16. Hermanos de plata y sombras

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⋆*✦ ───── ⋆✦ Sofi ✦ ⋆ ───── ✦*⋆

Escaparnos de Claro de Luna no fue tan difícil.

Cuando despertamos ya estaba atardeciendo y la bruma que había visto al amanecer seguía rodeando la estancia. El día seguía gris, húmedo y frío, como solían ser los otoños aquí.

—¿Segura que no querés esperar hasta mañana? —preguntó Nahuel, ayudándome a quitarme la camiseta de tirantes manchada de sangre. Freya maulló opinando igual que él.

—No. Tengo que averiguar esto cuanto antes —dije, intentando parecer firme pero no podía evitar sonreír al ver el rostro completamente rojo de Nahuel mientras él hacía como si no estuviera viendo mi corpiño. Mi rostro también estaba rojo como un tomate.

—Todavía no terminamos de sanar. Es muy peligroso —esta vez me miró serio, mientras tocaba el borde de los vendajes de mi hombro.

—Si espero podría ser aún más peligroso —respondí decidida, sujetando su mano—. Pero ahora ayúdame a terminar de vestirme porque me estoy congelando.

Él no dijo nada mientras pasaba con cuidado una camisa mangas largas por mi cabeza y mis brazos. Casi me sentía una niña que aún no aprendió a vestirse, pero el dolor de mi hombro no hacía otra cosa que volverme una inútil. Sin embargo, cuando saqué la cabeza del agujero de un suéter rosado, Nahuel me miraba con tanta seriedad que las líneas de su rostro se volvían duras y frías. Él estaba enojado.

—Sofi. ¿Qué es lo que no me estás diciendo?

—No hay nada... —comencé a decir, pero Nahuel me heló con su mirada. Era imposible escapar de él cuando se ponía así, cuando descubría mis secretos.

—Creo que mi hermano es uno de los cazadores que nos atacaron anoche —dije al fin las palabras que había evitado siquiera pensar, sintiendo el nudo que se había formado en mi garganta y había subido hasta mis ojos para estallar en lágrimas.

Tenía miedo, que al decirlas estas se convirtieran en la filosa verdad que terminaría de romper mi vida. Y así ha sido. El tan solo pensar que Thiago, mi querido hermano, se haya convertido en uno de esos asesinos, que haya intentado matarme a mí y a mis amigas era demasiado doloroso.

Y Nahuel se dio cuenta de aquello, porque la frialdad en sus ojos se derritió antes de abrazarme, sin decir una palabra. Sólo que se quedó allí en silencio, haciéndome saber que no estaba sola, que junto a él jamás estaría. Y, con aquella ternura nunca se molestaba en ocultar, secó mis lágrimas y terminó de colocarme el suéter.

—Entonces será mejor que vayamos —dijo poniéndose de pie y llevándome con él.

Freya también saltó de la cama e intentó seguirnos con su patita renga. Sabía que esta vez ella no aceptaría un no por respuestas, después de todo su trabajo era seguirme a todas partes. Así que solté un suspiro y la tomé en mis brazos.

—Si llega a pasar algo no te transformes —le dije, acariciando su felina cabecita—. El plan es huir, ¿entendido?

Ella maulló.


Las calles de Reconquista se encontraban desérticas mientras todos se refugiaban del frío en sus hogares. De vez en cuando caía una molesta llovizna que empapaba el cemento reflejando la luz amarilla de las farolas y helaba la piel mientras me aferraba a Nahuel lo más suave que podía para no lastimarlo.

—Llegamos —anunció, cuando llegamos cerca de mi departamento. Él había estacionado su motocicleta a la vuelta, no era sensato dejarla justo frente a mi casa—. Te esperaré acá abajo. Si necesitas algo pegá un grito —sonrió.

La chica voz de sombras | Arcanos 2Where stories live. Discover now