II

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La Selección.

El primero de septiembre, Cyrine se levantó dos horas antes de que Dobby irrumpiera para despertarla. Estaba duchada, cambiada y totalmente deslumbrante con un bonito vestido negro con la parte superior del tipo jardinera, una holgada blusa azul claro, gabardina gris y zapatos bajos. No podía negar que su tía Narcissa, a pesar de los oscuros colores, tenía un excelente sentido de la moda.

Le sonrió a Dobby al verlo llegar en un chasquido.

—Entonces, ¿qué tal luzco? —le preguntó dudosa, dando giros frente al espejo.

—Dobby piensa que la joven ama Cyrine luce encantadora, señorita —dijo a modo de respuesta.

Ella le sonrió anchamente y soltó una cantarina risa de mejillas ruborizadas.

—Gracias, Dobby —musitó en un murmullo, alisando la parte delantera del singular vestido—. Bien, bajemos.

Dobby hizo levitar su baúl a la primera planta, junto a la jaula vacía de Ivory, su lechuza y se despidió de él al entrar al comedor. Su tío Lucius ya se encontraba sentado en la mesa larga del comedor leyendo el diario, y la saludó recién cuando sus pisadas se acercaron a medio metro, no hizo el mayor ademán, un asentimiento con la cabeza le bastó para saber que él la notó.

Su humor no decayó en ningún momento de la mañana, desayunó la comida que le sirvieron e ignoró los comentarios despectivos sobre la sangre de magos de la que tanto se enorgullecía su primo. El trayecto en auto fue corto a pesar de donde se encontraba ubicada la mansión Malfoy, la magia puede ser muy sorprendente hasta para alguien que la ha presenciado desde su uso de razón. Al bajar, tía Narcissa se colocó a su lado y la sostuvo de su hombro mientras tío Malfoy mandaba a llamar dos carritos y siguieron su camino a través de la estación de trenes hasta lo que sería la entrada al andén nueve y tres cuartos.

Los primeros en cruzar la pared de piedra fueron su tío Lucius y Draco, quien tenía en su rostro una expresión miedosa de la que Cyrine se burló. Cuando llegó su turno, sintió el familiar cosquilleo nervioso revolverse en su estómago y la fugaz imagen de sus hermanas y sus padres en el mismo andén, despidiéndose de sus otras hermanas pero no de ella y el corazón se le agrietó un poco más que antes. Ni siquiera notó cuando estaban ya en el andén frente al expreso de Hogwarts. Inhalo una exclamación y trato, realmente trató de no sentirse afectada por el hecho de que sus padres no la despidieran en su primer año lejos en Hogwarts.

Tía Narcissa pareció notar su cambio de humor dado al pequeño apretón característico en su hombro, reconfortándola. Alzó la cabeza y la ligera sonrisa cariñosa que le envió, junto a la pequeña caricia de su pálida mano arreglándole un mechón de cabello pareció ser lo que necesitaba.

La relación tía—sobrina que tenían era especial a su manera, y el tacto familiar era escaso pero no inexistente, por eso, cuando en un momento de consuelo, Cyrine se dejó llevar por sus instintos y rodeó la cintura de su tía Narcissa en busca de más tacto. Tía Narcissa se quedó quieta por un momento antes de estrecharla suavemente en sus brazos. Él cálido calor corporal y el delicado aroma agridulce que desprendía su ropa la calmó más de lo que esperaba.

Por lo que, al momento de separarse, los claros ojos de Cyrine se nublaron y nunca se vio más pequeña como en aquel instante.

—No te preocupes, estoy segura de que tu madre y tu padre se sienten igual de mal que tú en este momento. Mi prima no sería una verdadera madre si no se preocupara por ti —le dijo en voz baja—. Y si para navidad o para cuando salgas de vacaciones de verano las cosas no se arreglaron, sabes que puedes regresar con nosotros. ¿Qué te parece?

「Loyalty」 HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora