10. Bañada por la luna

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Sofi

—¡Nahuel! —grité en cuanto lo vi desplomarse, con la espada en su mano. Brenda y yo corrimos sin que nos importe el protocolo o lo que fuera—. Nahuel, ¿estás bien? —pregunté dejándome caer de rodillas a su lado.

Brenda había llegado primero y logró ponerlo boca arriba sobre el frío suelo. Nahuel gruñó; estaba apenas consciente, pero tenía una risa boba en su boca.

—Lo logré —dijo, mirando al cielo estrellado. Se veía tan aliviado y feliz—. Tengo mi Guardiana.

—Y es una espada hermosa —respondí, devolviéndole la sonrisa y miré el arma en su mano derecha. La vaina de cuero se había corrido un poco y pude ver su doble hoja de negra y brillante obsidiana. Y el recuerdo de una frase que leí alguna vez vino a mi mente: «mariposa de obsidiana», era así como los aztecas se referían a su diosa de la luna. Plata y obsidiana, era una extraña combinación pero me parecía perfecta para Nahuel, para un ahijado de la luna.

—Felicidades, Nahuel —dijo Yemelyan acercándose y Nahuel dejó que lo ayudase a ponerse de pie—. ¿Señor? —preguntó con el ceño fruncido hacia el Concejal.

—Decilo de nuevo —ordenó el Concejal mirando estupefacto a la espada—. Decí su nombre. ¿Quién es tu Guardián?

Nahuel dudó un momento antes de sujetar fuertemente su espada.

—Levana— contestó firmemente—. Su nombre es Levana.

—¿Levana? —susurró Maitei sorprendido.

—Blanca como la luna —agregó Yem, con esa manera que tenían de terminar la frase del otro.

—Curioso, ¿no? —comentó Nahuel, pero hasta él entendía que el ambiente se había vuelto tenso. Él sabía que su espada no era una Guardiana normal.

—¿Podría ser él? —murmuró el Concejal sin quitar sus ojos rojos de Nahuel. Los demás centinelas también lo miraban con curiosidad y hasta Alfonsina y Nara se veían sorprendidas. Pero nadie dijo nada, ni parecía que iban a hacerlo.

Entonces, el centinela de cabello negro y piel cenicienta se acercó al Concejal.

—Deberíamos proseguir con las ceremonias, señor —dijo.

—Pero esto... —comentó a decir Zoe volando hasta nosotros pero el Concejal la interrumpió con un gesto de su mano con garras.

—Erik tiene razón. Ahora tenemos que seguir con la Ceremonia de los Espejos —dijo el viejo lobizón con firmeza. Pero luego se volvió hacia mí y agregó con una sonrisa—. Llamá a nuestra invitada, debe estar ansiosa por ver a su nieta.

«¿Nieta? ¿Acaso...?»

No tuve mucho tiempo para pensar más antes de que el hada sacara un teléfono de su bolsillo, dejándonos a todos con la boca abierta, sorprendidos de que el Concejo tuviera cobertura interdimensional. Pero lo más sorprendente fue que la chica azul sacó una pequeña caja y la abrió, liberando a un pequeño espectro.

«¿Qué estaba pasando acá?»

—Ya podés...—dijo Zoe en inglés por teléfono y pareció que alguien la interrumpió—. Me cortó —se quejó haciendo un puchero.

En ese momento, la sombra comenzó a agitarse y tomar forma. Y en un abrir y cerrar de ojos, mi abuela Elizabeth estaba allí. O, al menos algo que se parecía a ella. Se veía como un retrato de tinta y acuarela de mi abuela, con su amable y arrugado rostro y su brillante cabello donde el oro y la plata se mezclaban. Era extraño verla "en persona", sin una pantalla digital de por medio. No debería, pero me sorprendió notar que era una mujer alta y delgada, cus brillantes ojos azules y traje de tweed.

La chica voz de sombras | Arcanos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora