26. El pequeño ángel.

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– Queda poco, Yun, aguanta un poco más...

La chica mira a su hermano cansada, los dolores que sentía en aquel momento eran muy fuertes sobre todo en su cabeza, la cual había sido la más afectada en el accidente. Yun no quería más sufrimiento, solo quería descansar de una vez por todas.

– Duele, Jiminnie –repite otra vez estremeciendo al peli-naranja.

– Solo hasta mañana, luego dejara de doler, te lo prometo.

Yun confiaba plenamente en su hermano, jamás dudaría de su palabra porque él era bueno. El problema era que no sabía si podría seguir resistiendo aquellas punzadas de dolor constantes que apenas la dejaban dormir (y eso con un poco de ayuda de los somníferos).

Estaba asustada y muy débil. Su corazón le decía que debía resistir por su hermano pero al parecer su cuerpo no pensaba lo mismo.

No sabía cuánto podría seguir así.

– Tranquila, Yun –susurraba Jimin.

Y ella enserio lo intentaba, pero era como si en sus hombros se hubiese acumulado aquel sufrimiento que había padecido durante toda su vida. Desde las palabras horribles dirigidas hacia ella por sus propios padres, hasta los malos tratos que se ganaba en el sanatorio los cuales dejaron estragos en su cuerpo.

Yun solo quería descansar de todo.

– Q-quiero dormir...

– Pues hazlo, yo me quedaré a tu lado hasta que vuelvas a despertar, Yun.

Pero Jimin jamás imaginó a lo que se refería ella.

La chica cerro los ojos quedándose profundamente dormida. Jimin sonrió al verla mucho más tranquila y decidió que era hora de buscar algo para comer. Deposito un beso en la frente de su hermana y soltó su mano dejándola sobre la cama. Al ver que no la había despertado se dirigió a la cafetería del hospital.

El peli-naranja se demoró al menos unos veinte minutos en llegar hasta el segundo piso, pedir un sandwich y tomarse un café amargo. Se sintió un tanto relajado al poder comer para deshacerse de aquel hoyo que tenía en el estomago. Pero apenas el líquido toco sus labios no pudo evitar acordarse de Jungkook y todos los cafés que compartieron. Al final era un saco vacío sin él a su lado.

Tomó el ascensor para dirigirse de nuevo a la habitación cuando una punzada recorrió toda su columna, no era dolor sino un mal presentimiento.

Jimin miró a todos lados si entender para luego apurar el paso. Su cuerpo se lleno de miedo por aquel vago sentimiento de que algo había pasado, por muy loco que llegase a sonar. Cuando estuvo frente a la habitación abrió la puerta de golpe.

Y ahí estaba Yun.

Seguía dormida en la camilla, eso hizo que el alma de Jimin volviese a su cuerpo. Al verla tan tranquila volvió a relajarse, quizá solo eran imaginaciones suyas, todo estaba bien.

Antes de acercarse de nuevo fue a lavarse las manos y a mojarse la cara. Dentro del pequeño baño había un espejo el cual dejaba ver las enormes ojeras que se asomaban en sus ojos, se veía muy demacrado. Aquella punzada recorrió nuevamente la columna del chico, haciendo que este se estremeciera. ¿Por qué tenía aquella extraña sensación otra vez?

Seco su cara y manos, luego salió del baño apagando la luz. Yun seguía ahí sin moverse, Jimin la quedo mirando un poco, algo parecía raro, algo no estaba bien. No se movió, solo la miro buscando que era lo que estaba mal. Ella seguía ahí dormida, no había nada extraño, pero aquel presentimiento solo se acrecentaba en su interior. No quizo acercarse, siguió observando hasta que lo vio.

Café para dos ◆ Kookmin ; 국민Where stories live. Discover now