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JUDITH
-Pasajeros de la ruta 247, estamos a pocos minutos de aterrizar,abrochen sus cinturones...y ¡Bienvenidos a Madrid!.
Al escuchar esas palabras, los vellos tras mi nuca se erizaron, y me estremecí al sentir gélido contacto de mis dedos contra la ventana del avión.
Mordí ligeramente mi labio inferior parar un poco mi ansiedad, lo que me permitió sumergirme nuevamente entre mis pensamientos.
La única razón para que yo esté viajando ahora mismo hacia Madrid, la misma ciudad que transmitía recuerdos muy lejanos pero a la vez dolorosos de mi pasado aquí, eran mis padres, cuando me fui, decidieron que era hora de actuar como "Buenos padres", Zac había golpeado a mi madre borracho, ella podía ser muy fácil de manipular, pero esta vez no le había visto la cara de tonta, y mierdas asi.
Yo no quiero que estén juntos, sinceramente no creo que esto funcione, nunca fuimos la familia más unida, papá siempre trabajaba, se iba a viajes de "negocios", o al menos eso decía, pero mi madre y yo sabíamos que se iba con una puta, eso explicaba muchas cosas de mi infancia, supuestamente el había cambiado, pero me da igual, allá ellos.

Yo seguiría en New York si mi mamá no le hubiera llamado a mi tía convenciendola en hacerme regresar a España. El cambio no será tan trágico, por que allá no tengo quien me extrañe.

Mangel y yo habíamos seguido hablando después de que me fuera, nos habíamos convertido en algo parecido mejores amigos, el me ayudó mucho a distraerme cuando me sentía sola, me apoyó y me quizo incondicionalmente, el arregló lo que su mejor amigo terminó por destrozar.

Después de haber pasado por el detectores de metales, revisabando mi maleta y a mí, salí del aeropuerto directo al estacionamiento, allí afuera estaban mis padres, con una gran sonrisa en sus rostros, agitaban euforicamente carteles blancos que rezaban mi nombre.

Sentí una gran nostalgia, el corazón se me encogió el verlos así, corrí a abrazarlos como si fuera tan solo fuera una niña.

Hoy es un buen día, mamá y papá no han peleado hoy, han venido a verme al jardín y me han llevado a comer helado, hoy no hay gritos ni insultos, hoy somos felices, hoy no tengo que encerrarme en el armario...

Ese recuerdo saltó en mi mente, sacudí la cabeza tratando de ignorarlo.

-¡Lo siento tanto, Judith! Fui una mala madre por mucho tiempo...y lo siento-Noté la desesperación en la voz de mi madre, se la notaba dolida, como si realmente quisiera que la perdonase.

Era mi madre, la mujer que me trajo a la vida quien me pedía disculpas, por más que no nos entendiesemos, volver confiar en alguien es una tarea que se me ha hecho muy dificil los últimos dos años. Aun así se merecía una nueva oportunidad, yo debía darme una nueva oportunidad de vivir en paz.

-Da igual, ¿Estoy aquí, no? Los quiero...-intenté no ser sarcástica al decirlo, creo que hace mucho tiempo no lo decía con el verás sentimiento.

Mi padre nos guió hacia el auto, un Toyota Auris Familiar, de color gris platino, que tenía en la parte trasera calcomanías de una familia muy alegre, se habían tomado en serio todo esto...

Una vez dentro del auto, mi papá introdujo la llave, y sacó primera, para luego conducir hacia nuestra casa; mi celular empezó a vibrar en mi cartera justo al ritmo de la canción Sweet Child O' Mine - Guns N' roses.

Rebusqué entre las cosas de mi bolso, lo encontré y me llevé el celular al oído sin siquiera verificar de quien se trataba.

-¿Si? -Miré por la ventana pasando olimpicamente de mis padres  que hablaban de lo "bien" que nos la pasaríamos juntos y se daban mimos entre ellos.

Cambio de Roles » Rdg;2TPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora