Durante un momento pensé en cuantas veces había dejado pasar las situaciones como esa. No me permitía molestarme, menos con Kai. Sólo dejaba las cosas en un "No importa" para no tener que pedir disculpas aunque no me correspondiera hacer tal cosa, no me gustaba sentirme culpable. Y de no ser porque Kai me encontró en mi peor momento hubiera dejado ese pequeño malentendido de antes de la misma forma. Lo que menos necesitaba era pelear con Kai...

Esta vez era diferente. No era cualquier pelea ni mucho menos un malentendido, era lo peor que me habían dicho en la vida. Y se atrevía a venir a disculparse.

Me negué a escuchar eso. No quería oírlo. No quería ese "Hola".

No aceptaba esa respuesta.

Abrí la puerta de un tirón haciéndola girar sobre sus gozones hasta estamparse contra la pared. Lo encontré viéndome fijamente. Con el cabello castaño pegado a la frente, la ropa empapada y las manos quietas hasta que se llevó una a la cara. Mi única respuesta fue una mirada, no tuve que esforzarme por hacerla dura o asesina, sino todo lo contrario. Lo miré sin mirarlo, acusándolo.

—¡No puedo! —tartamudeó.

Kai elevó los brazos para dejarlos caer a los costados y comenzó a inquietarse.

—No puedo... —negó. Caminó de un lado a otro. Balbuceo quejidos inentendibles y después pareció obligarse a verme. —No puedo si estás viéndome.

No hice ningún movimiento ni le quite los ojos de encima, le veía desde la puerta. Me hubiera gustado preguntar si era todo lo que tenía por decir, pero él bajó la cabeza y miró el suelo con repulsión. Dio vueltas sobre los talones y nuevamente soltó un gruñido.

—Regresa ahí —Me ordenó señalando mi habitación sin levantar la mirada.

Tragué saliva e hice un gesto de enojo.

—Solo regresa ahí de una vez —volvió a ordenarme desesperado.

Sentí las ganas crecientes de taparme los oídos o fingir que no había escuchado nada. Di un paso atrás y me crucé de brazos. Kai se precipitó detrás del marco de la puerta y la cerró para separarnos. Vi como la perilla se tensó, señal de que Kai la tomaba por del otro lado. Se escuchó como se dejó caer contra la puerta y la perilla volvió a moverse.

—En serio, a veces no puedo decir las cosas —Se escuchó su voz del otro lado —Es mejor si no me ves.

Mis brazos pasaron de estar cruzados a abrazarse a sí mismos.

—Sé que esto no te quitará las ganas de golpearme —admitió —Así que míralo como quieras. Digamos que cierro la puerta por mi salud y porque soy un cobarde. —rio con nerviosismo.

Hice un gesto de confusión. Sonaba a Jay, o más bien, se estaba expresando como Jay. Hablaba muy rápido; las palabras salían desenfrenadas de su boca y le impedían pensar cuando estaba por decir alguna estupidez, solo se ponía nervioso y acababa riéndose. En Jay, eso era en varias ocasiones un alivio, pero en Kai me parecía más a un acto de desesperación. No lo culpé por no saber qué hacer. De nuevo me dieron ganas de taparme los oídos, no quería escucharlo y mucho menos así: dando como última opción las palabras al aire.

Mi corazón aún estaba como colgando de un hilo, tratando de sacarme la idea de que había algo de interés en sus acciones, de que el simple hecho de que viniera a hablar no era  hipocresía en lo más mínimo.

—Escúchame. Sé que no existe una razón para hacerlo. Si yo fuera tú, ya me habría echado a mí mismo —hizo una pausa —Me odio a mí mismo justo ahora.

Torcí la boca, eso no me hacía sentir mejor. Aunque no se suponía que lo hiciera.

—Pero escúchame ¿Si? —Pidió.

GET UP | Greenflame | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora