Prólogo

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Algunos años atrás

       Una pequeña niña de no más de ocho años, se encontraba en una habitación observando unas heridas en sus brazos en silencio con unas cuantas lágrimas deslizándose por sus rosadas mejillas, ¿el motivo? El motivo no era más que el hecho de que el hombre que se hacía llamar su padre, otra vez la había maltratado, otra vez la había golpeado, de nuevo llegaba de un bar manifestando sus agresiones contra su hija, lamentablemente biológica, ¿su madre? Se desconocía el paradero de esta, pareciera que se hubiera esfumado junto con los momentos felices de la pequeña.

       —¡VOY A SALIR Y MÁS TE VALE QUE CUANDO REGRESE HAYAS HECHO LO QUE TE MANDÉ O TENDREMOS UNA CALUROSA CHARLA TÚ Y YO! —Desde abajo se oían los gritos del hombre que se había convertido en el tormento de la infante y sus dos hermanas menores, después de esos gritos se oyó la puerta de la entrada ser golpeada fuertemente, indicando así que el tan llamado jefe de la familia, había abandonado la casa.

       En la habitación de al lado, ajenas a todo lo que pasaba a sus alrededores, dormían dos niñas más, contaban con siete y tres años aproximadamente cada una, Estefanía, a pesar de sus malos días se ocupaba de ellas lo mejor que podía, la situación la había hecho madurar un poco antes. Los pocos años que su madre habitó en la casa podría decirse que fueron unos de los mejores, la mujer le había enseñado aspectos de la vida y cómo realizar varias cosas con el objetivo de no tener que depender de absolutamente nada ni nadie, a pesar de su corta edad, Estefanía comprendía muchas cosas y su mamá estando ahí se daba cuenta de ese detalle, cosa que la enorgullecía cada día un poco más.

       La niña mayor se dirigió entonces a la cocina y preparó una comida sencilla para las tres, sabía que su padre no llegaría quizás hasta muy tarde en la madrugada o hasta el otro día y como sería de esperar no llegaría bien en sus cabales, con suerte saldría ilesa de todo, pero lo dudaba fervientemente; una vez estuvo lista la comida que intentaba hacer la distribuyó en tres platos y calentó adicionalmente un poco de leche para verterla en un vaso de plástico, puso todo en una bandeja y con cuidado llegó al cuarto en el que sus hermanitas estaban.

       —Isa, Sel —llamó suavemente, Isabella como un resorte, se levantó de la cama y sonrió de forma suave cuando vio a su hermana mayor ahí parada, esta última le devolvió la sonrisa y se sentó a su lado con la bandeja.

      —¡Hiciste tortilla con jamón y queso! —Exclamó la hermana del medio con una notable emoción en la voz.

       —Así es —se sentaron las dos y comieron como solían hacer, mirándose y esbozando alguna que otra sonrisa, unos momentos después la más pequeña de las tres despertó un poco sobresaltada y empezó a llorar, ambas hermanas se miraron y luego a la bebé que lloraba, si era posible, más fuerte—. Dios, ¿tiene grito supersónico o qué? —Estefa se tapó los oídos mientras Isa sacaba a Selena con sumo cuidado de su cama y la mecía entre sus brazos, curiosamente estaba dando resultado.

       —Creo que tiene hambre —dijo Isa minutos después.

       —Ah, sí, traje algo de comida para ella también y algo de leche —respondió distraídamente y le pasó el plato, con una mirada de agradecimiento, Isabella comenzó a alimentar a Sel hasta que esta estuvo satisfecha y se volvió a dormir. Selena ya podía decir algunas palabras pero con su corta edad todavía lloraba, era algo normal y las mayores eso lo sabía—. ¡Al fin! —Dijo algo fuerte recibiendo un leve "shhh" por parte de Isa—. Lo siento.

       Soltó una risita por lo bajo y dejando a Selena de vuelta en su cama, las dos hermanas restantes salieron al patio para jugar un rato. Estos eran los lindos momentos que pasaban las hermanas sin importar la frustración frecuente que les tocaba soportar casi a diario, horas de felicidad que no les duraban mucho, hora y media después se oyó la reja del jardín y los pesados pasos.

Lealtad por SangreWhere stories live. Discover now