🌹Capítulo 3🌹

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Me había levantado muy temprano, pero realmente no había pegado ojo en toda la noche

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Me había levantado muy temprano, pero realmente no había pegado ojo en toda la noche. No había podido dormir ya que no había dejado de dar vueltas en mi cama pensando en lo que había ocurrido, deseando que fuera una pesadilla.

Después de cepillar mis dientes y darme un baño bajé a paso lento las escaleras, al llegar a la puerta para salir escuché una voz que me hizo saltar del susto.

—Señorita Aome, despierta tan temprano.

Philip estaba despierto.

¡Pero claro que estaba despierto! Él era el primero en despertarse.

—Es que tenía ganas de un desayuno de McDonald's—sonreí mintiéndole, él solo soltó una risita—. ¿Nana ya está despierta? —pregunte nerviosa y tratando de disimular que me iba a escabullir sin desayunar. No era que me tuvieran confinada, más bien era mi madre quién pegaba los dramas más grandes si no se desayunaba cómo se debía.

—Se ve cansada, señorita —me dijo preocupado sin responder a mi pregunta. Él me conocía tan bien.

—Philip cuántas veces te he dicho que me llames Aome, quítame lo de señorita, es innecesario. Me conoces hace mucho y siempre me dice así —dije al final colocándome los zapatos que había traído en mis manos para no hacer ruido.

—Es por educación, señorita. Aparte que su madre se enfada si no se reconoce nuestro puesto, el cual es servirles con respeto —respondió con esa sonrisa de amabilidad, como si lo que acababa de decir ya lo había practicado antes de decirlo. Pero la más extrema aquí era mi madre, parecía de las épocas victorianas.

Me acerqué a él y le moví la corbata que traía puesta.

—Yo nunca me he sentido más que ustedes. Yo pienso que todos somos iguales es solo que algunos tienen la dicha —me aclaré la garganta—, perdón, la desdicha de tener ese papel verde que nos quiere catalogar —dije a la vez con algo de duda, ya que en realidad ese factor hacia que mi madre y yo tuviéramos la vida de comodidades que siempre habíamos mantenido.

Philip sonrió y me observó arrugando sus ojos, con ternura en ellos, como si estuviera viendo a alguien preciado para él. Cómo un abuelo veía a una nieta.

—Siempre lo he dicho señorita, usted es especial, la señora Roselind es muy afortunada de haber tenido una hija con un corazón tan bondadoso.

—Sería bueno que ella lo viera así, pero parece que fui sólo un error.

—No diga eso señorita, si su madre no la hubiera querido tener, fácil la hubiera abortado, pero optó en tenerla. Tal vez su forma de quererla es complicada, pero la quiere. Usted es una buena persona y muy especial.

Eso lo decía porque me tenía cariño, pero yo a veces podía llegar a ser una maldita, tenía que reconocer que no siempre era tan buena.

—Gracias Philip, sabe que yo los quiero mucho a todos ustedes —le di una leve palmada en el hombro—. Ahora iré a ver qué preparó Nana para el desayuno, creo que ya se me quitaron las ganas de ir a comer afuera —respondí con una sonrisa fingiendo que aún estaba considerando salir por esa puerta y no volver dentro de una semana.

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