Capítulo 18-Momentos importantes-

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           Capítulo 18

Momentos importantes

Estaba tan nerviosa aquel sábado. Me encontraba en mi habitación, sola, rodeada de las distintas emociones y pensamientos. Me agolpaban y me hacían caer en la duda si realmente estaba haciendo lo correcto. Pensaba demasiado en todos los detalles, Samanta me decía que me relajara por mensaje, el cuerpo se expresa por sí solo, las emociones fluyen y se dan a conocer en el momento y con la persona indicada. Nadie puede predecir esas cosas y cuánta razón tenía.

Tomé de mi armario dos bolsas que tenía, las dejé sobre la cama y comencé a sacar las prendas. La hora deseada se estaba acercando, decidí primero sacar de su caja la ropa interior que había comprado junto con la ayuda de Samanta, ella decía que era perfecta para mí. Un conjunto de encaje rojo armado, era sencillo pero a su vez sensual, dudé mucho con la parte de la bombacha, ya que era totalmente transparente, pero Samanta decía que esa era la idea, de lucir mi depilación, todo era totalmente vergonzoso para mí. Después del baño totalmente relajador de tensiones me puse mi ropa interior, me paré frente al espejo y vi el reflejo de una chica insegura. Preguntas, muchas preguntas revoloteaban sobre mi cabeza ¿tendré el cuerpo suficiente para él? ¿No será demasiado todo lo que hago? ¿Podré satisfacerlo? Sin embargo hui de mi reflejo y tomé el vestido, me lo puse con mucho cuidado y nuevamente me había parado frente al espejo. Me sentí más segura, mi vestido era negro y largo hasta las rodillas con mangas medias y recto, con un escote bastante profundo que lo arregle cosiéndolo un poco, iba a ser un tanto provocador, Samanta cuando me lo vio puesto en el probador del negocio se burló de mí.

-Cuando tu vecino te vea con eso puesto no van a llegar a la cena.

Me hiso reír y a la vez ponerme colorada. Al seguir cambiándome tenía dos alternativas: medias translucidas o medias negras. Opté por las translucidas, porque si no iba a estar toda de negro. Luego unas botas cortas y un collar largo con una cruz de bronce. El reflejo en el espejo cambió por completo, luego un poco de maquillaje y lista... a esperar su mensaje. En aquel momento de nerviosismo los minutos parecían horas, daba vueltas por mi habitación tratando de no olvidarme de nada, luego Samanta me llama al celular.

-¿Todo listo amiga?

Suspiré.

-Todo listo.

Me había sentido de alguna manera, Samanta lo hacía más fácil. Luego mi madre entró a mi habitación y abrió sus ojos mirándome de arriba a bajo

-Wow- exclamó relajada, sonreí y le di las gracias.

-Esta espléndida hija, que cambio.

-Sos mi madre, que otra cosa podría decirme.

-Puedo criticarte también: tu vestido es demasiado corto, tu escote es revelador, etc. Pero esta noche Marcell se lleva una joya a cenar, cuídense, no hagan nada imprudente o arrebatador.

Automáticamente a mi cara le había subido la temperatura.

-Mamá...

-Confío en ti, sos muy madura y responsable, pero la vida nos cambia, y estas en esa etapa de experimentar sensaciones y deseo, has lo que te parezca correcto, pero cuídate y disfruta de lo que tengas que disfrutar.

Mi madre confiaba en mí y eso era algo muy valioso para mi vida, porque no me cuestionaba nada, solo me cuidaba y me aconsejaba.

Luego de esperar una eternidad llega su vendito mensaje:

"Estate lista"

Eso era todo, cuando me dispuse a contestarle, el timbre suena, y ahí comenzó nuevamente el galopeo de mi corazón.

Me puse el perfume que me regaló Marcell, mi abrigo largo y la cartera de mano. Salí a La sala y mis padres estaban observando, no lo vi a Marcell como esperaba.

-¿No lo hicieron pasar?

-Él no está- dijo mi padre, y ahí mismo comencé a colapsar.

-Pero...

Salí directo hacia la puerta y la abrí.

-Buenas noches Señorita, Marcell la espera en la entrada.

Un hombre de negro estaba parado frente a mi puerta, lo reconocía, era uno de los que estaba en la puerta del edificio. Parpadee varias veces y luego mire a mis padres.

-Nos vemos- les dije con un leve saludo y me desearon mucha suerte y para rematarla mi padre me grita antes de cerrar la puerta:

-¡No dejes que te toque!- y seguido de esas vergonzosas palabras unas risas. Miré al hombre que aguardaba por mí, levantó unas de sus cejas en señal de incredulidad, fue indignante, se lo había reprochado casi toda aquella semana. El hombre me indicó que entráramos en el ascensor.

-¿Por qué Marcell no vino hasta mi departamento?

-Son órdenes.

Mientras se cerraban las puertas seguí con mis preguntas.

-¿Ustedes custodian a Marcell? Por hace una semana que los veo en el edificio.

-Si- se limitó a contestar.

-¿A caso Marcell está en problemas que los necesitan a ustedes?

-Esas preguntas se las tendría que responder el señor Marcell, yo solo me limito a mi trabajo, disculpe.

Bueno, lo había intentado por lo menos, pero estaba muy intrigada con la presencia de aquellos hombres, algo oscuro se esconde de tras de la familia de Marcell y tenía que andar con mucho cuidado.

Cuando el ascensor se detuvo y abrió sus puertas me sentí eufórica, salí de él y bajé los cuatro pequeños escalones que daban al recibidor del edificio. Allí estaba, acompañado con el otro custodio, cuando se dio cuenta de mi presencia dejó de hablar y podría jurar que su mirada me penetró por completo. Su boca se entre abrió muy sutilmente, como dejando escapar un suspiro encerrado y sus ojos comenzaron a moverse por todo mi cuerpo.

-Señores, esperen afuera.

Los hombres automáticamente encaminaron hacia la puerta sin decir nada. Marcell se acerca a mí y me ubica entre sus brazos.

-Terriblemente hermosa- y tras decir esas palabras me dio el beso más dulce y lleno de deseo que tuve hasta ese momento.

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El amor de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora