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JUDITH
Lo ví todo rojo de un momento a otro, sin darme cuenta había cerrado las manos tan fuerte en un puño, que me hacía daño con las uñas al enterrarlas en mi piel.

Me acerqué a Rubén en un dos por tres dando largas y decididas zancadas.

Literalmente le arranqué el porro de sus labios y lo apreté contra la pared, el calor que emitía el porro tornó la blanca pintura de la pared en un color un poco más oscuro, imágenes mías junto a Jace se plasmaron entre mis pensamientos..., el día en que casi nos enrollabamos frente a Rubén y a Mangel, la verguenza que sentí aquel día parecía volver a recobrar vida en mi interior invadiendome completamente, me quedé mirando como se apagaba el porro mientras permanecía metida en mis nostálgicos pensamientos.

Las palabrotas que comenzó a lanzar Mangel, me trageron de nuevo a la realidad.

Rubén había encendido otro cigarro,  y cada vez que Mangel se le acercaba a quitárselo, Rubén lo empujaba hacia atrás, riéndose.

-¡Cálmate de una puta vez, Rubén! -grité alertada, tenía los nervios de punta, él no estaba del todo conciente, y el miedo de que le haga algo a Mangel me comía por dentro.

Mangel volvió acercarse bruscamente, cogiendo a su mejor amigo por los hombros y zarandeándolo contra la pared.

Rubén alzó la cabeza para mirarme, sus ojos estaban rojos y adormilados, pero aun así pude percatarme del odio que transmitían sus pupilas.

Después de dedicarme una coqueta sonrisa torcida, acorraló a Mangel contra la pared, ambos estaban muy tensos, Ruben colocó su brazo izquierso sobre el pecho de mi andaluz, y con su mano diestra le estampó un puñetazo en la mandíbula.

-¡Déjame en paz! ¡Hago y haré lo que se me de la puñetera gana! -volvió a gritar, me comencé a preocupar cuando siguió dándole golpes a Mangel, el hacia lo imposible para alejarse sin hacerle daño, el y yo sabíamos, que Rubén no estaba pensando ni actuando racionalmente.

Comencé a suplicar que soltara a Mangel, pero parecía no escucharme, su mente estaba más concentrada en matar a quien tenía enfrente.

Vi como sangre chorreaba del labio de Mangel, esto estaba mal, todos lo estábamos, ¿Por qué, Rubén? ¿Por qué mierda haces esto?.

-¡Que lo sueltes ya, mierda! -grité de forma desgarradora, dejándome llevar por el pánico y el miedo que ahora sentía por Rubén, un miedo que nunca había sentido antes con él.

Tiré muy fuerte de la camisa de Rubén y lo tumbé sobre las sábanas verde agua de su cama, me senté sobre su estómago para retenerlo con el peso de mi cuerpo, aunque sea realmente tonta la idea, ya que el era más fuerte que yo, y sujeté sus manos para evitar que me quitara de encima por ahora.

Estaba realmente enojada, le solté rápidamente la mano derecha  y antes de que pudiera hacerme a un lado le di una cachetada en la mejilla, dejó de forcejear contra mí y se llevó la mano a la cara, me miraba fijamente y parecía realmente desconcertado, sentía como sus ojos pardos analizaban cada parte de mi, bajó su mano temblorosa lentamente hacia mi cintura, usando sus pulgares para dibujar pequeños círculos en mi piel.

Me estremecí al sentir una especie de corriente recorrer por todo mi cuerpo ante su tacto, su piel estaba helada y distante, ya no sentía la necesidad de acurrucarme entre sus brazos y dormir a su lado.

Miré a Rubén de reojo intentando hacer notar completa "indiferencia" ante su acto, sin darme cuenta tenía sus manos sobre mis pómulos, mientras intentaba acercarme a él, tiré de sus manos hasta quitármelas de encima.

Me hice a un lado, para ayudar a Mangel, que estaba mirándose el labio frente al espejo del baño de Rubén.

Caminé hacia él, y abrí el botiquín que tenia entre las manos, hundí el algodón en el alcohol, para desinfectarle la herida, pero me esquivó asustado.

-¡Quédate quieto! No estoy de humor. -dije mirando por encima del hombro de Mangel, la cara tristona de Rubén.

-Vale, vale.- dijo Mangel riendo alzando los brazos hasta sus hombros para demostrar que se rendía, lo fulminé con la mirada y volví a ponerle el algodón en el labio.

-Gracias...-dije desviando la mirada, hacia sus ojos.

Mangel levantó una ceja y me miró confundido.

-¿Por qué?

-Por seguir con el, aún como se está comportando,... siento que esten pasando por esto, fue mi culpa.

Frunció el ceño con lo último que dije.

-No fue tu culpa, ni de el, si no, de la hija de puta de Rose, ella los arruinó.

-Yo le enseñé ese mal vivir, Mangel, el ya lo hubiera superado. -dije en un susurro casi inaudible.

Sentí una punzada de dolor en el pecho, Rose no arruinó a Rubén, fui yo al enseñarle lo que antes me tenía atrapada, y después irme dejándolo a el solo con aquella jaula.

-¿Estas de coña, no? Rubén te amaba, y lo sigue haciendo.

Tiré el algodón en el basurero, y le dí la espalda a Mangel, alzándome de puntillas para guardar el botiquín en el último cajón de los estantes de madera del lado derecho de la habitación, Mangel tomó el botiquín y sin ningún problema lo puso en su sitio.

-Yo no a el...ya no quiero sufrir más.

-Eso no te lo crees ni tu, guapa.- dijo Mangel saliendo a zancadas para que no lo matara por lo que acababa de decir.

Rubén se había quedado dormido, tenía un brazo fuera de la cama y parecía desaparecer bajo las sábanas, se me escapó una sonrisa al verlo, tenía unas ganas increibles de acostarme a su lado y despertar cada mañana mirando sus bellos ojos pardos.

Sacudí mi cabeza para alejar esas ideas, yo y el no íbamos a volver a tener algo, tan sólo seriamos amigos, nada mas, del hecho en que el embarazo de Rose haya sido una farsa, no justifica el hecho en que me hizo daño.

-¡Hoy hay fiesta!.- gritó Mangel euforicamente mientras entraba dando saltitos.

-Está dormido.

La alegría de su rostro se esfumó, paso su mirada de Rubén a mi, no pude evitar reírme muy fuerte al ver su cara.

Mi descontrolada risa despertó a Rubén,y se estiró para después levantarse, no me había fijado que se había quitado la camisa para dormir, y para ser sincera, se había puesto más bueno.

Me miró atónito, y pentañeó muchas veces antes de poder hablar.

-Ya pueden dejar de mirarse, solo digo.- bromeó Mangel.

Joder.

Le quité la mirada de encima, y guíe mi mirada asesina hacia Mangel, pero el solo se limitó a sonreirme.

-Mahe, lo siento...-dijo Ruben abrazando a su mejor amigo, que también era el mío.

-Da igual, si lo vuelves a hacer, no te tendré compasión, ¿Ahora cómo besaré a mi novia?, además, aún no haz saludado a Judith, crack.

Abrí los ojos exaltada cuando Rubén se me acercó a darme un tierno beso en la mejilla.

Cambio de Roles » Rdg;2TPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora