III. El cumpleaños de Ealem

Start from the beginning
                                    

—Es más, recordad como comenzó el asunto de la expedición a Crof Jhar. ¡Fue Kiyus quien le convenció! No dejaba de instar al rey día tras día con que esa expedición debía ser realizada para recuperar el prestigio de la dinastía Dantia. ¡Kiyus conspiró para lograr la muerte de Trenkar, el rey al que había jurado lealtad, estoy seguro de ello!

Antes de responder, Trelor observó al resto de los nobles que les rodeaban, quienes estaban concentrados en engullir los manjares servidos, ajenos a la conversación.

—¿Y si nos quitamos a Kiyus del medio? Visto lo visto, que el reino esté catorce años bajo su mando es algo bastante peligroso, más aún que la época de Trenkar. Además, probablemente habrá más nobles que piensen como nosotros y quieran apoyarnos.

—¿Olvidas acaso el potencial de Kiyus?

—¿Te refieres a su enorme grifo de rojo pelaje, Kiuro? Acostumbra a montar sobre él y sobrevolar la ciudad para infundir un gran respeto tanto a los nobles cómo a la gente del pueblo llano. De todas formas, ese pajarraco duerme plácidamente casi todo el tiempo en el patio trasero. Si conseguimos una buena compañía de arqueros y magos para atacarle a distancia, podremos acabar con él.

—El potencial de Kiyus no sólo reside en su grifo. ¿No lo recuerdas? ¡A Kiyus le llaman "El Matador de Tritones" por buenos motivos! Durante el levantamiento de los tritones, quince de estos seres le acorralaron en un acantilado. Algunos de nosotros nos sentimos muy aliviados: le dábamos por muerto, teniendo en cuenta que la fuerza de uno de estos hombres-pez es superior a la de un humano convencional; no obstante, en ese preciso momento, valiéndose de su habilidad como piromante logró conjurar un hechizo de fuego que redujo los quince tritones a cenizas. Tal vez no pudiésemos hacerle frente ni con un batallón de soldados. Únicamente podría derrotarle el guerrero arcano más poderoso de todos los tiempos: Lord Trenkar, al cual Kiyus ha conseguido quitárselo de en medio sin tener que llegar a combatir...

Sir Trelor frunció el ceño, inseguro, con la mirada pérdida.

—¡Sandeces! —exclamó de pronto— ¡Estamos sacando conclusiones estúpidas, hipotéticas, dando por muerto a Lord Trenkar! Os lo vuelvo a repetir: yo no creo en faunos ni demonios, por mucho que digáis. Para bien o para mal, lo más probable es que nuestro rey regrese cuando menos lo esperemos. ¡Así que será mejor que dejemos de divagar, porque tal vez acabemos metidos en problemas!

Sir Khaelor se dispuso a responder, pero en aquel momento la puerta del salón se abrió súbitamente y apareció un soldado. Sudoroso, con la armadura ensangrentada, en su rostro había una expresión grave, de horror y terror.

—¡Mis señores! ¡Se ruega a todos los nobles y caballeros que se dirijan al Salón de Reuniones para debatir una cuestión de vital importancia para el reino, en vista de unos terribles sucesos que han tenido lugar!

Los murmullos se extendieron como la pólvora, mientras que los nobles se ponían en pie dejando a un lado sus suculentos manjares. La preocupación era visible en todos sus semblantes, salvo en el de Kiyus Thaeras, que sonreía confiado.

—¿Decíais algo, Sir Trelor? —musitó Sir Khaelor, irónico.

—¡No hay tiempo que perder! —les apremió el soldado, nervioso.

En ese momento, el príncipe se levantó de su asiento e hizo un gesto a los nobles para que se detuvieran.

—¡Un momento! —exclamó— ¿Qué ocurre, soldado, para que puedas irrumpir de esa manera en mi banquete?

—Señorito Ealem, lo siento mucho. Os ruego que me disculpéis y que permanezcáis en esta sala hasta que la reunión concluya.

—¿Y por qué no me permitís entrar en la reunión? ¡Soy Ealem Dantia, príncipe heredero del reino, y tengo derecho a...!

Caminantes Galkir I. El llanto del fuegoWhere stories live. Discover now