Los Merodeadores

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Cuando James cruzó el puente de entrada de Hogwarts, no dejó de contemplar las guirnaldas que lo adornaban. Y es que decir que James Potter adoraba la Navidad se quedaba corto. Esbozó una ancha sonrisa en la cual mostró todos los dientes en cuanto el colegio estuvo frente a él. La idea de estar pisando de nuevo los terrenos del castillo solamente le emocionaba todavía más. Estaba ansioso por volver a ver a sus tres grandes amigos. James había hecho el trayecto en el Hogwarts Express solo, ya que Remus, Sirius y Peter se habían quedado en la escuela durante las vacaciones. Y había sido de lo más aburrido. Solo conocía a aquellos chicos desde hacía cuatro meses; pero habían pasado tantos ratos juntos que dos semanas sin ellos fueron una auténtica eternidad para James.

Las clases comenzarían al día siguiente, y no pensaba malgastar su última noche de vacaciones. Iba a divertirse todo lo que pudiera con sus amigos; y no podía olvidarse de mostrarles el regalo que le había hecho su padre por Navidad. <<Van a alucinar>>, se dijo James, mientras recorría el pasillo principal que llevaba hasta su sala común. Varios alumnos más también estaban entrando al mismo tiempo que James, así que este aprovechó que un chico de quinto dijo la contraseña para pasar a través del cuadro, ya que no recordaba cuál era. Todo el mundo se veía bastante alegre de reencontrarse con sus compañeros; pero la felicidad que sintió James al visualizar a sus tres colegas sentados en el sofá del centro de la sala no tenía comparación con nada. Se apresuró a llegar hasta ellos, y aprovechando que no le habían visto todavía, se decidió por darles un pequeño susto.

— ¡James Potter ha vuelto!—gritó, apareciendo como de la nada por detrás de ellos. Sirius levantó la cabeza para verle, y ambos se dieron un corto pero afectuoso abrazo. James se hizo un hueco entre él y Remus, y sonrió—. ¿Qué tal vuestra estancia en Hogwarts sin mí?

—Oh, casi ni hemos notado que te habías ido—bromeó Sirius, y James le dio un golpe en el hombro. Remus soltó una disimulada risa. James se volvió hacia él.

— ¿Y tú que, Rem? ¿Sigues con esa gripe tan rara que tenías cuando me fui?

El mismo día en el que James partió hacia su casa, Remus les dijo que no se encontraba demasiado bien, y estuvo en la enfermería hasta la mañana siguiente.

—No, no, ya estoy mejor—respondió él—. Pomfrey dijo que debió de ser un virus que cogí por culpa del frío...

—Pero Pomfrey ni siquiera nos dejó pasar para hacerle compañía—explicó Peter.

—Es que era... muy contagioso—se apresuró a decir Remus.

James se encogió de hombros.

—Lo importante es que ya estás bien; ¡y eso significa que podremos hacer otra guerra de bolas de nieve!—exclamó James, elevando un puño al aire. De pronto, a través de sus gafas, su mirada se topó con cierta melena pelirroja, que se sentó a una considerable distancia de los chicos—. ¡Eh, Evans! ¿Cómo han ido tus vacaciones?

Ella lo miró de reojo, y se limitó a contestar con un simple y cortante "bien", para ponerse a hablar luego con Marlene y olvidarse completamente de James.

—No sé yo si le caes muy bien a Lily, James...—murmuró Peter.

—Bah, ya se le pasará tarde o temprano ese odio tan irracional que tiene hacia mí—James hizo un ademán con la mano, como si no le diera importancia a la situación actual en la que se encontraba con la pelirroja.

—Yo no contaría con eso. No, al menos, mientras sigamos gastándole trastadas a su mejor amigo...—le recordó Remus.

—Hablando de Snape—dijo Sirius de repente—. Le tiramos a él y a unos cuantos Slytherin más nuestra última bomba fétida...

Harry Potter: Historias de los MerodeadoresWhere stories live. Discover now