🌹Capítulo 19 primera parte🌹

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Mis ojos se abrieron lentamente al sentir la luz del sol en ellos, me removí levemente en mi cama

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Mis ojos se abrieron lentamente al sentir la luz del sol en ellos, me removí levemente en mi cama. No quería despertar, no quería lidiar con la jodida vida que había tejido. Ni siquiera sabía a qué horas me había quedado dormida. Las lágrimas me habían hecho compañía toda la noche.

Me levanté con pesadez en el cuerpo, arrastre mi pies hasta la ducha, prendí el agua y dejé que esta cayera lento sobre mi piel. No podía dejar de pensar, las ideas me atormentaban.

Salí de la ducha, lavé mis dientes, me vestí y me quedé un rato contemplando mi reflejo en el espejo. Mis ojos estaban vacíos, era como si el alma se me estuviera escapando de ellos.

¿Qué demonios iba a hacer?

No lo sabía, lo único que sabía, era que tenía que enfrentar toda la mierda que viniera.

Toqué mis mejillas con mis nudillos, estaba algo pálida. Tomé algo de rubor y puse un poco en estás.

Al terminar de maquillarme un poco, salí a enfrentar el jodido día.

Al pasar al lado de la habitación de Max escuché ruidos. Me detuve no queriendo entrar y verlo, no quería, sentía que si lo veía no iba a poder controlar mi ira. Observé la puerta abierta y escuche la voz de mi padre, me di por vencida acercándome.

En efecto mi padre estaba sentado a la orilla de la cama platicando con Maximiliano, padre e hijo se veían muy amenos hablando, una escena linda.

Los ojos de Max rodaron a dónde venía entrando, me sonrió y tragué saliva. Mi padre al observar la dirección de la mirada de Max volteó su rostro.

—Aome, hija, ven acá.

Entre pasos lentos me acerqué hasta la cama. Mis ojos se quedaron un poco fijos en la sonrisa de Max.

No, no podía creer tan fácil lo de Amelia, esto tenía que ser otra artimaña de ella.

—Padre, buenos días —le dije acercándome a él, mi voz salió delicada.

Tomó mi mano y la estrechó.

—Bueno, ustedes cómo hacen para meterse en tantos problemas —soltó una risitas.

Su rostro era cálido y sus ojos eran bastante azules que brillaban.

—Si no lo hacemos en dónde está la diversión —respondió Max al ver que yo me había quedado callada.

—Eso no es gracioso —suspiró hondo—. Qué voy hacer con ustedes dos. Lo bueno es que no pasó a mayores y solo fue un pequeño esguince en el pie. Aome, me alegra que a ti no te pasara nada. No se si hubiera podido soportar que mi princesa saliera lastimada —sonreí y lo abracé.

—Bueno, gracias a Austin yo no salí lastimada, él me cuidó mucho —mire a Max y este me frunció las cejas —. Max fue descuidado al no poner atención a las cuerdas, por eso ahora está ahí con el pie lastimado —bufé molesta.

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