XX. Traidora

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Cuando Krelean despertó le asaltó una extraña sensación encabezada por un terrible frío y un profundo dolor de cabeza. Resultaba desagradable, al ser algo olvidado en su cuerpo perfecto, algo propio únicamente de los humanos. Las quemaduras de su desfigurado rostro suponían el foco del dolor, impidiéndole la visión por uno de los ojos, algo que aún no había asimilado. Furibunda, Krelean maldijo. ¿Cómo podía haber acabado todo así, de aquella manera? Ella era Lady Krelean Thaeras, soberana de los vampiros, la más poderosa, la que nunca se equivocaba. No contaba con que su inocente hermano pudiera declinar la oferta, aunque dicha posibilidad se la había planteado en varias ocasiones; lo cierto era que siempre había dado por supuesto que, de darse el caso, todo concluiría con la cabeza de Pentra rodando por los suelos. ¿Cómo imaginar, pues, que la negativa de Pentra sería rotunda hasta el punto de tratar de cometer fratricidio? Empleando el único ojo por el que a duras penas aún veía intentó averiguar el lugar en el que se ubicaba. Sabía que estaba viva —si es que un muerto viviente podía considerarse así—, lo cual la tranquilizaba; sin embargo, al verse despojada de sus armas y armadura y atada a un tótem de Daithora, se estremeció. ¿Qué podía haber sucedido?

Todo apuntaba a que se hallaba en el campamento principal de los Hijos de la Venganza, pues a lo lejos pudo divisar la oscura tienda de campaña de Groran. Diversos faunos y vampiros pululaban alrededor del tótem, lanzándole miradas de odio, desprecio y burla.

—¿Alguien me quiere decir qué pasa aquí? —farfulló, desesperada y furiosa.

—Sois vos quien nos lo debe decir a nosotros, maldita traidora —respondió un vampiro, al que no tardó en reconocer como uno de sus más preciados subalternos.

—¡Os mandaré ejecutar, perro! —gritó con desesperación, logrando únicamente que brotaran nuevas carcajadas.

En ese momento vio salir de la tienda de Groran a éste en compañía de Grynkas, quienes se acercaron a ella escupiéndole sin reparo.

—No comprendo nada, Lord Groran. ¿Me queréis explicar qué...?

—Se os acusa de traición —dijo Groran sin miramientos de ningún tipo.

—¡No sé de qué habláis!

—De nada os servirá disimular —siseó Groran—. No podréis huir de la verdad. ¿O acaso habéis olvidado la conversación con vuestro amigo paladín? Le propusisteis tomar el mando de los Hijos de la Venganza, convertirle en vuestro rey. Le declarasteis vuestro amor.

Estas últimas palabras las pronunció con especial tono satírico, provocando nuevas burlas y risotada. Krelean desvió la mirada, incómoda, sin encontrar una vía de escape para aquella situación. Muchas respuestas acudían a su cabeza, pero ninguna le resultaba apropiada. Tras una pequeña lucha interior acabó accediendo a sus impulsos primarios, pronunciando una serie de palabras que jamás debió haber pronunciado.

—¡Sí! ¡Así hablé! ¡Y así lo mantengo! ¡Vosotros dos, a pesar de vuestra posición en el ejército, no sois más que unos incompetentes! ¡Por vuestra culpa han pasado ya varios años frente a tan repugnante ciudad sin lograr tomarla! ¡Me repugnáis! ¿Comprendéis, pues, que piense que de haber cambios en el liderazgo de los Hijos de la Venganza la guerra cambiaría su rumbo?

Hubo un murmullo de desprecio entre los diferentes soldados de los Hijos de la Venganza, para luego lanzarle Grynkas una nueva mirada llena de decepción.

—¿Sois consciente de lo que decís? Mi esfuerzo ha sido claramente superior al vuestro, a pesar de no poseer tanta influencia sobre los vampiros.

—Podíamos haberos concedido una segunda oportunidad —añadió Groran—. El puesto de soberana de los vampiros lo habíais perdido con total seguridad, pero si decíais algo lo suficientemente convincente quizá la piedad hubiese brotado en nuestros corazones. Quizá pudieseis haber entrado en los Hijos de la Venganza como recluta rasa, pero tu imprudencia y tu desfachatez te han privado de tales privilegios. ¡Ahora únicamente te aguarda la muerte! ¡No habrá otro destino para los traidores!

Caminantes Galkir I. El llanto del fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora