★Skate Maloley★

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-¿Te vas? -las lagrimas se estaban acumulando en mis ojos y mire a cualquier dirección, huyendo de los ojos de Nate. No se como paso, pero después el me estaba abrazando fuertemente.

-Regresare y nos iremos a Paris, a vivir juntos.

-¿Lo prometes?

-Lo juro. Siempre te voy a querer Ali, siempre, y quiero que siempre me quieras tú a mi, promete que me esperaras.

-Lo prometo.

Sorprendiéndome, junto repentinamente sus labios con los míos y después se separo sonrojado.

Flash Back

La voz del altavoz me sobresalto y alejo mis recuerdos. Entonces anuncio que el vuelo donde Nathan venia estaba apunto de aterrizar. Me pare y estaba segura que empecé a hiper ventilar. Me aproxime a la línea de donde bajarían los pasajeros.

Yo sabia que ese era su vuelo por que mi mejor amigo, Jack, que trabajaba en el aeropuerto, revisaba los pasajeros en los vuelos, día a día, solamente para darme noticias si el regresaba.

Entonces lo vi; no fue difícil reconocerlo, estaba guapo como siempre. Tenia el pelo despeinado, aun que creo que esta vez su madre no tuvo nada que ver. Sonreí y casi brinco en mi lugar, mi corazón empezó a latir incontrolable mente en mi pecho, para luego pararse.

El estaba tomado de la mano con una chica.

La pequeña -por que tendría unos quince años- llevaba una falda corta, y una blusa ceñida a su cuerpo. Era tan blanca como el, pero su pelo era completamente diferente. Ella era demasiado hermosa, lo suficiente hermosa como para combinar con Nate.

Mi corazón simplemente ya no latió. Mire al suelo y sentí lágrima acumularse en mis ojos cafeces. Reorganice mis pensamientos y empecé a planear tener una vida normal sin Maloley, una vida sin sentido.

Estaba punto de darme la vuelta para irme, cuando una voz aterciopelada, grave e increíblemente reconocible pronuncio mi nombre.

-¿Alison?

Di un gran respiro y disimuladamente me limpie las lagrimas, fingí una sonrisa que termino convirtiendo mi cara en una mueca.

-¿Nathan?

-¡Ali! -dijo mientras soltaba la mano de aquella hermosa mujer y corría hacia mi. Me sentí mal, sabiendo que si el me abrazaba luego seria peor cuando no estuviera, pero al diablo con eso, lo disfrutaría mientras pudiera. Me abrazo con tanta fuerza que deje de respirar. Puse mis brazos en su torso y lo abrazo con toda mi fuerza. Sentí una especie de corriente eléctrica, la cual fue difícil pero no imposible ignorar.

-Estas hermosa, como siempre, como yo recordaba -murmuro en mi oído. Sentí cosas tan bonitas dentro de mí y cerré los ojos de pura emoción. Las lágrimas traicioneras amenazaban con escapar.

Entonces la fría realidad me golpeo, su novia, estaba tras de nosotros, con una mueca en su rostro. La realidad. Su novia. Respire hondo y me separe a regañadientes de el. Al principio no accedió, pero después, comprendiendo que quería deshacer el abrazo, me soltó. Miro mis ojos y en los suyos pude ver confusión y... ¿dolor?

-¿Qué ocurre? -estoy segura que en su voz había dolor, aun que no entendía por que.

-A tu novia no le gusta que te abrace así... -me estaba rompiendo por dentro.

-¿Mi quien? -pregunto confuso. ¿Acaso sabia que me estaba haciendo daño? ¿No se daban cuenta que me estaba lastimando mas?

-Tu novia -dije de manera fría. Mire a la hermosa niña que estaba a unos metros detrás de nosotros, con una mueca en su rostro. El siguió mi mirada y cuando encontró a la jovencita empezó a reír. No, a carcajearse.

Los minutos pasaron y el no paraba. El fastidio termino en la cara de la acompañante de Nate.

-Gem... Gemina no es mi novia -consiguió decir al fin, entre pequeñas risitas- es mi hermana.

Gemina, Gemina, Gemina... ¡Gemina! Gemina Maloley. La pequeña hermana de Nathan. ¿Pero como iba a reconocerla? La última vez que la vi tenía cuatro años, y ahora era toda una mujer. No supe como sentirme, si relajada o preocupada, por que ella no era su novia, pero tal vez había otra.

-¿Ali...? -pregunto Nate. Con una sonrisa en su rostro.

-¿Tu no...? digo, ¿tu cumpliste tu promesa? -pregunte dudosa.

Nathan me miro y su expresión fue de desconcierto. Miro al suelo y entonces comprendí la verdadera realidad. El no cumplió con su promesa. Lo más probable es que andaba con una súper modelo irlandesa de veinte años. Las malditas lágrimas que estaban queriendo salir todo el día salieron lentamente de mis ojos, en silencio.

-¿Estas llorando? -pregunto, ¿acaso esta idiota?

-No, estoy sudando por los ojos... -conteste, mirando el suelo todavía.

-¿Alison? -intento llamar mi atención, pero yo no quería que me viera llorar- Alison mírame.

A regañadientes y con todo el dolor del mundo alcé el rostro, para encontrarme a Nathan demasiado cerca de mí. Peligrosamente cerca de mí. Y no se como paso, pero de pronto sus labios estaban contra los míos.

Nuestros labios se amoldaban unos contra otros, encajando perfectamente. Lentamente pase mis manos por todos sus hombros hasta llegar a su cuello, donde las deje. Las manos de Nate tomaron mi cintura de una manera cariñosa y tierna. Entre abrió sus labios y yo lo imite torpemente, comenzando a jadear.

Una parte de mi, una pequeña pero importante parte de mi me decía que parara, que esto solo aumentaría mi dolor. El no cumplió su promesa, no la cumplió...

Cállate, le ordene y disfrute el momento.

Cuando el se separo, puse mi cabeza en su pecho, sobre su corazón para ser más específicos. Escuche como latía y no pude evitar sonreír.

-¿Ali?

-¿Mmh? -conteste, sin ademán de moverme de la posición en la que me encontraba.

-Mírame, Alison.

Alce la vista, Encontrándome con una sorpresa: Nate estaba sonriendo y sostenía en su mano dos papeles, bueno, para especificar, dos boletos de avión.

-¿Todavía te gustaría ir a París?

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