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X
Recuerdo perfectamente la ultima noche que lo vi, era noche cerrada y yo me encontraba cepillando la crin de uno de mis caballos favoritos el cual había sido un regalo de mi padre por mi veinte cumpleaños.
Afuera del establo donde me encontraba, se oían disparos y yo me comenzaba a sentirme intranquila puesto que nuestro pueblo era uno de los mas pacíficos que se podían encontrar en Reino Unido y casi nunca se oía jaleo.  El caballo comenzó a tensarse, le acaricie su suave crin durante un instante y luego decidí salir fuera a averiguar de donde salían aquellos disparos. Fue entonces cuando lo vi. A él.
Me quedé en silencio petrificada y observe como practicaba con su escopeta. Tenia una concentración máxima y apretaba la mandíbula con furia. Sin darme casi cuenta, avance hacia él y sin darme cuenta tropece con una rama apenas visible y me caí. De pronto los disparos dejaron de sonar y note que unos brazos fuertes me cogían. Alce la vista y me sonroje.
- Gracias - le dije observando aquellos ojos turquesa que conocía tan bien.
-¿Te he asustado? - me pregunto con su firme voz varonil, que transmitía autoridad.
-No, no. Estoy bien- respondí con una sonrisa.
Él me cogió de la barbilla y me obligó a mirarlo de nuevo. Sus ojos parecían introducirse dentro de mi averiguando mis pensamientos. Nunca me habían mirado de forma tan intensa y me sentía vulnerable y desnuda.
-Te he echado de menos- me dijo recorriendo mi barbilla con un dedo.
Estaba completamente hechizada por este hombre. Deseaba besarme y yo a el también. Hacía tres semanas que no sabia nada de él, después de dejarme sola en la cama tras haber hecho el amor.
- Vamos al establo- me dijo de una manera que entendí rápidamente lo que quería decir.
Asenti.
El no era un hombre de palabra, sin embargo era mi manzana del jardín del Edén.

V DE VENDETTA II "El Renacer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora