Los dos hermanos se observaron entre sí asombrados y luego volvieron la vista al otro infante.

-¿Casarte? -inquirieron al unísono.

-Pues claro -Menma se encogió de hombros, como si fuera lo más obvio del mundo-. Cuando un niño y una niña se quieren de verdad, se hacen novios, como los adultos, y se toman de las manos y esas cosas. Luego tienen que casarse... Aunque creo que eso sólo lo hacen cuando son mayores. No estoy muy seguro.

-Ah -ambos tenían los ojos abiertos como platos y un ligero rubor en las mejillas.

Se quedaron en silencio durante unos minutos.

La niña sorpresivamente lanzó una risa dulce y melodiosa que llamó la atención de los dos niños. Jugueteó con su vestido un poco y el rubor seguía en sus mejillas. Finalmente, observó al niño Hyuga con una sonrisita de lo más inocente.

-Men-kun, ¿crees que cuando seamos mayores podremos casarnos?

El aludido la observó algo extrañado.

-Seguro -respondió con simpleza, causando que la niña se lanzara a abrazarlo con efusividad, mientras empezaba a balbucear cosas sobre promesas, vestidos, flores y demás.

Las niñas definitivamente eran muy raras.

Lo que no sabía, era que los adultos lo eran aún más.

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Durante los días siguientes a lo ocurrido, como era lógico, Hinata estuvo en un enorme dilema que ni siquiera la había dejado concentrarse en el trabajo. Una semana pasó y, sin que se dieran cuenta, otra la siguió en seguida. Nuevo miércoles y todavía estaba con migraña por lo de aquel incoherente viernes.

Su todavía pareja, Kiba Inuzuka, obviamente, había decidido abandonar las empresas Uzumaki, recibiendo casi sorpresivamente una fría afirmación por parte de Minato, el dueño, quien incluso pareció aliviarse con su renuncia. Más rápido de lo que se esperó, en menos de una semana, encontró un nuevo empleo que le ocupaba casi todo su tiempo. Ella sólo lo veía en las noches y todo era caóticamente silencioso últimamente.

La última vez que habían tocado el tema de la pelea con Naruto -en ese momento hacía tres días-, había sido lo suficientemente fuerte como para encarar a Kiba y preguntarle directamente si realmente él no había tenido nada que ver en el asunto de Naruko. Su novio se había sentido completamente ofendido y había soltado algo como "Ojalá confiaras más en mí, Hinata". Inmediatamente, se había vuelto más callado y frío y traía la expresión de alguien verdaderamente decepcionado. Todo aquello a la mujer le rompió el corazón y había decidido creerle aunque fuera momentáneamente. Transitoriamente, iba a asumir la inocencia del Inuzuka a como diera lugar. Así que se mostró empeñada en continuar aquella duradera relación. Tarde o temprano se sabría la verdad después de todo. Y ya allí notaría si había hecho bien o había sido nuevamente un error a su tan larga lista de errores, el haber confiado en él.

Mientras tanto, debía recordar que había sido él -y no Naruto- quien la había reconfortado en los momentos más dolorosos y decisivos de aquella etapa como madre de Menma. Aunque, si era sincera, aún había un poco de remordimiento atascado en su interior. No sabía si era contra Naruto o contra Kiba... pero allí estaba.

Había evitado las llamadas de Naruto (otra vez) durante la semana siguiente al suceso. Recién en esos días había tenido el valor de atender el móvil cuando veía su nombre en la pantalla. También entendía que él estuviese queriendo ver a su hijo y no podía hacer para evitarlo más.

Unforgiven [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora