:

– Mira, héroe, la vez que me conociste me estaba por suicidar. Seguí viviendo porque había empezado a hacer algo que antes no se me había ocurrido como terapia: escribir. Te lo agradezco, siempre. Ya me salvaste la vida. Ahora ¿podes irte? La semana que viene te compro un chocolate por haberme dejado escribir un libro con vos, ¿trato?

– No – le dije.

Ella sonrió y me dijo que era un jodido. La seguridad y tranquilidad que tenia de que todo estaba bien me hacia dudar y por momentos tomaba el quedarme sentado solo como una molestia simpática, una especie de juego. Tenía más de dos horas para jugar así. Pero por momentos también me agarraba pánico y por nada del mundo la iba a dejar sola.

Nadia, que era muy detallista, lo descifro y jugo mas fuerte.

– Toma – me dijo.

– ¿Que es esto?- le pregunte mientras miraba un par de hojas sueltas escritas con tinta negra.

– Ahí tenes. Por un lado el final del libro que empezamos. Tenelo. Y por otro lado, porque sino parece una despedida y no te saco mas de acá, el prefacio de un nuevo libro que empecé. Pretendo discutir cada una de las cosas que veo que esta mal así que te imaginaras que tengo trabajo que hacer – y sonrió melancólicamente.

Me quede en silencio, ojeando las hojas. Me había dado las pruebas necesarias y las palabras justas para confiar en que estaría bien.

Me levante y abrí la puerta para irme.

– Una cosa mas – le dije

Mientras ponía otra vez la cara de aquel primer día, la interrumpí.

– Nada importante, una curiosidad nada mas – la tranquilice- ¿que carajo significa el símbolo de tu capitulo 4?

Y sonrió.

– ¿Símbolo? Son tus pelotitas en el aire. Me agarraste desprevenida, fue lo único que se me ocurrió y que podría dibujar que podría expresar que para mi la belleza es el arte.

Se suponía que después de esa charla debería haberme ido.

Pero tuvimos un cambio circunstancial de planes.

El libro aparecidoWhere stories live. Discover now