Media hora en el Cielo

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Normalmente, siempre le tocaban chicas a la hora de jugar a ese juego, y la verdad era que nunca había jugado con nadie de la manada, por lo que siempre eran chicas humanas que se rendían fácil a la hora de intentar dominar la situación. Con Peter, por el otro lado, era diferente. El Hale era mucho más grande, fuerte y, obviamente, más experimentado que una chica de 16 años. Y lo demostraba con orgullo.

Los pensamientos de Liam quedaron en segundo plano cuando sintió que sus pies dejaban de tocar el suelo. Mientras Peter abandonaba su boca y atacaba su cuello se fijó que él era quien le había levantado. Obligándole a enredar sus piernas a su cintura.

El rubio se quedó sin aire cuando Peter mordió en un lugar en específico, un punto encima de la clavícula en el cual Liam siempre había tenido cosquillas. Pero más que sentir cosquillas, sintió como su miembro comenzaba a reaccionar.

— Mierda –Jadeó mientras apretaba los dientes.— Lo hiciste a propósito.

Sintió a Peter reír contra su piel, para luego sentir la lengua del mayor recorrer la zona que acababa de morder. Sentía su piel ardiendo bajo la húmeda extensión, eso definitivamente iba a dejar una marca.

Sintiendo como sus pantalones le apretaban demasiado, Liam comenzó a frotar su pelvis contra la del contrario. Con sus brazos rodeó el cuello de Peter y escondió el rostro en el hueco de su cuello mientras continuaba moviéndose.

La camiseta de cuello en V le dejó ver una buena extensión de piel. La cual quedó al alcance de sus dientes y Liam, por querer tantear un poco, no dudó en morder la zona. Momento en el que Peter se quedó repentinamente rígido.

Liam, con la piel del mayor aún entre los dientes, apretó con fuerza y sintió como algo empujaba a su propia erección. Sonrió dándose cuenta de que había conseguido que Peter se pusiera duro como una roca con solo morderle un poco. Le encantaba la idea de tener cierto porcentaje de control en la situación.

— Suéltame –Le gruñó el pelinegro.— Suéltame o voy a...

En lugar de hacer lo que se le pedía, Liam mordió de nuevo. Sintiendo como nuevamente Peter se tensaba. Se hubiera reído de no ser porque sintió garras clavándose contra sus muslos, justo donde Peter tenía las manos.

Asustado, se echó hacia atrás y pudo ver como los ojos de Peter brillaban azules, mientras que su rostro se había transformado y los colmillos se abrían camino hacia afuera.

— Peter –Murmuró mientras el otro le soltaba.— Hey, tío. Me estás asustando.

El rubio se alejó lo más que pudo, pero su espalda chocó contra la pared nuevamente. Peter, por su parte, le miraba como un animal salvaje que observa a su presa acorralada; sabiendo que en cualquier momento va a asesinarla pero disfrutando del miedo que emana de esta.

Liam aguantó la respiración cuando la mano de Peter le cogió por el cabello y le hizo dejar el cuello a la vista. Luego, se le acercó lentamente.

El beta pudo sentir los colmillos rozar su nuez de Adán y la respiración agitada de Peter contra su garganta. Quiso gritar, pero el miedo le había dejado mudo y algo le decía que si gritaba todo sería peor. En lugar de eso, cerró los ojos con fuerza y se arrepintió de sus pecados mientras sentía como los colmillos rodeaban su garganta, sin apretar aún.

Tres golpes a la puerta hicieron reaccionar a Peter. Quien al ver lo que estaba a punto de hacer se alejó instantáneamente.

El Hale se quedó tieso al ver como frente a él Liam temblaba y se presionaba a sí mismo contra el muro. En un intento inútil por alejarse de él.

— ¡Se acabaron sus treinta minutos! –Escucharon decir a Lydia desde afuera.— Salgan de una vez.

Cuando la pelirroja comenzó a abrir la puerta, Peter fue empujado fuera del armario por el rubio. Quien apenas y el otro estuvo fuera, cerró la puerta de nuevo.

— La luna me está afectando, déjenme aquí dentro un rato –Escuchó decir a Liam desde el interior.

Todos se quedaron en silencio, aunque el aroma de la preocupación no tardó en aparecer.

— Liam, déjame pasar a ayudarte –Había dicho Scott.

— N-no en necesario –Se apresuró a responder el rubio.— Puedo solo, pero denme unos minutos si. No me siento como para salir.

Todos dudaron por un par de segundos, pero finalmente asintieron y, como por el momento el armario se encontraba ocupado, se fueron a sentar para ver una película.

Peter, por su parte, se quedó varios minutos de pie frente al armario. Podía escuchar el corazón acelerado de Liam por encima de los sonidos del filme de terror que la manada estaba viendo. Sin saber muy bien que hacer, simplemente se alejó y subió las escaleras hacia la que ahora era su habitación.

(...)

Habían pasado una semana, Liam no había asistido a las reuniones de la manada en las que sabía estaría Peter. Al cual había comenzado a evitar olímpicamente de todas las formas posibles, incluso en una ocasión había salido corrienso al verle.

Ahora Peter se encontraba en la secundaria de Beacon Hills, intentando encontrar a Liam. Pero el chico no se encontraba por ningún lado. Ni siquiera cuando le buscó en la cancha de Lacrosse durante el entrenamiento en el que se suponía que el chico debía estar.

— ¿Alguien ha visto a Dunbar? –Había escuchado gritar al entrenador, en respuesta los otros chicos del equipo negaron.

Derrotado, Peter regresó al Loft. Subiendo las escaleras a paso de tortuga y mirando los escalones. Cuando de repente vio un par de pies aparecer frente a él.

— ¿Peter?

Al escuchar la voz del beta, alzó la vista. Encontrándose con el chico mirandole con una expresión indescifrable.

— Te estaba buscando –Dijeron ambos al mismo tiempo.

Un silencio incómodo se cernió en medio de ellos, Liam regresó sobre sus pasos y se quedó en el descanso entre escalera y escalera. Peter subió los escalones que le faltaban y quedó frente al rubio.

— No estabas en la escuela.

— Tú no estabas en el Loft.

— Quería disculparme por... –Nuevamente, hablaron al mismo tiempo.

— Tenemos que dejar de hablar al mismo tiempo –Bufó Liam.

— Quería pedirte perdón por... Ya sabes, intentar rajarte la garganta –El pelinegro se rascó la nuca mientras hablaba.— También por haber hecho que le mintieras a Scott.

— Pues yo quería disculparme por provocar que quisieras arrancarme la garganta –El rubio apretó los labios.— Debería haberte hecho caso cuando me dijiste que te soltara.

Ambos suspiraron a la vez. Ya se estaba volviendo algo incómodo al hacer y decir lo mismo al mismo tiempo.

— Igual... –Liam volvió a hablar.— Admito que fue una experiencia... agradable.

— Si –Asintió Peter.— Aunque el final fue algo que me gustaría no nombrar.

El mayor vio como una sonrisa se dibujaba en el rostro del rubio mientras sacaba un trozo de papel doblado de su bolsillo.

— Ahora tengo que irme –Dijo Liam acercándose.— Se supone que no fui a la escuela porque estoy enfermo. Pero si quieres repetir la experiencia y, no sé, que acabe diferente, puedes llamarme.

Peter cogió el papel que el otro le tendía y un escalofrío le invadió cuando sus dedos rozaron los de Liam.

— Mejor me voy antes de que llegue alguien –Liam volvió a apretar los labios.— Y en caso de que quieras arreglar algo ahora, este fin de semana mis padres creen que estaré en casa de Mason. Planeaba salir a beber, pero si quieres hacer algo, dímelo.

Sin más, Liam se fue escaleras abajo. Dejando a un enrojecido Peter que, una vez se aseguró de que el chico se había ido, casi aulla de la felicidad por haber conseguido, no solo que el chico le perdone, sino el número de este y una oportunidad para pasar mas tiempo en el cielo.

NOTA DE LA AUTORA:

Peter está feliz, Liam está cachondo. Los dos están re buenos kdcrt :v

Piam One-ShotsWo Geschichten leben. Entdecke jetzt