Fifteen

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"Tú le das fuerza a la oscuridad de este mundo...
Mi corazón parece estar viendo a un largo sueño por siempre..."

.

Seguro se están preguntando, ¿qué sucedió con Sebastián y el disparo que la loca de su novia Geneviere le dio? Bah... ¿Qué acaso no sabes lo que sucede cuando alguien te dispara? Sangras, sufres... a veces mueres.

¿Y alguna vez ustedes se preguntaron quién había escrito esta historia? He sido yo. Ciel Phantomhive... He olvidado cómo hacer muchas cosas en la vida, pero aún no he olvidado una de las pasiones más grandes que tuve cuando era menor.

Pero no voy a saltarme partes. Ustedes querían saber qué sucedió con Sebastián y yo se los diré. Aquí... En medio de estas cuatro malditas paredes y ese ventilador soplando en mi cabello nuevamente, se los diré...

Sebastián está vivo.

Ah... ¡Pero qué dolor es saberlo vivo y tan lejos! Entonces me recuerdo que nunca pude preguntarle cómo se sentía, acariciar su rostro y decirle que todo iba a estar bien, que no le dejaría solo... Aunque al final sí lo hice.

Lleva cuatro años en prisión. Su rubia novia de canelones en las puntas de sus mechones, de lentes oscuros y un traje negro y ajustado, que declaró en su contra el día del juicio. No sé qué dijo exactamente. Yo no estuve ahí. Al único lugar que me dejaron entrar fue a una sala pequeña con un escritorio viejo y dos sillas, una a cada lado. Una sala de interrogatorio.

Ahí me hicieron preguntas extrañas como "¿Sebastián Michaelis te tocaba?" Recuerdo que miré hacia abajo y sonreí. "No... No me tocaba...." Respondí. "Me hacía el amor y me encantaba. Se arrodillaba frente a mí y me lo chupaba. ¿Qué más quiere saber?"

"Que asco." Fue lo único que masculló el hombre. Inmediatamente yo le pregunté "¿Por qué asco? Yo lo amo a él y él me ama a mí. Si me lo preguntara le diría que en este momento solo quiero estar debajo suyo... "

"¡Basta!" Me interrumpió. Yo reí. "¿Por qué? ¿Acaso le excita escucharme decirlo?" Madame Red me había ofrecido sacarme un ojo si mencionaba algo de ella en algún momento. Por tanto, me vi obligado a lucir como un niño rebelde que había escapado de la casa de su tía para irse con un desconocido y vivir en una casa que no era la de ese desconocido. Sin embargo, Madame Red no acusó a Sebastián. Por el contrario, me dijo que ella le extrañaría porque pagaba bien, porque nunca causó revuelo en su bar. No, Angelina Durless no odiaba a Sebastián. Yo le odio a ella... Pero eso es cosa aparte.

En fin, algo he de agradecerle. Y es que fue ella quien llegó por mí a la casa de Claude. Alguien con quien me acosté pero... de quien no sé demasiado. Lo que sé es por Alois, quien visita el bar frecuentemente y me contó todo de cuando se encontraron. ¿En qué estaba? ¡Ah, sí! Madame Red llegó ese día a la casa de Claude. No sé cómo se enteró de la noticia tan pronto. Nunca le pregunté, pero ella llegó ahí aproximadamente media hora después de lo sucedido, en una fecha que antes no olvidaba pero que ahora ya no recuerdo.

Me dijo algo como "Debemos irnos. Alguien le disparó a Sebastián." Y en el momento yo me hacía miles de preguntas. ¿Quién le disparó? ¿Por qué? No obstante, el tiempo no fue suficiente para evitar la llegada de la policía.

La policía llegó en ese momento. Madame Red se escondió en una de las habitaciones. Quizás debajo de una cama, quizás dentro del armario. Solo sé que cuando llegó la policía comenzó la lluvia de preguntas.

"¿Se encuentra bien, joven?" Me preguntó uno de los oficiales y preocupado le respondí "Sí, pero ¿y Sebastián? ¿Él está bien?"

Ellos se miraron y supongo que entonces me acusaron de padecer Síndrome de Estocolmo. "Sí. Él estará bien... Lo llevaremos a un lugar donde va a estar algún tiempo. Un lugar desde el que ya no podrá dañarte." Aquel tono no me gustó nada. Me recordó a la forma en que Sebastián me trató cuando me llevó a Buffalo. "¿A un manicomio?" Pregunté asustado. "No. A la cárcel." Me respondió el policía. "Él no está loco. Lo que te hizo... Lo hizo en pleno uso de sus facultades."

Nuestra VerdadWhere stories live. Discover now