VIII

459 57 34
                                    

Sus manos se deslizaban por la corteza del árbol como si tratara de comunicarse con él mediante el tacto. Había pasado meses sin visitarlo y vaya que había crecido. Se volvía fuerte de nuevo, eso era lo que importaba. El viento sopló por el bosque y removió sus minúsculas ramitas, como saludando a quienes apenas habían llegado.

Seguía ahí, su pequeña alma de niño...

—¿Trajiste el frasco?—dijo al voltear para verlos. Después de todo, si mantenía el silencio se vería como el tipo raro acaricia-árboles.

El rubio salió de su trance. Trató de disimular que no había estado analizando los movimientos del clarinetista.

—Aquí está.

Wirt recibió la botellita en sus manos, mientras extraía de su mochila un pequeño artefacto parecido a un grifo de agua. Era una forma más rápida y fácil de hacerlo, pero antes que todo debía preguntárselo.

—La verdad necesito un rato a solas—dijo con normalidad—¿Les molesta?

Claro que no. La cosa es que ya comenzaba a levantar sospechas. Esperó a que los otros dos se alejaran lo suficiente para llamarlo. Cuando desaparecieron más allá de la vista, dijo su nombre por lo bajo, esperando que que se asomara por algún lugar.

Tardó en aparecer.

Ya comenzaba a pensar que no vendría cuando sintió unos pasitos avanzar por la hierba seca.

—¿Wirt?

—Hola, Greg—le dijo mientras se sentaba en el suelo húmedo.

—Wirt, te extrañaba—murmuró el pequeño niño frotándose los ojos— ¿Por qué me dejaste solo tanto tiempo?

—Fui a...—dudó—Estaba de viaje, Greg. Lo siento.

—No me gusta estar solo aquí. Nicholas Copernicus también se fue, y ya no tengo a nadie con quien jugar.

—Greg...

—Me gustaba más cuando venías a verme todos los días—murmuró el pequeño, desilusionado —, y jugábamos juntos, y cantábamos y me contabas historias...

—Aún podemos hacerlo—sintió que lloraría, pero tuvo que obligarse a mantener la calma—, vendré a verte todas las semanas...

—Pero no quiero esperar 7 días para verte, Wirt. Quiero estar contigo siempre.

Él también lo quería. Desearía venir a jugar con él todas las tardes después de sus clases, pero no podía olvidar el más importante detalle: aún estaba bajo observación. Si reanudaba el mismo esquema de visitar el árbol, volvería a irse de viaje y quizás no lo dejarían volver esta vez.

—Gregory—lo llamó, acercándose un poco y extendiendo la mano para que tuviera más confianza, pero no logró más que asustarlo—. Haré lo que pueda para pasar más tiempo contigo.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo—miró a ambos lados y le regaló una sonrisa fraternal—. Ahora que lo recuerdo, necesito que me ayudes con algo—le mostró el recipiente vacío—. ¿Ves este frasco? Voy a tomar un poco de aceite de tu árbol, si no te molesta...

El niño se puso pálido. Quedó petrificado, temblando de miedo. Comenzó a negar con su cabecita y a mirar a todos lados, paranoico, como si algo fuera a aparecer desde la maleza a llevárselo hacia la oscuridad.

—Dijiste que no lo harías...—murmuró aterrado—¿Es para la Bestia, Wirt? ¿Sigue aquí?

—No, Greg...

 "Beastie": ¡Segunda temporada! [BeastBill]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora